GAZA, PLAN DE PAZ SIN IRAN
El reciente Plan de Paz para Gaza, presentado en Washington por los presidentes Trump y Netanyahu, constituye una hoja de ruta complicada para resolver un conflicto complejo que por otra parte lleva abierto desde cerca de ochenta años; para su consecución, si llega a buen fin, van a ser necesarios, en cada tramo, esfuerzos sucesivos, difíciles, que van a condicionar la realización de los siguientes. Los 20 puntos constituyen una escalera de gran pendiente, insalvable por sus flancos, que será necesario subir para evitar el fracaso, y además no existe ninguna referencia a Irán, principal actor en la zona e impulsor de la lucha de Hamás, y de otros actores regionales, contra Israel.
La clave del acuerdo hay que situarla en la organización terrorista, en su aceptación del acuerdo, dado que sin su “extinción” del teatro del actual conflicto las demás clausulas quedarían sin efecto; Israel no aceptaría que su amenaza existencial, sus actos execrables, la retención de rehenes, quizás un acto que se ha vuelto banal por su duración, siendo abominable por su significación, no sea eliminada, como prevé el plan.
Hamás ha estado vinculado a la población de Gaza desde su creación y reforzada su presencia por su victoria electoral del año 2006; además el corte de Hamás, como podría ser Hezbollah, a pesar de ser aquella sunita, es la de constituirse en un verdadero gobierno que pretendía apoyar a su población, con una acción social que le proporcionara precisamente su inicial apoyo electoral y permanencia como factor primigenio de seguridad, en todos los sentidos. Estos aspectos vinculan Hamás a su población de una forma indeleble, aunque la hayan llevado al desastre actual por los actos del 7 de octubre, aspecto que podrían estar en la hoja de ruta de la organización terrorista, impulsada por Irán.
La amnistía para Hamás y la destrucción de sus sistemas de armamento, en especial cohetería, almacenada durante años en la red de túneles no será tampoco tarea fácil, dado que es muy posible en las organizaciones terroristas, y en España lo sabemos bien, que se produzcan intentos de resiliencia y recuperación de su capacidad operativa en el futuro. Es necesario apuntar que un servicio tan reconocido como el Shin Bet, de inteligencia interior y contrainteligencia israelí, cuyo jefe reconoció sus errores en la detección del atentado del 07 de octubre, no llegó a descubrir la intensidad y distribución de la potencia necesaria en Hamás para aquel, acumulada y financiada durante años.
En lo que respecta a la amnistía, razones jurídicas en Israel, parlamentarias en la Knéset, con mayoría ultraortodoxa, y cuestiones prácticas de arraigo en Gaza, con su población, es probable que hagan difícil su ejecución práctica y muy difícil la recuperación de los “ex Hamás” como ciudadanos palestinos constructivos de futuro.
Para aquellos que decidan exiliarse, sHesbollah, sera de Gaza, imposible en Cisjordania y resto de Israel, deberían ser “recogidos” en algún país árabe, reticentes siempre ante el peligro potencial que representan; su exilio en Irán, posible, en un país chiita aunque colaborador, tendría un carácter provocador para Israel que siempre los tendría en su punto de mira, al reforzar las capacidades de agresión de los persas; su ubicación en el Líbano, cobijados por Hesbollah, se antoja inadmisible para los judíos que tampoco lo permitirían en una Siria renovada aunque convulsa. Para los más reacios a abandonar su actividad armada les queda Yemen, por su común rencor a Israel, o Qatar, donde ya han recibido la advertencia de Israel sobre “recibir”a la organización terrorista en cualquiera de sus facetas organizativas.
La desaparición de Irán de los acuerdos, obvia dado el nivel de su animadversión declarada a Estado Unidos e Israel, progenitores del plan de paz, significa la fijación del “país de los ayatolas” como el problema que impide la solución del conflicto de Oriente Medio, y por tanto” el objetivo a batir” de alguna forma, militar de momento, si no cumple los acuerdos del Tratado de No Proliferación Nuclear suscrito, acepta la supervisión de la AIEA y asume las sanciones recientemente adoptadas.
Es necesario admitir que, si este acuerdo se hubiera implementado con Irán, el resultado hubiera sido espectacular y su eficacia duradera, pero dado que no es el caso y que el régimen de Teherán sigue inmóvil en sus planteamientos sobre su continuidad en la generación de material fisible por encima del límite de su aprovechamiento pacífico, la cuestión de la potencial amenaza sobre Israel sigue intacta y con ella la fijación judía y norteamericana sobre este adversario.
Sin duda, se le abre al país persa un escenario futuro difícil para el régimen actual, pues el giro de la situación que ha dado este proyecto de paz en Gaza desarma muchas conciencias opuestas a Israel y Estados Unidos en Oriente Medio, entre ellas la española oficial, y señala a Irán como obstáculo importante para obtener una paz duradera.
La posibilidad de que Rusia y China “socorran “al régimen de Teherán siempre es posible, vistos los fastos recientes de Beijing y la presencia del Presidente de Irán en el cortejo, pero llegan tarde en el relato que supone esta proposición de paz, audaz, compleja, con muchos obstáculos, pero una alternativa posible.
Ricardo Martínez Isidoro. General de División, r.
Presidente de la Asociacion Española de Militares Escritores