CICLO AEME II/2025: EL SAHEL Y LA FRONTERA AVANZADA. CF Aznar Fernandez Montesinos

CICLO AEME II/2025: EL SALAFISMO YIHADISTA EN EL SAHEL

 

EL SAHEL Y LA FRONTERA AVANZADA[2].

 

 

El Sahel, literalmente “el borde”, es la frontera Sur del Sahara. Estamos en una región de transición física, étnica, religiosa… Es una banda de unos 3 millones de kilómetros cuadrados distribuida a lo ancho de los 5.400 kilómetros que separan el Atlántico del Índico.  Su definición es pluviométrica; la banda está definida por las isoyetas de entre 100 y 700 mm señalando la transición del clima desértico al tropical de la sabana.

El cambio climático ha alterado sus límites desplazándolos hacia el Sur. Así el conflicto de Darfur tuvo lugar porque las milicias árabes janjaweed se vieron empujadas hacia el Sur como consecuencia del cambio climático y la falta de pluviosidad. La zona, por sus condiciones pluviométricas y la variabilidad de estas, dispone de limitados recursos agrícolas. Por ello la inseguridad alimentaria afecta a uno de cada seis sahelianos, mientras que uno de cada cinco niños padece desnutrición. Esta carencia deviene en enfrentamientos de todo tipo, entre los que destaca la confrontación entre pastores y agricultores toda vez que la práctica implica la confrontación de modelos económico-territoriales de sesgos antinómicos.

A ello se añade unas poblaciones crecientes como resultado de alta tasa de fertilidad y el paulatino incremento de la esperanza de vida. Y es que, si la fecundidad a nivel mundial es de 2,5 hijos por mujer, en el Sahel es superior a los 5,23; mientras, la fecundidad masculina, alcanza en Níger los 13,6 hijos por hombre y los 13,5 Sudán. El resultado es que, si la población actual es de cerca de 200 millones, se espera que alcance los 338 millones en 2050 y ronde los 680 millones en 2100. Níger para esa fecha se espera sume los 200 millones frente a los 20 millones actuales[3].

Las consecuencias son desempleo, migraciones, inseguridad alimentaria, expansión de enfermedades, malestar social, conflictividad, crimen organizado, alteración del equilibrio étnico, terrorismo o alteración de la estructura social. Los Índice de Desarrollo Humano (IDH) que presenta la región son extremadamente bajos, lo que acrecienta su vulnerabilidad frente a desastres naturales y crisis alimentarias. En 2023 Sudan del Sur el Estado número 191 de 191 en términos de IDH; Chad, el 190; Níger, el 189; Mali, el 186; Etiopía, el 175; Sudán, el 172; Senegal, el 170; y Mauritania el 158.

Estamos en una zona superpoblada y de una gran inseguridad alimentaria. Los Estados son frágiles y pobres, mientras el desierto integra las riberas Norte y Sur posibilitando todo tipo de tráficos. Consecuentemente, presenta una alta inestabilidad lo que determina que no sean infrecuentes los golpes de Estado y estos no pueden hacer efectivo ni el control de sus fronteras ni de importantes porciones de su territorio.

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Imagen. 1.- Países  de África con el mayor número de golpes de Estado desde 1991.   2.- Densidad de población en África.
Fuente. 1.- PAREDES, Norberto. BBC “7 golpes de Estado en 3 años: por qué hay una ola de alzamientos militares en África” https://www.bbc.com/mundo/articles/ce7wzl37p7no
2.- El Orden Mundial. https://www.facebook.com/elordenmundial/photos/un-mapa-de-la-densidad-de-población-en-áfrica-la-importancia-del-acceso-al-agua-/952081245148857/?_rdr

A los conflictos interétnicos propios de una región en transición, se suman conflictos tribales ya que los Estados incorporan distintos grupos con un poder relativo dentro de sus estructuras, o contribuyen a su fractura entre varios. De estos destaca el conflicto protagonizado por los fulani y que se encuentra ligado o escenificado por el terrorismo.

La región tiene problemas endémicos de corrupción acordes con la debilidad de sus Estados. Así, Níger ocupa la posición número 124 en los Índices de Transparencia Internacional de 2024, Nigeria la 154, Mauritania la 140, Mali la 136, Chad la 164, Sudán también la 164, Burkina Faso la 178 y Sudán del Sur la 180. Salvo Sudán y Burkina Faso, el resto de los países han empeorado sus posiciones en los últimos años[4].

Lo importante de los pequeños tráficos que caracterizan la región es que banalizan el incumplimiento de la ley y van introduciendo a quienes participan en la cultura del delito. La concurrencia caravanera de actividades lícitas e ilícitas es toda una escuela cuyo tradicionalismo y cultura permite romper barreras entre unas y otras.

Existe, además, un alto nivel de connivencia, de colusión, con estas actividades tanto entre la clase política, fruto en ocasiones de intereses de Estado —a veces como forma de pago por cooptar a tal o cual etnia o clan en su lucha contra otro terrorista o insurgente o también como una forma de recompensar a una milicia afín—, como entre los aparatos de seguridad y los servicios aduaneros, cuya actuación se ve contaminada por la tolerancia y la proximidad a prácticas tradicionales. Además, los réditos de los tráficos ilícitos superan crecidamente sus habitualmente cortas retribuciones.

El crimen organizado también ha aprovechado la situación para establecerse, tanto ligándose a los cárteles latinoamericanos como estableciendo infraestructuras para la fabricación de drogas sintéticas que luego se trasladan a Europa.  También los yihadistas se sirven del malestar social, la falta de expectativas y la inseguridad en su beneficio y para el desarrollo de sus actividades.

Merece la pena referir que esta zona no es solo una sucesión de Estados fallidos, sino un territorio desarticulado pero coherente en su diversidad, donde el Estado es parte del problema por su debilidad, pero también parte de la solución por su necesidad de fortalecimiento como única opción válida para superar la coyuntura regional. En este sentido, podríamos entender el Sahel como el territorio fallido más extenso del mundo.

Y eso cuando la región, a poniente, se integra con el Magreb hasta formar un espacio único, un continuo que llega hasta el Mediterráneo. Así, los efectos de la guerra en Libia en 2011 alcanzaron hasta Nigeria. Las caravanas recorren este espacio en sentido Norte transportando, no pocas veces a un tiempo emigrantes, droga, terroristas… y banalizando el delito. Mientras, en dirección Sur, armas.

La región es, también, a poniente, el patio trasero de Marruecos y Argelia. Estos países, particularmente el primero, se han mostrado activos con esa parte de su entorno regional, lo que obliga a la concertación política.  Pero se han encontrado con la competencia rusa y el advenimiento de China.

Desde Europa, y atendiendo a su condición de frontera Sur, se ha buscado su estabilización. La integración Sahel-Magreb se plantea como una necesidad de estabilización y reconfiguración del flanco Sur de la Unión Europea. Por eso, el Ministro de Defensa español ya apuntaba en 2012 que “la seguridad de España va más allá de sus fronteras” y empieza «en países donde se genera inestabilidad.» De hecho, la Directiva de Defensa Nacional ha recogido como escenarios de «preocupación» el Norte de África, el Golfo de Guinea y el Sahel.

Así, el ataque en diciembre de 2012 del grupo yihadista Al Morbitun, integrado en Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) y liderado entonces por Moktar Belmokhtar, contra las instalaciones gasísticas de Tingatourine en Argelia constituyó un ejemplo palmario de los riesgos que implican estos grupos para la Seguridad Nacional y europea. Este ataque tuvo como consecuencia una importante disminución en el suministro de gas a España y también a Italia, principal perjudicada.

El riesgo de que un país de la envergadura de Mali (1,24 millones de km2) cayera en manos de grupos yihadistas motivó la operación Serval en 2013 que fue seguida en 2014 por la operación Barkhane e implico el desplazamiento de un relevante contingente francés; y también de fuerzas españolas como producto de una operación europea, el EUTM-Mali.

El esquema de cooperación regional seguido en este periodo y hasta la sucesión de golpes de Estado que se produjo entre 2021 y 2023, se asentaba sobre la Alianza Sahel, el G5 Sahel y la Coalición por el Sahel. Estos se encontraban centrados en el desarrollo regional, el desarrollo institucional y la capacitación de las Fuerzas Armadas con vistas a la lucha contra el terrorismo, el control de fronteras y la lucha contra el tráfico humano y el crimen organizado.

Como consecuencia de las circunstancias concurrentes y del clima provocado por la expansión del yihadismo, la región se ha visto sacudida por la aludida sucesión de golpes de Estado que ha supuesto la salida de las fuerzas francesas de países como Mali, Burkina-Faso o Níger. Estas se han visto sustituidas por la compañía Wagner cuyos métodos expeditivos, y que no resultan emulables por países que se denominen democráticos, parecen producir resultados a corto plazo. Y todo ello ha derivado en la salida de los europeos de la región y la entrada de la Wagner en lo que era un patio francés. Esto se inscribe en el declive de la presencia de Francia en el continente, en el África Occidental Francesa.

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         Imagen. Muertes por terrorismo 2007-2021.
  Fuente. “Global Terrorism Index 2022: Key findings in 6 Charts”. Global terrorism Index. https://www.visionofhumanity.org/global-terrorism-index-2022-key-findings-in-6-charts/

 

En cualquier caso, un Estado yihadista en el centro del Sahel constituye una amenaza para toda la región, pero también de un modo indirecto, para Europa. Este Estado podría operar como un santuario, esto es, donde los yihadistas podrían encontrar refugio, entrenamiento y avituallamiento, a semejanza del Afganistán talibán.

Con todo, es un hecho que, el Sahel se ha convertido en el epicentro del terrorismo mundial. En 2022 se produjeron en esta zona más muertes por terrorismo que en el Sur de Asia y Oriente Medio y Norte de África juntos. Y es que no son pocos los grupos yihadistas que se han formado en el Norte de África al hilo del efecto llamada de Al Qaeda. Así, han aparecido brotes yihadistas en Mauritania, Kenia, Níger, Burkina Fasso o Mozambique (con el grupo Ansar Al Sunna o Sunna Swajili).

Luego están grupos ya asentados en la región como el citado AQMI, Boko Haram, al Shabaab o la formación Grupo de Apoyo al islam y a los musulmanes, que es fruto de la fusión en 2017 de Ansar ad-Din, el Frente de Liberación de Macina, al Morabitun que es a su vez resultado de la unión de MUJAO y los conocidos como los Signatarios de la Sangre.

Tampoco conviene olvidar que Argelia, desde principios de los noventa, ha vivido una violencia que ha provocado en torno a 250.000 muertos; por ello no es raro, dada la experiencia adquirida, que algunos de los más significados participantes en los atentados del 11-M fueran argelinos. La guerra en Libia ha hecho de un país en el centro del Mediterráneo un Estado fallido generando un efecto dominó sobre Mali y desestabilizando significativas porciones del arco saheliano.

La desestabilización de países como Marruecos, Egipto o nuevamente Argelia que subyace en la pretensión de muchos de estos grupos, afectaría a millones de ciudadanos de esas nacionalidades y religión musulmana que habitan actualmente en Europa, agravaría el problema migratorio y la desigualdad Norte-Sur, ahondando en la desconfianza social.

El compromiso con la estabilidad del Sahel es una demanda de la propia seguridad. Y no hay seguridad, dicho sea de paso, sin desarrollo y justicia.

 

Federico Aznar Fernandez-Montesinos

 

[2] Para más información sobre Nigeria y el Sahel CASTIEN MAESTRO, Ignacio; AZNAR FERNÁNDEZ-MONTESINOS, Federico; CHEIKH AGNÉ, Mamadou. Panorámica Histórica y etnográfica del Sahel. Instituto Español de Estudios Estratégicos, 2018.

[3] MORA TEBAS, Juan A. “Sahel: un tsunami demográfico…¿reversible? “Instituto Español de Estudios Estratégicos IEEE 03/2018 17 de enero de 2018.

[4] TRANSPARENCIA INTERNACIONAL. Corruption Perceptions Index. Disponible en: http://www.transparency.org/research/cpi/overview