El guardia civil José Antonio Pardines Arcay, gallego de Malpica de Bergantiños (La Coruña), de 25 años, regulaba el tráfico en Aduna (Guipúzcoa) cuando un fatal cruce de destinos acabó con su cuerpo con cinco disparos en el suelo, en medio de un charco de sangre, la primera que la banda terrorista de ultraizquierda ETA derramó en el País Vasco.
Este primer asesinato de ETA sucedió el 7 de junio de 1968, hace ahora medio siglo, y significó el inicio de una trayectoria terrorista que se ha prolongado durante casi cinco décadas y ha dejado 853 víctimas mortales hasta su disolución definitiva este mismo año.
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