El poder marítimo, solución contra los poderes continentales dictatoriales
Tras décadas de un mundo unipolar, la lucha entre potencias ha vuelto. Pero en realidad nunca ha dejado de haber diferencias sobre el modelo de gobierno, la lucha por los recursos y la geopolítica, con dos perspectivas claras: Poder Continental vs Poder Marítimo. Para las potencias continentales, el índice del poder es el territorio. Para ello, dedican grandes recursos a la defensa, ya que para justificar su poder necesitan un gran enemigo y fabrican amenazas a la seguridad que conducen a más guerras.
En cambio, los estados marítimos, que cuentan con el mar para defenderlos de sus adversarios, consideran la riqueza, no el territorio, como la fuente de poder, e impulsan el comercio internacional. Esto ha dado lugar a un orden marítimo basado en normas, que protege a todos los que aceptan este modelo. Principio del formulario
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China, Irán, Corea del Norte y Rusia, quieren socavar este orden porque sus líderes consideran que las sociedades más liberales representan una amenaza existencial para sus visiones de gobierno y seguridad nacional.
Estados Unidos puede prevalecer en esta segunda guerra fría, al igual que en la primera, si se aferra a las estrategias del poder marítimo, que trajeron prosperidad en los últimos 50 años. Pero si regresa a un paradigma continental, erigiendo barreras, amenazando a sus vecinos y socavando las instituciones globales, es probable que fracase.
Las ventajas del libre comercio
Alrededor de la mitad de la población mundial vive junto al mar, las zonas costeras generan dos tercios de la riqueza mundial, el 90 % de los bienes comercializados llegan a su destino a través de los océanos, y los cables submarinos representan el 99% del tráfico de comunicaciones internacionales. Los mares conectan a todos con todo. Ningún estado puede mantenerlos abiertos por sí solo, pero una coalición de estados costeros puede hacerlos seguros para el tránsito. Los países que se benefician del orden marítimo son mucho más ricos que aquellos que buscan socavarlo. Incluso quienes pretenden derrocar este sistema, como China, se ha beneficiado después de unirse al orden marítimo al final de la Guerra Fría. Las economías de Irán y Rusia son solo una fracción de lo que podrían ser si se unieran a ese orden basado en reglas.
Generando desorden
Las potencias hegemónicas continentales para desestabilizar a los países vecinos, en la actualidad, los inundan con noticias falsas para fomentar el resentimiento interno y los desacuerdos regionales. Esas potencias siguen dos reglas: evitar las guerras en dos frentes y neutralizar a las grandes potencias vecinas. Pero como consecuencia de su expansionismo, los poderes continentales a menudo se exceden en el área geográfica a controlar, se quedan aislados, y eventualmente, en riesgo de colapso., como le paso a la URSS, o al Japón o a la Alemania de la II GM.
Pero también le paso a los EEUU tras la I GM, con el sentimiento del América Primero, promulgaron aranceles que profundizaron la Gran Depresión y prepararon el terreno para una repetición de la guerra mundial. En cambio, tras la segunda guerra mundial, a diferencia de lo ocurrido después de la primera, Washington no se sumió en el aislacionismo, ayudando a sus socios a reconstruirse y actuando como garante de un sistema internacional que creó en cooperación con sus aliados de posguerra, para preservar la paz. Estas instituciones prosperaron en Europa hasta que el presidente ruso Vladímir Putin invadió Ucrania.

Las potencias perturbadoras
Putin ha dejado claro su intención de expandir las fronteras de Rusia. Su objetivo inicial es el control de Ucrania. «Hay una vieja regla: dondequiera que un soldado ruso ponga un pie, es nuestro», dijo Putin. Pero Ucrania puede ser sólo el primero de sus objetivos.
Al igual que durante la primera Guerra Fria Moscú busca desmembrar Occidente tanto desde fuera como desde dentro. Desde la Revolución Bolchevique, los rusos han destacado por su propaganda. La emplearon para promover con éxito el comunismo en todo el mundo, y ahora, Rusia utiliza la propaganda para difundir la ficción de que la OTAN amenaza a Rusia, y no lo contrario.
Las redes sociales han incrementado la capacidad de Rusia para sembrar discordia en el extranjero, como la guerra en Ucrania que separa a Estados Unidos de Europa y a los diferentes estados europeos entre sí, debilitando tanto a la OTAN como a la UE. Contribuyó a promover el Brexit, a generar flujos migratorios masivos al apoyar a las fuerzas del dictador Bashar al-Assad durante la guerra civil siria y al desestabilizar África, enviando refugiados a Europa en masa. Ello facilita el auge de la derecha aislacionista del continente.
Y sobre China su decisión de integrarse al orden mundial actual sugería que, a pesar de su gobierno autoritario, podría estar adoptando una perspectiva marítima. Y construyó una gran armada. Pero no puede desplegarla de forma fiable en tiempos de guerra debido a los mares estrechos, poco profundos, insulares y cerrados que rodean sus costas. Esto la asemeja mucho a Alemania, que construyó grandes armadas que no pudo utilizar de forma fiable en ninguna de las dos guerras mundiales. China depende aún más del comercio y las importaciones que Alemania en aquel entonces, en particular de la energía y los alimentos.

Como Ucrania ha demostrado con el hundimiento de buques rusos, los drones pueden cerrar mares estrechos. China tiene trece vecinos en tierra y siete en el mar, y no le faltan desacuerdos con ellos. Estos vecinos pueden bloquear el tráfico mercante de China y hacer peligrosa su navegación naval, pero la mayoría de sus vecinos costeros, en cambio, no necesitan atravesar el Mar de China Meridional para llegar a mar abierto: Indonesia, Malasia, Filipinas y Tailandia, así como Taiwán, tienen costas alternativas en mar abierto, lo que dificulta su bloqueo.
Al igual que Rusia, China mantiene una perspectiva continental. Además de las reivindicaciones territoriales sobre Japón y Filipinas y su amenaza de apoderarse de Taiwán, Pekín aspira a territorios de Bután, India y Nepal. Los chinos aún tienen dos nombres para sí mismos: el reino central o el aún más grandioso todo bajo el cielo: un orden mundial completo que se extiende por sí mismo y por todas las tierras que conquista.
Pekín, a diferencia de Moscú, aún no ha lanzado guerras de agresión abiertas. Pero libra una guerra financiera con sus préstamos predatorios de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, o en África, que endeudan a sus beneficiarios. Lleva a cabo una guerra cibernética, pirateando la infraestructura crítica de otros países y robando sus secretos. Participa en una guerra por los recursos limitando las exportaciones de minerales de tierras raras, una guerra ecológica represando los ríos Mekong y Yarlung Tsangpo en el sudeste asiático e inundando Estados Unidos con fentanilo o incluso realizando incursiones en territorio indio.
¿Hay alguna solución?
Occidente debería aprovechar la gran fortaleza del mundo marítimo contra la gran debilidad de los poderes continentales: sus diferentes capacidades para generar riqueza. Deberían excluirlos de los beneficios del orden marítimo sancionándolos hasta que dejen de violar el derecho internacional, dejen de lado la guerra y adopten la diplomacia. A diferencia de los aranceles, que son impuestos a las importaciones para proteger a los productores nacionales, las sanciones ilegalizan las transacciones selectivas para penalizar a actores perturbadores. Uno de los factores básicos para la victoria americana en la guerra fría, fue su inteligente política de alianzas. Por ello, Estados Unidos debería centrarse en mantener no solo su propia prosperidad, sino también la de sus socios, para que puedan unirse contra los agresores. Y deberían incluir a los países que se ven acosados por las potencias continentales dictatoriales, cuya resistencia debilita a sus enemigos. Occidente ahora debe ayudar a Ucrania mientras sea necesario. Cuanto más se prolongue el conflicto en Ucrania, más débil se volverá Moscú, lo que la expondrá a una posible depredación china. Si el régimen actual de Rusia cayera, la consiguiente lucha sucesoria la obligaría a reducir sus compromisos exteriores, como ocurrió con la Unión Soviética durante la Guerra de Corea, cuando la muerte de Stalin provocó la rápida conclusión de dicho conflicto.
Conclusiones
Lo que está en juego en el choque entre el orden continental y el orden marítimo, basado en normas, nunca ha sido tan importante. Si los conflictos en Ucrania, en toda África y entre Israel e Irán se expanden y fusionan, podría desatarse una catastrófica tercera guerra mundial. A diferencia de las anteriores, todos estarían expuestos a ataques nucleares y sus consecuencias tóxicas. Pero las reflexiones de Washington sobre la absorción de Canadá, la apropiación de Groenlandia y la recuperación del Canal de Panamá, en el peor de los casos, romperán las alianzas occidentales. Una mala estrategia podría transformar a Estados Unidos de potencia esencial a potencia irrelevante, a medida que los antiguos socios formen nuevas alianzas que excluyan a Washington.
Los europeos se fortalecerán juntos, dejando a Estados Unidos más débil y solo. En el peor de los casos, Washington podría convertirse en el principal adversario compartido de China, Irán, Corea del Norte y Rusia, sin aliados que lo ayuden. Pero incluso, podría tener que combatir con Pekín solo. Y podría tener dificultades para prevalecer. China tiene casi tres veces más población que Estados Unidos y una base manufacturera mucho mayor. Posee armas nucleares que pueden alcanzar territorio estadounidense y podría no tener reparos morales en usarlas y Estados Unidos también podría mostrarse menos reticente a desplegar su arsenal.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, EEUU, había logrado aliados en todo el mundo. Pero ese capital moral, ganado a un alto precio, se está perdiendo. El regreso al principio de América Primero está reduciendo los aliados de todo el mundo. Y hay que reconocer qué en los últimos 80 años, EEUU, ya ha creado muchos enemigos que disfrutarían viendo a Estados Unidos derrocado. Aunque es difícil que lo haga, EEUU debería de revisar sus acciones en los últimos meses, tanto en su política arancelaria, como en su mediación en la guerra de Ucrania, aliándose con el invasor y haciendo desprecios a sus socios europeos y asiáticos. Son hechos comprobados, que esta actitud, no pueden traer nada bueno, ni para EEUU, ni para la paz y el orden global.