Jose Manuel Padilla Barrera, Teniente Coronel del Cuerpo de Ingenieros Politécnicos, asociado de AEME, nos recuerda los orígenes del Hospital Gomez Ulla, hoy convertido en Hospital publico, de uso civil y milutar, bajo la denominación de Hospital Central de la Defensa.
DON JUAN, LOS ACCIDENTES Y EL HOSPITAL GÓMEZ ULLA
Cuando se habla de Don Juan entre los componentes del Cuerpo de Ingenieros Politécnicos, antes Armamento y Construcción,todos entendemos que se está hablando del que fuera General Inspector del Cuerpo de Ingenieros de Armamento y C eonstrucción don Juan Cámpora Rodríguez, luego veremos por qué.
La vida profesional de don Juan está trufada por los accidentes.Seis fueron los que marcaron su existencia. cuatro los padeció personalmente. El primero ajeno y el segundo propio ocurrieron durante la guerra civil. Como no podía ser menos,su gran creación el Hospital Gómez Ulla,ese gran centro hospitalario,tal como lo conocemos existe gracias a dos accidentes,uno de ellos,quizás el más importante,lo sufrió personalmente.
En el mes de junio de 1938 se creó el Servicio Militar de Puentes y Caminos del Ejército del Norte, en ella se integró don Juan al mando de su Grupo de Zapadores que mandaba desde el inicio de la guerra. El jefe de ese nuevo Servicio era el teniente coronel Arbex, quien a los pocos meses murió en un accidente de automóvil. El nuevo jefe fue el coronel de Ingenieros Joaquín La Llave y el comandante Cámpora pasó a ser segundo jefe
El 11 de enero de 1939 a las 2 de la madrugada, en un puente recién volado por el ejército rojo en su retirada, don Juan cayó al fondo del barranco fracturándose la cabeza del fémur, estuvo dos meses hospitalizado y al darle el alta se le consideró Mutilado Útil. El accidente le dejó una cojera con un peculiar balanceo que le caracterizó para toda su vida.
Alguien le preguntó como saludo¿cómo anda don Juan? !Cojeando, coño! ¿No lo ve ?
Termina la guerra, el Servicio pasa a llamarse Servicio Militar de Puentes y Caminos de Cataluña, con la misma organización que el anterior y encargado de reponer la red viaria de esa región completamente destrozada por la guerra, continúa siendo su jefe el coronel La Llave, y don Juan, segundo jefe y director de las obras de todo el conjunto, pero esto no fue por mucho tiempo, La Llave asciende a general y al comandante Cámpora, por su experiencia y buen hacer, saltándose dos grados, se le nombra nuevo jefe. Quizás de no haber sido por el desgraciado accidente del teniente coronel Arbex, don Juan no hubiese alcanzado la jefatura de esa unidad que fue el germen del Servicio Militar de Construcciones y éste nunca hubiera sido creado.

El Servicio Militar de Puentes y Caminos de Cataluña no solamente tuvo que atender a los problemas de la red viaria catalana, sino que ante las múltiples peticiones que recibían los capitanes generales de ayuntamientos y otros organismos del estado, también tuvo que actuar en multitud de obras como mercados, viviendas e institutos. Se le llamaba constantemente para resolver problemas que a otros les parecía imposible resolver.
Pero esa situación llegó un momento que se hizo insostenible y don Juan, en febrero de 1943, agobiado por los problemas que tenía encima, se desplazó a Madrid, pidió audiencia al General Subsecretario para proponer crear una empresa del Estado que tuviera y conservara la historia del antiguo Puentes y Caminos y que pudiera ser de utilidad para el Ejército.
Lo consiguió. El 2 de marzo de 1943 se promulgaba el Decreto Ley que creaba el Servicio Militar de Construcciones. Se le pidió entonces a don Juan que se integrase en el Cuerpo de Ingenieros de Armamento y Construcción, creado hacía sólo tres años, lo mismo hicieron los comandantes Laguna, Descárrega y Asensio que formaron el primer cuadro de mandos del nuevo Servicio.
Ese decreto de creación establecía dos cargos que encabezaban el organigrama, el de gerente y el de director técnico, se decidió que el comandante Cámpora ocupara los dos al considerar que nadie conocía la organización tan bien como él y que desde luego nadie tenía un entusiasmo tan grande para sacarla adelante .Pero se presentaba un problema, seguro que iba a tener bajo sus órdenes a compañeros más antiguos y de más categoría, alguien encontró una solución salomónica, puesto que el nuevo organismo autónomo iba a estar compuesto en su mayor parte por personal civil, lo mejor sería que vistiera de paisano y que se le llamase don Juan. Con este apelativo se la ha conocido durante su larga carrera oficial.
Al poco, solo un año después, tiene un nuevo accidente al trasladarse desde Barcelona a Burgos. Allí le opera el doctor Vara López, quedando hospitalizado en su clínica tres meses, aunque no se da de baja, su cama de hospital se convirtió en la mesa de despacho de la Gerencia del Servicio y en su habitación tenía las reuniones con los ingenieros de obras. Pero el doctor Vara López, aparte de un magnífico cirujano, era un gran innovador de las instalaciones hospitalarias y don Juan en sus charlas con él empieza a interesarse por la ingeniería de esa especialidad.
Desde su fundación hasta principios del año 1967 permanece don Juan en el Servicio Militar de Construcciones, durante todos esos años fue Director Técnico, y en dos períodos de 1943 a 1946 y de 1957 a 1963 fue también su Gerente. En todo ese tiempo la colaboración del Servicio con el Ministerio de Obras Públicas fue permanente. La primera planta de hormigón asfáltico que vino a España fue comprada por el Servicio , con ella se hicieron la reparación del Puerto de Despeñaperros y la primera pista de vuelo del aeropuerto de Barajas. En una casi mágica operación financiera don Juan, como Gerente, adquirió una flota de 50 camiones Magirus pagando el dólar a 30 pesetas, cuando ya en pleno plan de estabilización el dólar había alcanzado las 60. El 13 de enero de 1967 asciende a general de brigada. Lo natural era que siendo general se hubiera perpetuado como Gerente del Servicio, pero don Juan, por esas colaboraciones y esas operaciones financieras se había ganado enemigos, y fue destinado a la Dirección General de Fortificaciones y Obras como segundo jefe, donde se consideraba que tendría poca libertad de movimientos y donde se daba por seguro que no tenía posibilidad de ascender. Pero los que así pensaban, como veremos a continuación, se equivocaron de medio a medio.
Al poco de incorporarse a su nuevo destino padece su tercer accidente, se fractura la cabeza del húmero y tuvo que ingresar en el Hospital Central Gómez Ulla. Aburrido en su habitación individual reservada sólo para generales, se dedicó a estudiar personalmente los problemas que tenía el hospital y decidió, sin más, hacer uno nuevo con una concepción totalmente distinta de la que tenía en ese momento y también distinta de la del Hospital Militar de Valencia que se había proyectado y construido bajo su dirección. Gracias a ese accidente nació el Nuevo Gómez Ulla, de momento, sólo en la mente de don Juan. Necesitaba colaboración e información, estableció amistad para ello con tres médicos , Juan Pablo D´Ors, Bernardino López Romero y Justo González Álvarez a los que les expuso su idea y les pidió que le dedicaran cada día unos minutos de su tiempo y así fue, todos los días se reunían un buen rato para tratar de definir cómo debería ser el nuevo hospital.
Pasados dos meses desde su ingreso fue dado de alta y al despedirse del General Director le mostró el resultado de los trabajos con los tres médicos y un croquis de lo que creía que podía ser el nuevo hospital. El Director sorprendido le preguntó con qué medios contaba para tamaño empeño. La respuesta define exactamente lo que era don Juan:
Con mucha ilusión y con los tres principios fundamentales que yo explicaba en mi clase de la Academia de Segovia: Voluntad de vencer, acción de conjunto y sorpresa
Reincorporado a su destino en la Dirección General de Fortificaciones y Obras, hizo presente al Director General su idea y le propuso comenzar a estudiar la posibilidad de un nuevo hospital. Encontró lo que ya esperaba, la negativa más absoluta.
Había que empezar a aplicar el primer principio, la voluntad de vencer, decidió organizarse por su cuenta para redactar un tanteo inicial, de acuerdo con la filosofía que ya tenía estudiada. De nuevo necesitaba colaboración, recurrió para ello a dos de los ingenieros destinados en la Dirección, los dos Emilios, Ramos Estaún y López González de Echavarri. Les propuso formar un gabinete técnico en la sombra, porque el trabajo tenía que ser secreto, ya que no estaba autorizado para hacerlo. Ambos pensaron que aquello era una fantasía irrealizable y dejaron pasar el tiempo sin contestar. Pero don Juan les llamó y les insistió para que tomasen una decisión y volviendo a sacar a la luz sus principios les dijo que él ponía su voluntad de vencer y ellos integraban la acción de conjunto. Como era de esperar no pudieron decir que no y empezaron a trabajar. Estos trabajos previos duraron más de dos años.
Y llega lo que don Juan llama efecto sorpresa. Hacia enero de 1969, en una visita del Director del Gómez Ulla, cosa que hacía frecuentemente, a su despacho y sin que él se diera cuenta, éste recogió los bocetos y tanteos que tenían redactados y se los llevó al Estado Mayor Central consiguiendo que este organismo ordenara a la Dirección General de Fortificaciones y Obras la redacción de un programa de necesidades para un nuevo hospital. Nadie se puede creer que no se daba cuenta de que le sustraían documentos de su mesa, es evidente que esto era una maniobra del propio don Juan, precisamente para eso, para provocar la sorpresa. La orden llegó justo el día en que el Director General pasaba a la reserva, aunque esto no suponía mucha mejora, porque el 5 de febrero de ese mismo año fue nombrado nuevo Director General el general José del Castillo Bravo que venía de ser Inspector de Obras de la Comandancia Central y además le tapaba a don Juan la posibilidad de ascender. Algo se había conseguido, al menos, ya no había que trabajar en secreto.
El trabajo del programa de necesidades acabó siendo un libro de 170 folios en el que se especificaba con todo detalle cómo debería ser el hospital con su nueva y especial filosofía. El Ministro del Ejército, general Castañón de Mena llamó a don Juan para decirle, que consideraba que habían redactado un verdadero tratado de arquitectura hospitalaria. Y el general Castañón de Mena sabía lo que decía porque también era arquitecto, y ese título no era un cuadro colgado en su despacho, fue un arquitecto de gran prestigio en su época, especializado en arquitectura rural.
El programa de necesidades fue aprobado y se comenzó la redacción del anteproyecto con pocas posibilidades de salir adelante con su principal valedor en un puesto de segundo plano. Pero un trágico accidente cambió por completo el panorama. El día 8 de agosto de 1970 el general José del Castillo Bravo y su esposa murieron en un accidente de automóvil y menos de dos semanas después, el 21 de ese mismo mes, el general subinspector del Cuerpo de Ingenieros de Armamento y Construcción Juan Cámpora Rodríguez es promovido a inspector y nombrado Director General de Fortificaciones y Obras. Eso era un viernes y al lunes siguiente fallecía, precisamente en el Hospital Gómez Ulla, su mujer, Julia.
Como antes decía, dos accidentes fueron determinantes para la existencia del nuevo hospital, el primero para que don Juan decidiera crearlo de la nada, el segundo para que pudiera construirlo.
El anteproyecto seguía adelante en su redacción pero empezaban las dificultades económicas, el Ministerio del Ejército no disponía ni de lejos de lo créditos necesarios para poder acometer tan importante obra. Así llegó el año 1972, el anteproyecto terminado pero sin vía libre para ejecutarlo. Don Juan, como siempre hizo, cogió el toro por los cuernos, se fue a ver al ministro y le propuso encargarse personalmente de la busca de crédito. El ministro lo autorizó inmediatamente, se quitaba un problema de encima, aunque estaba convencido de que no iba a conseguir nada.
Pero don Juan contaba con una baza importante, tenía como segundo en la Dirección al general José Luis del Corral Saiz, que había ascendido en su vacante el 28 de septiembre de 1970. Los un tanto antiguos como yo lo recordamos de profesor en la Escuela, en la década de los 60. Pero quizás se le recuerde más porque, en esa época era el conseguidor de los Seat 600, en aquellos años había que hacer una cola, que podía llevar largos meses, para poder comprar uno y el teniente coronel Corral, hombre muy introducido en el mundo financiero que pertenecía al Consejo de Administración de la Seat, adelantaba los trámites hasta hacerlos casi inmediatos.
En este caso José Luis del Corral también actuó de conseguidor, aunque de algo muchísimo más importante. Era amigo de Laureano López Rodó, Ministro del Plan de Desarrollo, y le presentó el programa de necesidades económicas que don Juan había preparado. López Rodó tenía instrucciones de no incluir en el Plan de Desarrollo a los ministerios militares, sin embargo dándose cuenta de la importancia del proyecto , lo dotó con 2.500 millones para el año 72 y otros tantos para el año siguiente, eso sí, sin hacer referencia al Ministerio del Ejército, sólo utilizando la denominación de Hospital Gómez Ulla. Una pequeña irregularidad permitió que el gran sueño de don Juan saliera adelante. Era lo habitual a lo largo de su vida.
En ese año 1972, don Juan sabía que el 8 de noviembre del año siguiente pasaría a la reserva por lo que tendría que dejar la dirección de las obras del nuevo hospital, justo en el momento de su mayor auge. Pero era hombre previsor, en otra de sus maniobras de hábil taumaturgo consigue que el Consejo de Ministros en su reunión del 9 de junio, autorice la ejecución de las obras del hospital por el sistema de Administración con colaboradores y acuerde la constitución de un Órgano de Gestión técnico-administrativa, que se responsabilice de la realización de las obras en las mejores condiciones técnicas, económicas, de plazo y coordinación con los actuales servicios. En cumplimiento y desarrollo de ese acuerdo el sábado, 30 de septiembre de 1972, el Diario Oficial del Ministerio del Ejército publica un decreto por el que se crea el “Órgano Rector de las Obras del Nuevo Hospital Militar Central Gómez Ulla, en Madrid .Lo firma el ministro Castañón de Mena. El 23 de noviembre de 1973, se publica una orden por la que se nombra Jefe de ese Órgano Rector al General Inspector del Cuerpo de Ingenieros de Armamento y Construcción don Juan Cámpora Rodríguez, en situación de reserva .Lo firma el nuevo ministro Francisco Coloma Gallegos.
Ese Órgano Gestor en su parte técnica lo formaban un grupo de ingenieros dedicados cada uno a su especialidad, cinco eran sus áreas: Arquitectura, Estructuras, Instalaciones eléctricas, Instalaciones especiales y Aire acondicionado coordinados todos por un Ingeniero Jefe que siempre fue don Juan.
En marzo de 1986 se termina el edificio de Maternidad y con ello quedó totalmente construido el Nuevo Hospital Gómez Ulla hijo, como todos comentamos y decimos, del Espíritu Santo, aseguraba don Juan. Esto venía a cuento porque en el año 1979, el 10 de abril, el Órgano Gestor publicó, en Abc un pequeño recuadro, el anuncio de un concurso, que se imprimió rodeado en la totalidad de la página por Oraciones al Espíritu Santo.

Siete años después de acabada su gran obra, llega el último y definitivo accidente. Un día ventoso en Madrid una sombrilla de la terraza de un bar salió volando, chocó contra don Juan que paseaba por la acera, le hizo caer y, torpe como estaba, se golpeó la cabeza con el bordillo, desde allí ingresó en su nuevo hospital donde tenía pequeños episodios de lucidez, yo lo visité , me conoció y me preguntó que cómo iba mi Zona.
En su edición del día 16 de marzo de 1993 el diario Abc publicaba dos esquelas, ambas en su encabezamiento decían:
Excenlentísimo Señor, Don Juan Cámpora Rodríguez. Falleció en Madrid el día 15 de marzo de 1993.
Todo lo que cuento en estas líneas lo he obtenido del cuadernillo de memorias que don Juan dictó en 1986, de la hemeroteca de ABC, de la Biblioteca Virtual del Ministerio de Defensa y de mis propios recuerdos porque durante muchos años don Juan pasó el mes de agosto en Tenerife. Hacia las 10 de la mañana le enviaba el coche a recogerlo a la Residencia de Paso Alto, y mientras su segunda mujer, que también se llamaba Julia, bajaba a la piscina, él se venía a mi despacho del Servicio Militar de Construcciones, allí lo dejaba cuando me iba a las obras y a mi regreso manteníamos largas charlas, don Juan hablaba y yo escuchaba. Mi despacho y mi teléfono fueron bastantes veranos el despacho y el teléfono del Ingeniero Jefe del Órgano Gestor de las Obras del Nuevo Hospital Central Gómez Ulla.
JOSÉ MANUEL PADILLA BARRERA .
Teniente Coronel del Cuerpo de Ingenieros Politécnicos.
De la Asociacion Española de Militares Escritores.
Bibliotecario del Casino de Tenerife.