El Capitán General Weyler, Duque de Rubí y Marqués de Tenerife nació en Palma de Mallorca el 17 de septiembre de 1838,alcanzó el empleo de teniente de infantería a los veinte años y se diplomó, muy joven, en Estado Mayor con el número uno de su promoción. Ganó en la isla de Santo Domingo un ascenso por méritos de guerra y más tarde la cruz Laureada de San Fernando en el paso del río Jaima. Regresó a la península con el grado de brigadier y combatió contra los carlistas en el Maestrazgo, Valencia y Cataluña, donde ascendió a teniente general con la edad de 39 años, desempeño sucesivamente el mando de las Capitanías Generales de Canarias, Baleares, Filipinas, Castilla la Vieja y Cataluña. Posteriormente fue General en Jefe del Ejército de Cuba. De vuelta a este lado del Atlántico ejerció el mando en las Capitanías Generales de Castilla la Nueva y otra vez Cataluña. Fue dos veces ministro de la Guerra y una de Marina. Ascendido a Capitán General en 1910, se le nombró Consejero de Estado y Académico de la Historia.
El general Weyler ha pasado a la historia, a pesar de sus otros numerosos méritos, especialmente por sus campañas en Cuba. Cuando estaba a punto de concluir con la resistencia de los sublevados gracias a su estudiado plan de “la Trocha”, que había reducido el área insurrecta a una pequeña zona se le relevó del mando en octubre de 1897 por causas que hay que achacar, al gobierno de Madrid de los liberales que acababan de alcanzar el poder y a la influencia norteamericana que apoyaba a los insurgentes cubanos y que llevaron a cabo una injusta campaña periodística contra quien era capaz de acabar con la guerra. Los adversarios políticos de Cánovas y su gobierno, apunta Fernández Almagro, “se limitaban a reprobar los procedimientos de Weyler, no el Plan de Campaña”. Weyler reaccionó contra las acusaciones anunciando al Gobierno que abandonaría el mando en Cuba en cuanto le faltara su confianza, ya que no se avendría a dirigir las operaciones al dictado de la oposición.
En 1874 se había negado a unirse a los sublevados en Sagunto para restablecer la monarquía y en 1826 firmó con el general Aguilera el manifiesto pidiendo el fin de la Dictadura y el restablecimiento de la Constitución, por lo que fue detenido procesado y absuelto en 1927 siempre se manifestó como un conservador y enemigo de los liberales que tan injustamente le trataron en Cuba. En 1929 celebró sus bodas de diamante con la milicia y dos años más tarde murió en Madrid.
La Laureada de San Fernando le acreditaba oficialmente como un héroe, su empleo de Capitán General como un príncipe de la milicia, fue como afirma el coronel Gárate “la figura militar de su siglo, el anverso bélico de la generación del 98 y aunque queda fuera de su época, no puede negarse que fue por antonomasia el hombre del 98 y aún, por semejanza con Ramón y Cajal y con Maeztu, supo combinar sus duras ocasiones de campaña y su difícil responsabilidad cívico-castrense, con una prosa histórica y literaria limpia y sincera”.
Mi mando en Cuba pieza esencial para el estudio de la guerra de Cuba, pormenorizada en cinco volúmenes, desde el 10 de febrero de 1896 hasta el 31 de octubre de1897. En ella incluye una pieza histórica digna de leerse, porque muestra el espíritu de rigurosa precisión crítica, su tesón en imponer el realismo y la veracidad y la envidiable sencillez de su estilo militar, sóbrio, lógico y depurado, que se muestra en cualquiera de sus párrafos, sin pretensión literaria alguna, pero con una claridad y convicción que constituyen en sí misma el mejor estilo
Sus más importantes obras son:
Memoria justificativa de las operaciones de Valencia, Aragón y Cataluña Ed. Palma de Mallorca 1875
Valor de la Historia en el Arte Militar, Discurso de entrada en la Real Academia de la Historia Ed. Madrid 1925
Mi mando en Cuba, cinco tomos, Ed. Madrid 1910