LA VIGENCIA DE LAS CONCLUSIONES SOBRE «EL PODERÍO NUCLEAR DE RUSIA: NUEVOS PLANTEAMIENTOS SOBRE CAPACIDADES Y DOCTRINA DE EMPLEO» CON OCASIÓN DE LOS ATAQUES UCRANIANOS CONTRA BASES DE LA AVIACIÓN ESTRATÉGICA RUSA

Luis V. Pérez Gil, Teniente Reservista Voluntario, Doctor en Derecho con premio extraordinario por la Universidad de La Laguna, Asociado de AEME publica en su blog la siguiente reseña  sobre «Poderío Nuclear de Rusia en diversos campos» 

 

LA VIGENCIA DE LAS CONCLUSIONES SOBRE «EL PODERÍO NUCLEAR DE RUSIA: NUEVOS PLANTEAMIENTOS SOBRE CAPACIDADES Y DOCTRINA DE EMPLEO» CON OCASIÓN DE LOS ATAQUES UCRANIANOS CONTRA BASES DE LA AVIACIÓN ESTRATÉGICA RUSA

 

El 1 de junio de 2025 dos bases de la Aviación de Largo Alcance (Aviación Estratégica rusa), uno de los componentes de la triada nuclear, sufrieron ataques de proximidad con medios modestos (vehículos aéreos no tripulados con carga explosiva) pero muy efectivos que dañaron y destruyeron varios bombarderos estratégicos T-95MS (Bear-H en terminología OTAN). Se trata de una acción de gran impacto, que ha sido convenientemente amplificada por la propaganda de guerra y que, en estos momentos, tiene un objetivo político muy definido que es tratar de obligar a los dirigentes rusos a aceptar un alto el fuego de treinta días que permitiría a las fuerzas ucranianas rehacerse del daño continuo que están sufriendo tanto en el frente de batalla como en la retaguardia como consecuencia de la campaña de bombardeo ruso como parte de sus doctrina de operaciones estratégicas de destrucción de infraestructuras críticas.

Pero, más allá de las intenciones inmediatas de los decisores ucranianos, esos ataques ponen sobre la mesa una cuestión fundamental: un ataque a los vectores de lanzamiento de armas estratégicas puede activar una respuesta nuclear. Entonces, la pregunta básica es ¿cuán cerca estamos de un escenario de respuesta nuclear por parte de Rusia? El empleo de un misil balístico de alcance intermedio (IRBM) denominado Oreshnik con ojivas hipersónicas de explosivo convencional contra una fábrica de cohetes en Járkov el 21 de noviembre de 2024 puso de manifiesto que Rusia cuenta con capacidad para escalar sin emplear municiones nucleares. No obstante, la amenaza de su uso es latente, como enuncia su propia doctrina de empleo de armas nucleares, declaran sus máximos responsables políticos cada vez que tienen ocasión y teorizan sus principales especialistas en teoría del conflicto y guerra nuclear.

Desde nuestro enfoque los dirigentes rusos saben que han recuperado la iniciativa estratégica que perdieron en el primer mes de la guerra (febrero-marzo de 2022) y no observan que la parte ucraniana con o sin apoyo de Occidente (descontados los Estados Unidos) esté en condiciones de fortalecer sus acciones, sino todo lo contrario, por lo que persiguen con ahínco su colapso militar y político.

De este modo, estimamos que mantienen toda su vigencia las conclusiones que anotamos en el Panorama nuclear global (en concreto pp. 104-106), publicado el 28 de abril de 2025:

“El inicio de la guerra en Ucrania ha sometido al mundo a una sensación de vértigo que ha sido usada de forma despiadada por los dirigentes rusos cada vez que han percibido que Occidente se acercaba peligrosamente a su operación militar en Ucrania.

Los historiadores dedicarán bastante tiempo a estudiar y completar las informaciones sobre este periodo en un ámbito tan significativo y también tan exclusivo en cuanto al manejo de la información, pero baste recordar algunos momentos puntuales en los que el Kremlin esgrimió la amenaza nuclear: durante los días iniciales de la invasión (con Occidente en estado de sorpresa); en septiembre de 2022, cuando, mientras se replegaban de Járkov, completaban la anexión de los territorios del sur de Ucrania; más tarde, como argumento para bloquear la entrega a las fuerzas ucranianas de proyectiles contracarro con núcleo de uranio empobrecido; durante la primavera de 2023, como recordatorio de que Crimea era una línea roja durante los preparativos de la fracasada ofensiva ucraniana contra Zaporiyia, y, más recientemente, cuando, tanto antes como después del verano de 2024, varias potencias europeas y Estados Unidos jugaron con la baza de conceder a Ucrania autorización para emplear misiles de largo alcance de origen occidental contra instalaciones críticas en profundidad en el territorio ruso.

En todos esos momentos, la retórica nuclear marcada por el Kremlin y enunciada por sus funcionarios cualificados (Medvedev, Peskov, Riabkov, Nebenzia, Zajárova) ha respondido a las necesidades de cada momento. Pero, además, esa retórica tan amenazante ha sido apoyada desde el mundo académico ruso, donde se ha acuñado la doctrina Karaganov que, básicamente, pide la restauración de la disuasión por el miedo, es decir, mediante el empleo ejemplificador de armas nucleares contra un país de la OTAN que no las tenga tras la culminación de una escalada en la que no habría funcionado la disuasión. Este es el lenguaje que emplean las grandes potencias.

La actualización de la doctrina nuclear rusa el 19 de noviembre de 2024 surgida al calor de la guerra en Ucrania no supone cambios significativos respecto al documento anterior, de junio de 2020; amplía los supuestos de empleo, pero no rebaja el umbral de uso. Su actualización se asocia a la necesidad de generar disuasión ante el anuncio de las potencias occidentales de levantar las restricciones que aplicaban a Ucrania en el empleo de misiles de largo alcance contra territorio ruso.

Sin embargo, el peligro de una guerra nuclear ha pasado porque en el Kremlin estiman que han recuperado la iniciativa estratégica en la guerra y no observan que la otra parte esté en condiciones de fortalecer sus acciones, sino todo lo contrario. Mientras la amenaza nuclear bloquea el poder de decisión de Occidente, consideran que su ventaja militar convencional sobre el terreno es el mayor activo para preparar una negociación favorable a sus intereses en Ucrania.

Pero, si no se impone la racionalidad, la guerra solo puede llevar más daño y destrucción y continuará la amenaza latente de que una gran potencia con armas nucleares no aceptará una derrota cuando están en juego sus intereses vitales. En el caso de Rusia es así porque se juega su propio territorio (históricamente consideran que es así).»

 

Luis V. Perez Gil.

 

Fuente:

 

https://ullderechointernacional.blogspot.com/2025/06/la-vigencia-de-las-conclusiones-sobre.html