En el marco del Plan de Activación de Asociados (PAA AEME 1-2025), el Capitan de Navío, r D. José Manuel de la Cámara Señan publica este interesante trabajo sobre la Guerra de Cuba.
EL MINADO DEFENSIVO DE SANTIAGO DE CUBA
Como especialista en Armas Submarinas, se me ha pedido un comentario al artículo publicado en la revista Procceedings por el teniente de navío Capehart, referente al levantamiento de minas en el puerto de Santiago tras la capitulación. Lo hago pese a la falta de información específica, sobre todo por parte española.
El artículo en cuestión, está basado en las Actas de 1898 levantadas por los estadounidenses después de la capitulación de Santiago de Cuba por las autoridades de dicho puerto. Aunque la capitulación preveía que el levantamiento lo hicieran los españoles, los vencedores no quisieron esperar y, una vez recogidas las minas se enviaron a Norfolk para ser estudiadas en laboratorio. Creo que el artículo puede resultar interesante para establecer una metodología, de aplicación sobre todo en el futuro de la armada estadounidense.
Capehart describe por una parte el campo minado de cinco minas controladas (también llamadas de observación) del tipo Latimer-Clark, de 226 libras de algodón pólvora, que se activaban mediante cable eléctrico por dos estaciones situadas en el banco occidental, o de la Socapa y otras cuatro del mismo tipo, fondeadas canal arriba, en el banco occidental. Las minas estaban controladas desde dos estaciones a ambos lados de la canal de acceso que podían ser activadas desde dos puntos diferentes de cada orilla. La longitud de la canal controlada por estas minas se extendía desde la entrada, justo al lado del Morro, hasta aproximadamente la mitad del camino entre las puntas Puntilla y Soldados. Desde la isla de Cayo Smith hasta al otro lado del canal, en dirección este sureste, se había colocado una línea de nueve minas de contacto tipo Bustamante.
No cabe duda que el acceso a Santiago por mar era adecuado para un minado defensivo, ya que desde la bocana de salida hasta el fondeadero de los buques había cuatro millas y las laderas montañosas de la ensenada permitían emplazamientos de cañones. Además, la anchura de la canal, de unas 125 yardas, permitía el fondeo de minas sin necesidad de utilizar un número excesivo de artefactos y, más allá de las cuatro millas, una isla protegía a la escuadra española de la vista de los buques enemigos. Para los estadounidenses era importante embotellar a la flota española dentro del puerto, mediante el hundimiento de un barco en el angosto canal y, para ello, el almirante Sampson designó al carbonero de 7.000 toneladas SS Merrimac, que al mando del teniente Hobson y otros siete valientes voluntarios, intentaron hundirlo en el centro de la canal, mediante una serie de cargas explosivas, en su mayoría fallidas.

En la noche del 3 de junio, unas horas antes del orto, el Merrimac se dirigió a la entrada del canal con la marea entrante. Enseguida fue avistado por los vigías españoles y fueron detonadas a su paso dos minas de observación desde sus puestos de control en la orilla. La artillería de las armas cercanas comenzó a disparar, así como la del crucero Mercedes fondeado. Otra explosión, activada desde la Socapa levantó al Merrimac ocasionando una enorme entrada de agua por el costado y empezó a hundirse. El barco se balanceaba cerca de Cayo Smith y el cazatorpedero Plutón le lanzó un torpedo, a la vez que disparaba sus cañones, sumados a los del Mercedes, se dañó el timón y se rompió la cadena del ancla de popa, con lo cual, sin poder fondear de popa y con un giro mayor de lo previsto, debido a la marea entrante, el barco descansó en el fondo sin lograr su objetivo de obstruir el paso por la canal, muy cercano a tierra como puede apreciarse en las fotografías y en el gráfico que se acompaña.
A continuación, reproduzco alguno de los párrafos del artículo:
“La máxima de que el aislamiento tiene como finalidad hacer que la electricidad llegue a donde queremos que vaya» evidentemente nunca se les había ocurrido a los oficiales encargados”
“Si se hubiera tenido el debido cuidado al colocar las minas eléctricas y se hubiera prestado la debida atención a las minas de contacto en el puerto de Santiago, ningún barco habría podido pasar por los dos campos. Pero el carácter bien conocido de las personas que las colocaron e intentaron explotarlas explica, en gran medida, la condición en que se encontraron.”
“Los oficiales de la flota del almirante Cervera estaban de guardia en los puestos de control en Santiago, y, naturalmente, deben haber estado alerta y atentos a sus deberes, de modo que al considerar el asunto desde todos los lados, los hechos que nos llegan son estos: el conocimiento teórico de quienes seleccionaron los puestos de tiro, colocaron las minas y sopesaron la cuestión de defender adecuadamente el canal era bastante perfecto, pero en el punto vital de un conocimiento práctico de cómo preparar y colocar estas minas eran deficientes.”

El artículo es contradictorio, pues el mismo Capenhart reconoce que al paso del Merrimac se activaron tres minas controladas, por lo que decir que nunca se les había ocurrido a los oficiales encargados la finalidad del aislamiento es una impertinencia. Cuando realmente se necesitaron las minas, funcionaron perfectamente, aunque fue la última la que provocó el hundimiento. El reconocimiento del campo minado por los americanos fue muy posterior a la salida de la escuadra, por lo que es un error atacar a los oficiales de la Escuadra.
Las minas dependían del comandante del Apostadero de La Habana, al que según la Organización de la Armada le correspondìan las Defensas Submarinas. Es posible que los oficiales de la flota colaborasen con el personal de Defensas Submarinas, pero evidentemente mientras la escuadra estaba en puerto.
En cuanto a las minas de contacto, no tengo elementos de juicio para contrarrestar una opinión al estado en que se encontraron, es probable que las circunstancias y la salida de la escuadra obligaran a cierta precipitación en el fondeo. En la escuadra del almirante Cervera estaba el capitán de navío Bustamante, inventor de la mina o torpedo Bustamante, que por cierto entregó su vida luchando con las tropas de marinería desembarcadas. La mina, más conocida como torpedo Bustamante, dio unos excelentes resultados en las pruebas, además de contar con un magnífico sistema de fondeo que regula la profundidad de la carga y que luego fue adoptado por muchas marinas. Todavía se conserva la primera en la Escuela de Armas Submarinas.
En cuanto a los microrganismos que pudieron dificultar el funcionamiento, ignoro el tiempo que llevaban fondeadas y el historial de cada una, pero en todo caso, la premura con que se sucedieron los acontecimientos y el retraso en recogerlas hasta la capitulación podría explicar lo ocurrido, sin embargo, de ahí a decir que “El carácter bien conocido de las personas que las colocaron e intentaron explotarlas explica, en gran medida, la condición en que se encontraron…” me pregunto” ¿qué se podría decir del carácter de los miembros de la comisión americana que investigaron la voladura del

Maine, cuando en la noche del 15 de febrero estalló en su fondeadero de La Habana, arriesgando la vida las dotaciones de los barcos españoles para procurar salvar a todos los que fuera posible[1]. Una comisión nombrada en Estados Unidos para investigar las causas del accidente, sin aceptar trabajar conjuntamente con una comisión española nombrada al efecto, dictaminó que la voladura había sido producida por una mina colocada bajo su fondo. Aquella calumnia, falta de sentido común, pues España sería el primer perjudicado por las consecuencias de tal medida, fue un insulto inadmisible. Pero los separatistas cubanos y los instigadores norteamericanos encontraron un pretexto para declararnos la guerra, rompiéndose las hostilidades el 21 de abril de 1898.
¡Que poco agradecimiento el de los Estados Unidos con la nación que, en tiempos de Carlos III, les había ayudado a lograr su independencia! En el 1898 los propagandistas norteamericanos, algunos tan influyentes como Hearst y Pulitzer, así como los partidarios de la expansión naval y algunos intelectuales se despacharon contra España. En el Journal de Nueva York apareció un titular: ¡El Maine ha sido destruido a traición! Teodoro Roosevelt dijo entonces: “El Maine fue hundido por un acto de sucia traición española.” No es extraño que de esta manera engañaran a la juventud conduciéndola a una guerra que solo podía calificarse de agresión.
¡Remember the Maine, to Hell with Spain!
(¡Recuerda el «Maine», al Infierno con España!)
Es muy fácil criticar al enemigo, a veces con impertinencias que no se ajustan a la verdad, probablemente debido la animadversión del momento contra España y los españoles, cuando todavía éramos enemigos.
José Manuel Gutiérrez de la Cámara Señán Capitan de Navío, r
De la Asociacion Española de Militares Escritores
1] En la segunda mitad del siglo XX, el almirante Rickover, padre del submarino nuclear, efectuó un estudio con los medios que el estado del arte permitía llevar a cabo en época tan posterior, poniendo de manifiesto que las causas del hundimiento del Maine se debieron a una explosión interna, como había ocurrido en varias ocasiones en barcos de guerra, por un estado avanzado de descomposición de las pólvoras.
Bibliografía
– La defensa del puerto de Santiago por medio de minas navales. Por el teniente EE Capehart, Marina de los EE. UU. octubre de 1898 Actas Volumen 24/4/88. Proceedings nº24. (USNI)
-El hundimiento del «Merrimac»; una narración personal de la aventura en el puerto de Santiago de Cuba, el 3 de junio de 1898, y del posterior encarcelamiento de los sobrevivientes, por Richmond Pearson Hobson.
-Technical Report—Seamines and the U.S. Navy. By Captain James M. Martin, U. S. Naval Reserve (Retired), and Bertrand P. Ramsay July 1989 Naval History Volume 3 Number 3.
-Una Visión de la Historia Marítima Española. Por el capitán de navío José Manuel Gutiérrez de la Cámara. Editorial NAVANTIA. Colección “Bazán” 2009.