Jose Manuel Grandela Durán, asociado-Colaborador de AEME, redacta este trabajo sobre un tema, que está desbordado por la tecnología de las telecomunicaciones en uso, pero que conviene recordar como parte de la historia militar reciente. El trabajo se ha realizado para su publicación en el numero 138 de la revista MILITARES pero se adelanta en esta pagina web como colaboración a la semana de las Fuerzas Armadas 2025.
Génesis y desarrollo de las Transmisiones aladas del Ejército español en el siglo XIX.
Introito. –
El título de “Transmisiones aladas”, tan extraño hoy día, era el más común, a caballo de los siglos XIX y XX, para hablar de la Colombofilia (Nota 1) y de sus pupilas, las palomas mensajeras, como competidoras de los muy eficaces telégrafos óptico y eléctrico, en uso entonces. Un sinnúmero de añejos manuales, periódicos o reglamentos militares nos recuerdan tal enunciación como la más manida de la época. (Fig. 1)
No está de más el ofrecer una reseña mínima del origen castrense del Telégrafo alado en España. Dejando atrás las citas bíblicas, y las aplicaciones reales de las edades Antigua, Media y Moderna, recalamos en la Contemporánea, y más exactamente en las postrimerías del siglo XIX, cuando la Guerra Franco-Prusiana (1870/71), dio pie al empleo masivo de las palomas mensajeras en el París sitiado por los ejércitos del káiser Guillermo I.
Puedo resumir, sin extenderme en exceso, que durante los 4 meses que duró el asedio de la capital de Francia, ascendieron 64 globos aerostáticos con 91 pasajeros y 363 palomas mensajeras, de las que sólo 57 volvieron a su palomar parisino. Y a pesar de ello, y gracias a la incipiente microfotografía, pudieron llevar consigo, sujetas a una pluma de la cola, nada menos que cien mil cartas, “colombogramas”, y despachos de todo tipo. (Fig. 2).
Ya que la voz colombograma, no es del dominio público, e increíblemente la Real Academia de la Lengua la ignora, diré en cambio, que la Real Academia de Ingeniería si la reconoce, y la define como: “Mensaje escrito postal enviado por paloma mensajera”. Pero con mayor concreción se puede leer en las Historias de El Pardo: “Colombograma era el nombre que se le daba a los impresos de telegramas que eran transportados por las palomas mensajeras. Como es obvio, el tamaño del impreso era mínimo y el papel muy fino, con el objeto de poder ser doblado en varias partes, y a su vez enrollado sobre sí mismo, para luego introducirlo en un tubito de transporte hermético, que se ataba a una de las patas de la paloma.”
Aquella masiva y eficaz experiencia del Paris sitiado y su telégrafo alado, alertó a muchas naciones, entre ellas España, que tomaron buena nota de la eficacia de la colombofilia para su uso en paz, y muy especialmente en guerra.
El telégrafo alado.-
La primera aproximación de este autor a estas aves mensajeras, ocurrió durante la inolvidable “Mili”, precisamente en el histórico Regimiento de Transmisiones de Ejercito de El Pardo, allá por 1966. Una vez cumplido debidamente el “Servicio a la Patria”, se me quedó una semilla de curiosidad que, años después brotó de nuevo en un ambiente totalmente ajeno, el del estudio de la evolución de las Comunicaciones a lo largo de la Historia. (Fig. 3)
Pero volvamos a nuestra historia. En el año 1872, el ciudadano francés Víctor de la Pierre de Roo, experto e ilustre colombófilo, donó una pareja de palomas mensajeras de raza belga, al efímero Rey Don Amadeo de Saboya. Su valiosa experiencia como organizador de las comunicaciones por medio de palomas mensajeras durante el sitio de Paris, fue garantía para, con la cooperación del senador Mariano de la Paz Graells y Agüera, y el aval del Ministerio de la Guerra, se planificara la primera red de palomares militares en España. (Fig. 4)
A resultas de una cría controlada y los debidos entrenamientos, contando ya con un abundante retén de aves, se intentó una primera suelta de 150 palomas desde Madrid, con un resultado de lo más desalentador, ya que, tras muchos días de inquietud, sólo siete palomas llegaron a sus palomares belgas.
Sin embargo, en una prueba posterior, esta vez desde San Sebastián, fueron liberadas 16 aves, también belgas, y todas ellas llegaron sanas y salvas a primera hora de la mañana a su palomar en Lieja (Bélgica), tras cubrir 990 km. Fue probablemente la mayor distancia recorrida en un vuelo directo en aquella época.
En 1873, se celebraron en el entonces Ateneo del Ejército y de la Armada, unas jornadas tituladas “Aplicaciones de la Historia Natural al Arte Militar. Las palomas mensajeras.” El conferenciante, Mariano de la Paz Graells, avaló el decisivo protagonismo que las palomas mensajeras podrían tener, en caso de que nuestro país fuera atacado, como lo había sido por los ejércitos napoleónicos, y proponía la instalación de una tupida red de palomares por toda la Península ibérica, para mantener una comunicación fluida y rápida entre los Estados Mayores y las unidades militares dispersas por el país, y añadía: “También debería dotarse a la Marina de palomas mensajeras enjauladas y procedentes de la estación central y de las del litoral en cuyas aguas tuviesen que cruzar los buques de guerra, para facilitarles comunicar con prontitud cuanto en el servicio les ocurriese.”
El 9 de enero de 1875 una paloma mensajera anunció a España y al mundo la llegada desde el exilio, del joven rey Don Alfonso XII, que venía a tomar posesión del trono español, en virtud de su proclamación en los campos de Sagunto el 29 de diciembre de 1874.
El flamante y joven monarca había embarcado en Marsella, procedente de París, rumbo a Barcelona en la fragata “Las Navas de Tolosa”, y las autoridades barcelonesas salieron en el buque “Jaime II” para recibir al Monarca. También iba a bordo el director de la Agencia Telegráfica Fabra, Don Nilo María Fabra y Deas, que llevaba consigo una cesta con 12 palomas mensajeras. Al amanecer del día siguiente, el vapor “Jaime II” divisó en el horizonte la flota que conducía al Rey, noticia que fue transmitida a tierra por una paloma mensajera cuyo colombograma decía: “En el mar, vapor Jaime II, 9 de enero, 6 y 50 mañana, hemos avistado a Navas de Tolosa, que conduce Rey, delante de Tordera”.
Este colombograma adquirió fama universal, dentro del mundo de la comunicación de su época. Las mensajeras fueron soltadas a 70 kilómetros de tierra, salvaron la distancia en 50 minutos, a más de 84 km/h, y a las 7 y 40 horas de la mañana llegó a Barcelona el esperado mensaje, que fue llevado a la redacción del “Diario de Barcelona”, en cuya edición de la tarde, se publicó en la sección telegráfica. (Fig. 5)
Aquel acontecimiento, y el medio empleado para anunciarlo urbi et orbi, no pasó desapercibido por las altas testas castrenses que, con el decidido apoyo del Ministerio de la Guerra, gestaron por fin la primera red de palomares militares en nuestra Patria, haciéndose realidad con la Real Orden de 17 de enero de 1879, que creaba un palomar central en Guadalajara, en el acuartelamiento de San Carlos, adscrito al 2º Regimiento de Zapadores-Minadores, bajo la tutela de la Academia de Ingenieros Militares. (Fig. 6). Aquel palomar central inició su voladura con 120 palomas compradas a Bélgica.
En el Memorial de Ingenieros nº 63, del año 2000, el Capitán de TRS. D. Félix Hernanz Beltrán, cita: “…como utilización curiosa de la época, los enlaces en la actual Guinea, durante las expediciones de 1882, siendo una de las primeras utilizaciones de palomas europeas en zonas tan meridionales.”
Tan interesante acotación nos ha animado a acudir a los legajos y hemerotecas pertinentes, donde hemos encontrado interesante información, sobre un territorio del que ignoramos casi todo, a pesar de haber pertenecido a España durante 190 años.
Descubrimos en el diario vespertino La Época, la siguiente crónica, que transcribimos literalmente: “El comandante del portón Ferrolano, de estación en Fernando Poo, D. Dionisio Shelly, (Subgobernador en Elobey Chico), ha llevado a cabo, con el mejor éxito, curiosas experiencias con palomas mensajeras por las costas del Archipiélago.
El ensayo es, no solo laudatorio, sino útil e importantísimo, puesto que, careciendo de hilos telegráficos aquellas islas entre sí, la comunicación en épocas anormales sería imposible, o muy dificultosa cuanto menos, sin el auxilio de las citadas palomas.” (La Época, 2 marzo 1893)
Para ampliar el tema, hemos accedido a la revista mensual ilustrada La Paloma Mensajera, órgano oficial de la Sociedad Colombófila de Cataluña, que publicó este texto: “Las posesiones españolas en África, en el Golfo de Guinea, se comunicaban entre ellas en 1892 por medio de las palomas mensajeras, enviadas por la Sociedad Colombófila de Cataluña, con la autorización concedida por la Real Orden de 28 de abril de 1891. Añadía la crónica, que tal telégrafo alado tenía lugar en la isla de Fernando Poo en 1892, y la primera paloma con mensaje llegó a su capital Santa Isabel, soltada en alta mar desde el cañonero de la Armada Española “Pelicano”. (Fig. 7)
El Servicio de Aerostación Militar fue creado en España por real decreto de 24 de diciembre de 1884, asignándoselo a la 4ª Compañía del Batallón de Telégrafos, aunque no dispuso de material hasta 1889. La necesaria simbiosis globo aerostero-paloma mensajera, estimuló la aparición en 1886 del primer Reglamento para el Servicio de los Palomares Militares, a cargo del Cuerpo de Ingenieros Militares, cuya red debía componerse de 18 palomares ubicados en las plazas de Madrid, Valladolid, Ciudad Rodrigo, Badajoz, Tarifa, Córdoba, Málaga, El Ferrol, Oyárzum, Pamplona, Jaca, Zaragoza, Figueres, Valencia, Palma, Mahón, Ceuta y Melilla. (Fig. 8)
El propio jefe del Servicio de Aerostación, Pedro Vives Vich, viviría varios años bajo el palomar construido a tal efecto en el Cuartel de San Carlos. En el año 1888, se le entregó el mando de la comandancia de Ingenieros de Málaga, donde ascendería en 1892 al grado de comandante, y es precisamente en este período, cuando Vives se convirtió en jefe del Palomar Militar de Málaga. Su entusiasmo por las palomas mensajeras y su utilidad manifiesta, le indujeron a escribir en 1891 la «Instalación y régimen de los palomares de mensajeras».
En 1890 la Revista-Científico-Militar y Biblioteca Militar, ubicada en Barcelona, publicó el completísimo estudio “Las Palomas Mensajeras y los Palomares Militares”, (Fig. 9) del capitán de Ingenieros Don Lorenzo de la Tejera y Magnin que, a lo largo de sus 78 páginas, detallaba pormenores de la Telegrafía Alada, de los Despachos Peliculares Fotomicrográficos, así como los requisitos para la instalación y formación de un palomar, su emplazamiento e instalaciones, la incubación y cría de las palomas y, naturalmente, la organización del servicio, alimentación, régimen del palomar, educación de las palomas, transporte, sueltas, higiene, envío y recepción de despachos, y formularios de registros y anotaciones. (Fig. 10) Incluye este estudio un mapa con el primer censo europeo de las ciudades con palomares militares en el que destacaba España, a la cabeza con el mayor número de palomares militares: España 18, Alemania 17, Francia 16, Portugal 14, Italia 14, Austria 6, Rusia 5, Suiza 4, Dinamarca 1, y Suecia 1. (Fig. 11)
En 1892, el General Jefe de las Comunicaciones en el informe al ministro Azcárraga, habla del “…desusado celo y laboriosidad del mencionado Jefe…”, y pide para Pedro Vives la Cruz al Mérito Militar con distintivo blanco, que le es concedida y pensionada con el 10 por 100 del sueldo del empleo de Comandante, por la Memoria presentada sobre el Palomar militar de Málaga. (Gaceta de Madrid nº 99. 8 abril 1892) (Fig. 12)
En el proceso de las primeras ascensiones, cautivas y libres, se incorporó como una espontánea aeronáutica la reina regente María Cristina de Habsburgo-Lorena, aprovechando unas maniobras que dicha Compañía efectuaba en la Casa de Campo de Madrid, el 27 de junio de 1889. Para asombro de los presentes, S.M. pidió subir al globo, siendo acompañada por el coronel Licer de La Torre Ayllón, elevándose hasta los 300 metros, convirtiéndose en la primera reina de la Historia que subió en globo. (Fig. 13)
Al ser un globo cautivo, no hubo necesidad de embarcar palomas, como era obligado en todas las ascensiones, pero la regia anécdota bien merece unos renglones para constatarla. (Notas 2 y 3)
En honor a aquella temeraria ascensión de la Reina Regente, el Batallón de Telégrafos bautizó el globo como María Cristina en su honor, y acuñó una medalla ensalzando el regio empeño. (Fig. 14)
En 1894, se crea la Real Federación Colombófila Española, valiosísima colaboradora del Ejército, como se demostró en años sucesivos, y muy especialmente durante los mil días que duró la contienda civil de 1936-1939. El primer presidente fue el comandante de Ingenieros D. Pedro Vives y Vich, quien siempre defendió que “las mensajeras pueden llegar a ser un poderoso auxiliar de las comunicaciones en tiempo de guerra”.
En 1896 se creó como unidad independiente la Compañía de Aerostación, que desde sus inicios iría acompañada de las palomas mensajeras como salvaguarda de las vidas de los aerosteros, que harían uso de ellas cada vez que descendieran en lugares desconocidos, redactando un colombograma de aviso con su posible ubicación, y hora en que tocaron tierra. Así salvaron la vida la mayoría de los aerosteros en vuelos libres, arrastrados por los impredecibles vientos y corrientes desconocidas.
En 1899 se elaboró el modelo de colombograma, que estuvo vigente hasta bien entrado el siglo XX, que debían llevar las palomas, con visos de impreso de telegrama, como su origen y destino, añadiendo datos tan novedosos como la fuerza del viento o estado del cielo, imprescindibles para el despacho eficaz del mensaje. (Fig. 15)
Despidiendo el siglo XIX, la Gaceta de Madrid de 30 de julio de 1899, publicó el “Reglamento para el Servicio de Comunicaciones por medio de Palomas Mensajeras”, en cuyo artículo 1º de las disposiciones generales, dicta: “Los servicios a cargo del Cuerpo de Ingenieros del Ejército relacionados con la cría y educación de palomas mensajeras, tienen por objeto preparar durante la paz los elementos necesarios para que en tiempo de guerra puedan transmitirse noticias entre determinados puntos por medio de la telegrafía alada.”, creando además una “Escuela de Palomeros”.
Si interesante, y a veces sorprendente, fue la génesis y evolución de la colombofilia militar en España en el siglo XIX, no le fue a la zaga en el siglo XX, en que el desarrollo de la Aeronáutica, y posteriormente la trágica contienda civil de 1936, demandó un protagonismo desbordante, y a veces heroico-, de las palomas mensajeras. Pero el tratamiento de ese denso y farragoso periodo requiere una atención exquisita, y un luengo espacio, hasta el óbito oficial definitivo del Servicio Colombófilo del Ejército de Tierra, el 28 de marzo de 2.008. RIP.
NOTAS.-
(Nota 1) Colombofilia, según la Real Academia de la Lengua, es: “Conjunto de técnicas y conocimientos relativos a la cría y adiestramiento de palomas mensajeras.”
(Nota 2) Hay una discrepancia entre los testigos y cronistas de aquella ascensión, porque unos dicen que el globo alcanzó los 300 metros de altura, y otros 400 metros. Los documentos consultados por este autor mencionan las dos cifras, y todos parecen fidedignos.
(Nota 3) La Infanta María Isabel Francisca de Asís de Borbón y Borbón, conocida popularmente como “La Chata”, visiblemente celosa de los éxitos de su cuñada la Reina Regente, pidió al Batallón de Telégrafos hacer una ascensión, pero por lo menos 200 metros más alto que el récord de su cuñada, y así lo hizo, alcanzando los 500 metros de altura, que era la longitud máxima del cable.
José Manuel Grandela Durán
Académico de la Real Academia Hispánica de Filatelia e Historia Postal. Experto Diplomado en Colombofilia del Ejército. asociado-Colaborador de la Asociación Española de Militares Escritores.