4 de diciembre. La Artillería española honra a su Patrona Santa Barbara.

 

Cada cuatro de diciembre los Artilleros conmemoran el Patronazgo de Santa Bárbara. Rememoramos en ese día una tradición inmemorial de la que nos sentimos orgullosos y de la que tenemos el deber y el compromiso de conocer y mantener.

 

Nada mejor para conocer  este Patronazgo, que reproducir el articulo que la Revista Armas y Cuerpos de  noviembre de 2020, redactado por el coronel de Artillería D. Fernando Ruiz Udago sobre el tema.

 

Santa Bárbara

Patrona de los artilleros

Armas y Cuerpos funde nuestro emblema, en unión y hermandad sin igual, dice el Himno de nuestra Academia General Militar. Esa unión y hermandad se fundamenta en la fortaleza de cada una de las Armas, que deben estar siempre esperanzadas en su futuro y orgullosas de su presente y pasado, de los hechos gloriosos en los que tomaron parte y del mantenimiento de sus tradiciones ancestrales.

España, uno de las naciones más antiguas de Europa y, por lo tanto del mundo, es depositaria de tradiciones milenarias y el Ejército custodio de ellas y de la obligación de mantenerlas.

 

La tradición del patronazgo de las Armas en nuestro Ejército es uno de los legados más importantes que debemos conocer, conservar y transmitir a las siguientes generaciones. Disfrutemos, así pues, no solo de las celebraciones de nuestra Patrona: parada militar, cena de compañeros, comida o garbanzada, juegos cuarteleros, todo ello rodeado de gran hermandad, sino también conociendo un poco más a nuestra Santa Patrona, Santa Bárbara.

 

Tradición y leyenda
La tradición más unánimemente admitida respecto a la vida de la Santa la sitúa en la actual Turquía a comienzos del siglo III; de forma muy resumida, habla de una joven que se convirtió al cristianismo por lo que fue encerrada en su castillo por su padre, que era pagano, para forzarla a la apostasía; al no conseguirlo, le infligió toda clase de maltratos y torturas hasta terminar decapitándola, momento en el que, en castigo a su maldad, fue fulminado por un rayo.
Cada cuatro de diciembre los Artilleros conmemoramos el Patronazgo de Santa Bárbara. Rememoramos ese día una tradición inmemorial de la que nos sentimos orgullosos y de la que tenemos el deber y el compromiso de conocer y mantener.
Durante el reinado de Maximiano en la ciudad de Nicomedia (actualmente Izmir, Turquía) cerca del mar de Mármara, vivía un hombre muy rico llamado Dióscoro, que era pagano. Tenía una hija muy hermosa llamada Bárbara, a la cual celaba sin motivo alguno. Para evitar que Bárbara tuviera contacto con la gente, Dióscoro hizo construir una torre muy alta y allí encerró a su hija hasta que decidió entregarla en matrimonio a uno de los príncipes que la pretendían.
Bárbara había tomado la decisión de no casarse, y rogó a su padre que no la obligara a hacerlo.
Esto decepcionó tanto a Dióscoro que se fue a vivir a un país lejano por un tiempo. Bárbara, ante la ausencia de su padre, aprovechó para colocar una cruz en el baño y añadió una ventana más a las dos que ya tenía la torre para así simbolizar a la Santísima Trinidad. Bárbara fue bautizada, y aprendió la doctrina cristiana.
En el año 235 D.C. su padre regresó de viaje y preguntó a su hija sobre la reestructuración de la torre y ésta contestó: “Esas tres ventanas representan claramente al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, los cuales son tres personas en un solo Dios, en el que debemos creer y al único que debemos adorar”.
Este comportamiento de su hija enfureció a Dióscoro, que cogió a Bárbara por los cabellos y decidió llevarla para ser juzgada y limpiar su propio nombre ante la gente de la ciudad. Bárbara fue apresada, denunciada al pretor Martiniano, y enjuiciada.
En ese momento dándole una nueva oportunidad de que recapacitara ante su creencia de la existencia de un solo Dios, el juez le dijo: “Así pues, elige entre sacrificar a los dioses y salvar tu vida, o morir cruelmente torturada”, y Bárbara respondió firme: “Me ofrezco en sacrificio a mi Dios, Jesucristo, creador del cielo, de la tierra y de todas las cosas”. Esa fue su sentencia, y después de ser apaleada y torturada durante días, Bárbara tuvo la visión del señor Jesucristo en la prisión. Pasaron los días y como Bárbara mantenía su posición ante el castigo, el juez decidió que fuese decapitada por la espada. En ese momento Dióscoro arrebató a Bárbara de las manos del juez y la llevó a la cumbre de una montaña. En el camino, Bárbara se alegró porque sentía que se aproximaba el premio a su devoción por Dios.
Santa Bárbara fue decapitada por la mano de Dióscoro, su propio padre, cuando ella tan solo contaba con dieciocho años de edad. Después de haber cometido tan horrendo crimen, Dióscoro comenzó a bajar de la montaña, momento en que se desató una fuerte tormenta, y en el camino fue fulminado por un rayo que descendió de los cielos, cual fuego celestial.
La segunda leyenda a la que me refería al inicio del artículo, sitúa al padre de Santa Bárbara, llamado Alipius, en Hippo (Argelia).
Había dedicado su vida al conocimiento y ejercicio de la química en aplicaciones bélicas y a la fabricación de explosivos. Parece que había proporcionado a Bárbara una esmerada educación liberal, que la permitía expresarse en diversas lenguas y participar con él en sus trabajos de investigación, descubriendo ambos un detonante de extraordinario poder. La joven, que estaba dotada de una gran belleza y había rechazado a numerosos pretendientes, se decidió a ingresar como religiosa en el convento de Santa Perpetua, fundado por Santa Agustina.
Era el año 430 y África sufría una invasión de pueblos bárbaros, que sitiaron la ciudad de Hippo. Alipius dirigió su defensa y fue muerto por un flechazo. Entonces, los sitiados llamaron a Bárbara al convento para que prosiguiera la defensa iniciada por su padre, fabricando y utilizando explosivos, luces de Bengala y globos de fuego para ser arrojados con catapultas, que había aprendido a fabricar con su progenitor. Después de catorce meses, la ciudad se vio obligada a capitular y los sitiadores pretendieron vengarse de Bárbara, asaltando el convento al que había regreado. Pero ella, previendo lo que iba a ocurrir, tenía acumulada una gran cantidad de explosivos en el subterráneo del monasterio y, cuando se percató de que ya no podían hacer nada más en su defensa, provocó su explosión.
Conquistadores y vencidos fueron aniquilados bajo los escombros. Así murió Santa Bárbara, escapando con sus compañeras al consiguiente escarnio y a los acostumbrados ultrajes de la soldadesca.
No resulta verosímil que las dos biografías anteriores correspondan a una misma persona. Más bien parecen referirse a dos jóvenes cristianas y mártires, distintas, aunque de idéntico nombre. La tradición de la muerte de la Santa, decapitada por su padre por no abjurar del cristianismo prevaleció ante la Iglesia, quien determinó que su festividad se celebrara el día 4 de diciembre.

 

Santa Bárbara y los Artilleros
Ya sea por el trueno del rayo que mató a Dióscoro, motivo más tradicional y más profusamente reconocido, o por el estampido de la pólvora que derribó el edifi cio, la muerte de la Santa está ligada a las explosiones. Puede ser ese el motivo de su vinculación con artilleros, mineros y otras profesiones.
Las referencias que tenemos respecto a la relación de la Santa con la Artillería pueden considerarse como inmemoriales, pues ya por el 1200 se comienza esta devoción con el empleo de primitivas bocas de fuego “denominadas lombardas”.
había aprendido a fabricar con su progenitor. Después de catorce meses, la ciudad se vio obligada a capitular y los sitiadores pretendieron vengarse de Bárbara, asaltando el convento al que había regresado. Pero ella, previendo lo que iba a ocurrir, tenía acumulada una gran cantidad de explosivos en el subterráneo del monasterio y, cuando se percató de que ya no podían hacer nada más en su defensa, provocó su explosión, el motivo de su vinculación con artilleros, mineros y otras profesiones. Las referencias que tenemos respecto a la relación de la Santa con la Artillería pueden considerarse como inmemoriales, pues ya por el 1200 se comienza esta devoción con el empleo de primitivas bocas de fuego “denominadas lombardas”.
La primera referencia a la devoción y culto público a Santa Bárbara en España es de 1248 y se refi ere a la conquista de Alicante y su castillo por don Alfonso (más tarde Alfonso X el Sabio), el día 4 de diciembre de dicho año. De ahí el nombre dado al castillo, que cuenta en su interior con una capilla dedicada a la Santa.
Casi desde el nacimiento de la artillería medieval, y probablemente por la intervención del rayo destructor en el relato de su martirio, los artilleros europeos se acogieron al patronazgo de Santa Bárbara, como se demuestra en un documento de 1431 en el que especifi ca que las compañías de artillería francesas se constituían bajo el amparo de esta Santa, o en otro que recoge los estatutos de 1477 de los culebrineros y los arcabuceros de Gante, en los que también se menciona su patrocinio.
En 1489, y precisamente el 4 de diciembre, tuvo lugar la conquista de Baza. De ahí que sea la Patrona del lugar. La importancia artillera de esta localidad granadina era considerable hasta que  se conquistó Málaga, ciudad preferida por poder atender mejor las necesidades del Mediterráneo. Otra particularidad es que en la Sierra de Baza existe un topónimo curioso: el Vértice de Santa Bárbara (2269 metros).
La aseveración más consistente con respecto a la relación entre la Santa y los Artilleros es la mención que hace en 1500 fray Sebastián Coll, del convento de Nuestra Señora de las Mercedes de Barcelona, sobre la existencia de una Cofradía de Santa Bárbara de los Artilleros, así como el hecho de que la iglesia de aquel convento estaba dedicada a la Santa y “tenía las Armas de Artillería”.
El documento más antiguo que se conoce, que cita su patronazgo sobre los Artilleros es el “Recibo de la Pólvora” consumida con ese motivo en el castillo de Burgos, el día 04 de diciembre de 1522 y dice lo siguiente:

 

“ Y o , D o n J u a n d e A c u ñ a , Alc aid e d el C a s tillo d e B u r g o s p o r S . M . dig o : q u e v o s G e r ó nim o Ximénez Denciso, Tenedor de los bastimientos de dicho castillo por S . M . dis t e s p o r mi m a n d o al C a pit á n Terramond, por S.M. el día de Santa Bárbara para tirar la fi esta de los artilleros, ques aquel día su fi esta, dos barriles de pólvora para tirar ciertos [disparos] de los [cañones] gruesos y los morteros de aquel día, que pesarían diez arrobas; la cual pólvora está a cargo del Mayordomo de la Artillería, Francisco de Xerez; y por ques verdad que lo dio en dicho día a cuatro de diciembre de mil quinientos vente y dos, lo fi rmo en mi nombre D o n J u a n d e A c u ñ a ” . ( A r c hiv o d e Sim a n c a s , Guerra, Mar y Tierra, legajo 3º, año 1522. Tomado del Memorial de Artillería de 1884).

 

Para los franceses, el pañol de municiones en los barcos se llamaba “Sainte Barbe”, al igual que para nuestros marinos la “Santa Bárbara” es el sitio de las naves de guerra donde guardan las municiones, para indicar que ponen bajo la protección de nuestra santa los almacenes más secretos, en los que va guardada la pólvora y en donde se encierra el mayor peligro para la tripulación.
El emperador Carlos V (1519-1556) decretó en las escuelas de artilleros de Burgos y Cecilia leyes y ordenanzas por las cuales los artilleros debían santiguarse y pedir ayuda a santa Bárbara cada vez que metían una bola en el cañón. Si alguien no cumplía la orden debía, como castigo, honrar con dos onzas de cera a la hermandad.

 

Santa Bárbara se convirtió también en Patrona de los fuertes y las torres.
En el tratado sobre la Artillería española “La platica manuale de artigleria” del famoso Luis Collado de Lebrija, fechado en Sevilla en 1606, se reconoce y explica la advocación a Santa Bárbara en dos capítulos que tratan “De la compañía y congregación de los artilleros bajo la devoción de la gloriosa Santa Bárbara”.
Desde esas lejanas fechas hasta nuestros días, se ha mantenido de forma inquebrantable el patronazgo y la protección de Santa Bárbara a todos los Artilleros.

 

Otros patronazgos
Santa Bárbara no es solo patrona de los artilleros españoles, lo es también de los de muchos otros países, así como de muchos gremios profesionales, como los mineros, los ingenieros de minas, los fabricantes de explosivos y armas de fuego, así como de la marina italiana y los bomberos franceses o italianos.
Es además, patrona de muchas localidades de España y de varios países hispanoamericanos, como Faura y Casinos (Valencia), Sevilla la Nueva (Madrid), Vilafranca de Bonany (Mallorca), Maleján y Figueruelas (Zaragoza), Tharsis (Huelva), Baza (Granada), Monzón (Huesca), etc.
El sepulcro de Santa Bárbara En otro orden de ideas, también es interesante conocer qué dice la tradición sobre dónde se encuentra el sepulcro de la Santa. Sobre ello hay varias versiones, algunas referidas a Italia, que afirman que están en la capilla de Santa Bárbara de Piacenza inaugurada por el rey Víctor Manuel III en 1928, o en Venecia en la iglesia de San Martino en la isla de Burano, o en la catedral de Rieli o, fi nalmente, en la basílica de Santa Bárbara de Mantua.
Hay otra versión en la cual los restos permanecen en poder de la Iglesia griega, en el santuario de Santa Bárbara, en el municipio de Ática (Grecia).

 

La representación de Santa Bárbara
La representación de santa Bárbara ha encontrado a través de la historia muchas formas de expresión. Se la suele representar joven, bien con la palma del martirio, bien con plumas de pavo real, pues este animal es símbolo de la resurrección o la inmortalidad, y aparece ya en la más antigua representación conocida, que data del siglo VIII (Santa María la Antigua, de Roma).
También suele aparecer con su atributo, una torre con tres ventanas, apareciendo unas veces encerrada en la misma y en otras la torre aparece a su lado o en miniatura sobre una de sus manos. El signifi cado de esta torre con tres ventanas es el refugio de la fe en la Santísima Trinidad. Y suele llevar corona, que admite variaciones: en algunas es la de una princesa y en otras es una corona completa formada de varias torres.
La imagen de santa Bárbara también aparece a veces asociada con la espada con la cual fue decapitada, lo que ha contribuido a que sea asociada con la guerra, pero dicha espada representa un símbolo de fe inquebrantable, con un cáliz, que significa su conversión al catolicismo, con el rayo que cayó en su martirio, que ha hecho que sea relacionada con los explosivos, con una rama de olivo entre sus manos, representando el martirio, con una manto rojo, cáliz de la sangre de Cristo, junto a bloques de piedra por su patronazgo de la cantería y, de vez en cuando, aparece con un cañón que nos demuestra la relación de su patronazgo con los artilleros.

 

Acordarse de Santa Bárbara cuando truena
Entre las sentencias y frases proverbiales de contenido meteorológico, ésta de “acordarse de Santa Bárbara cuando truena” es, sin duda, una de las más utilizadas. Hoy la empleamos únicamente en sentido figurado, poniendo de manifiesto nuestro comportamiento habitual de dejar para mañana lo que podemos hacer hoy, aparcar para mejor ocasión lo que aún pensamos puede demorarse, o aplazar “sine díe” lo que no conviene a nuestros intereses. Procrastinar en lenguaje del siglo XXI. Y así lo hacemos hasta que metafóricos truenos hacen tambalear o amenazan nuestra posición, en cualquier nivel al que lo contemplemos.

 

Himno
Finalmente incluyo la letra del famoso Himno a Santa Bárbara datado en 1877.
Aunque hoy en desuso en detrimento del Himno de Artillería compuesto en 1914 por el entonces alumno de la Academia de Artillería, el Alf. Juan Anguita Vega, autor de la letra, y el Tte. Juan Mas del Rivero, autor de la música, en 1877 el compositor Antonio Oller y Fontanet escribió un Himno a Santa Bárbara para el arma de Artillería.
Al morir el valiente Artillero
defendiendo tenaz el cañón
dale ¡oh Virgen! sublime y piadosa
siempre amparo, consuelo y perdón.
Tú que aplacas la fi era borrasca
y del trueno el horrísono son
en tu solio bordado de estrellas
de tus hijos escucha la voz.
Y si un día Patrona te hicimos
del valiente Artillero Español
fue al pensar en tu Gloria que brilla
más radiante y más pura que el sol.

 

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