LA INDUSTRIA DE DEFENSA EN ESPAÑA
Consideraciones estratégicas
La invasión rusa de Ucrania ha supuesto un cambio tectónico no solo en la arquitectura de seguridad europea sino también en el sistema de seguridad estratégica internacional. Parece claro que el orden geopolítico está transformándose a velocidad de vértigo y que la guerra en Ucrania puede decidir cómo será la geopolítica de poder del siglo XXI. Constituye un elemento de gran inestabilidad precipitando dinámicas geopolíticas de polarización que ya venían desarrollándose como consecuencia de las fuertes tensiones geoestratégicas que están acompañando a las relaciones entre Estados Unidos y China.
En el campo específicamente militar, y solo a modo de ejemplo, las armas hipersónicas y un mayor número de misiles de crucero y de vehículos aéreos no tripulados constituyen las amenazas más peligrosas para las fuerzas armadas transatlánticas en el momento actual y en el próximo futuro. Ello está obligando al mundo occidental a interesarse más por la defensa aérea y antimisiles al mismo tiempo que debe proceder a la producción, adquisición y dotación a sus Fuerzas Armadas de capacidades potentes y sofisticadas, descuidadas durante las últimas campañas de contrainsurgencia en entornos operativos relativamente permisivos.
En el Concepto de la OTAN 2022 (CE2022), aprobado el pasado verano, se señalaba que era necesario, por parte de los aliados, compartir equitativamente las responsabilidades y los riesgos de nuestra defensa y seguridad. Se asumía el compromiso de proporcionar todos los recursos, infraestructuras, capacidades y fuerzas necesarias para cumplir plenamente las tareas fundamentales de la Alianza. También se añadía que era imprescindible asegurar que nuestras naciones cumplieran las exigencias del Compromiso de Inversión en Defensa, en su totalidad, para proporcionar la gama completa de capacidades necesarias. Para ello, era necesario basarse en los progresos realizados para garantizar que el aumento de los gastos nacionales de defensa y la financiación común de la OTAN sean proporcionales a los retos de un orden de seguridad más disputado
Como se decía en la reciente Declaración de Madrid, nos enfrentamos no solamente a la amenaza directa de Rusia para la seguridad y defensa de los aliados, sino también al terrorismo, a amenazas cibernéticas, espaciales, híbridas y asimétricas, y al uso malicioso de tecnologías emergentes y disruptivas. También nos enfrentamos a la competencia sistémica de aquellos países, incluida la República Popular China, que desafían nuestros intereses, seguridad y valores y buscan socavar el orden internacional basado en reglas. La inestabilidad más allá de nuestras fronteras también está contribuyendo a la migración irregular y la trata de personas.
También en la Brújula Estratégica de la Unión Europea se apunta la necesidad de buscar soluciones comunes que permitan desarrollar los elementos de apoyo estratégicos necesarios para nuestras misiones y operaciones, así como las capacidades de nueva generación en todos los ámbitos de una operación, como las plataformas navales de alto nivel, los futuros sistemas aéreos de combate, las capacidades espaciales y los carros de combate.
En esta línea, se hará pleno uso de la Cooperación Estructurada Permanente y del Fondo Europeo de Defensa para desarrollar conjuntamente capacidades militares de vanguardia, invertir en innovación tecnológica para la defensa y crear un nuevo centro de innovación en materia de defensa dentro de la Agencia Europea de Defensa.
Para España resulta muy importante dar prioridad al fortalecimiento de la industria de defensa nacional y al desarrollo de una Base Industrial y Tecnológica Europea. En este sentido es prioritario participar en proyectos europeos con un alto grado de tecnologías avanzadas lo cual exige un fuerte compromiso y esfuerzo gubernamental en tres actividades clave: investigación, desarrollo e innovación; la captación del talento; y la formación.
La industria de Defensa es una industria de alta tecnología, que tiene un carácter estratégico y dual con amplia utilización en la esfera civil y que posibilita disponer de una autonomía industrial y tecnológica en el campo de la seguridad pudiendo estar al nivel de nuestros socios y aliados siempre que sigamos invirtiendo en investigación e innovación con el nivel presupuestario adecuado.
De acuerdo con un informe que KPMG ha elaborado para la Asociación Española de Empresas Tecnológicas de Defensa, Seguridad y Espacio (TEDAE), las industrias de estos sectores aportaron 16.500 millones de euros al PIB de España en 2020, el 1,5% del total, y han conseguido dar trabajo a 193.000 ciudadanos, entre empleos directos e indirectos. En concreto, las industrias de los sectores mencionados generan 1.900 millones de euros en I+D+i en el conjunto de la economía española.
No debemos olvidar que la Defensa es un bien y un servicio público, asumido como intangible – e imperceptible – y nunca bien explicado su contenido. En este primer cuarto del siglo XXI, la mayoría de los ciudadanos ni sienten ni conciben a la Defensa como asunto de Estado y de la Sociedad, que está a su disposición para garantizar su libertad, su bienestar y su prosperidad.
El presupuesto de Defensa para 2022 fue de 9.791 millones de euros, un 7,9% más que en 2021, en torno al 1% del PIB, es el penúltimo en porcentaje del PIB, en torno al 1%, de la Alianza. El último en proporción del PIB es Luxemburgo. Entre sus principales prioridades se encuentran las inversiones, a las que se han destinado 3.647 millones de euros, un 18% más que el año pasado. Incrementarán el desarrollo de la industria nacional junto a la creación de empleo.
El pasado 4 de octubre, el Consejo de Ministros aprobó el proyecto de la ley de Presupuestos Generales del Estado en el que el presupuesto de Defensa se incrementará hasta el 8% teniendo en cuenta los fondos europeos, hasta un 6% sin tener en cuenta dichas ayudas. El gasto pasa de 9.791 millones de euros en 2022 hasta 12.317 millones para 2023 como cómputo global, aproximadamente un 1,2% del PIB.
En este entorno, el Gobierno destinará 4.900 millones a los programas especiales de armamento (PEA), también llamados planes especiales de modernización que no computan en el límite de gasto no financiero. Esas cifras permiten avanzar hacia el compromiso alcanzado con la OTAN de destinar a esta partida el 2% del PIB en 2029. Constituye una respuesta coherente con las necesidades de la industria para lograr una estabilidad presupuestaria, permitiendo a nuestras empresas tener un marco de referencia estable a corto y medio plazo.
Entre los últimos PEA a los que el Gobierno ha presupuestado partidas importantes se encuentra el submarino S-80, el vehículo de combate sobre ruedas 8×8, el helicóptero NH-90, las fragatas F-110, los aviones de combate EF-2000 o los carros de combate Leopard.
Según los cálculos del Ministerio de Hacienda, estas inversiones permiten generar 22.667 empleos. Se señala que es un dinero que, además de estimular la industria nacional con compañías como INDRA o AIRBUS, entre otras, suponen una palanca para la creación de “tecnologías híbridas con un alto valor añadido de conocimiento” y permite invertir en tecnología I+D+i en un sector de vanguardia que constituye una punta de lanza para otras áreas.
Lo cierto que estamos en un momento importante en el campo de nuestra seguridad y defensa para elaborar y desarrollar una estrategia de la industria de Defensa, a medio y largo plazo, acompañada de las aportaciones científicas y tecnológicas necesarias que cristalice en un compromiso presupuestario sólido y creíble. Este compromiso debiera quedar materializado en una Ley de Financiación de la Defensa que garantice tanto a las Fuerzas Armadas en la consecución de sus capacidades como a las empresas una estabilidad presupuestaria imprescindible en estos años de incertidumbre y de turbulencias políticas y económicas.
Constituye una nueva oportunidad para que nuestro país mantenga la estabilidad en nuestro entorno estratégico más cercano y también contribuya con nuestros socios y aliados a la estabilidad y seguridad regional e internacional en el cumplimiento de los compromisos adquiridos. Esperemos que estas previsiones de incremento de los gastos de defensa lleguen a buen puerto.
General de División (R) Jesús Argumosa Pila. Asociación Española de Militares Escritores