En el marco del Programa de Colaboración de Asociados (AEME-PCA 2024-25), el General de División del ET, r D. Jesus Argumosa Pila, Vicepresidente 2º de AEME, redacta el siguiente articulo, de gran actualidad.
La geopolítica cambiante fractura el Sahel
El pasado 31 de diciembre, en su discurso de fin de año, el presidente de Costa de Marfil, Alassane Quattara, declaró la retirada de las fuerzas francesas del país, en un repliegue concertado y organizado con Francia, que ha comenzado el pasado mes de enero. Tras su expulsión de Malí, Burkina Faso y Níger, y el anuncio de su salida de Chad y de Senegal, la presencia militar francesa desaparece en África occidental. Tan solo se mantienen tropas francesas en dos países del continente africano, Gabón y Yibuti.
La región del Sahel Occidental, que se extiende, fundamentalmente, por los países de Burkina Faso, Chad, Mali, Mauritania, Níger y Senegal, está sufriendo una crisis política y económica de efectos impredecibles, caracterizada por la presencia del salafismo yihadista, del terrorismo, del crimen organizado, de falta de seguridad, de extrema pobreza y de la aparición del narcotráfico. A ello se añade los recientes Golpes de Estado en Chad, Malí, en Burkina Faso y en Níger que, no solamente han incrementado la incertidumbre política, sino que también han debilitado la capacidad de los estados para ejercer la debida gobernanza en sus territorios.
Esta situación preocupa no solo a Europa, por ser una región vecina que ha diseñado estrategias específicas para esta zona, sino también a sus aliados. De hecho, en el nuevo concepto estratégico de la Alianza Atlántica, OTAN 2022, el Sahel se menciona por primera vez como una región de interés, cuya conflictividad, fragilidad e inestabilidad suponen un reto para la seguridad africana e internacional. De hecho, la OTAN designó, el 23 de julio de 2024, al español Javier Colomina como representante especial de la Alianza para la Vecindad Sur que incluye el Sahel.
La importancia geoestratégica del Sahel ha motivado, desde hace más de dos décadas, la movilización de la Comunidad Internacional desde la misión MINUSMA de la ONU hasta las tres misiones de la Unión Europea: EUCAP-Sahel Níger, EUTM-MALI y EUCAP-Sahel Mali, pasando por Estados Unidos, CEDEAO y Francia, principalmente. Sin embargo, todos estos esfuerzos han fracasado por su escasa eficacia en la obtención de resultados para revertir el deterioro de la crítica situación en la región.
Desde finales del siglo XX, el salafismo yihadista, con su campaña terrorista, encontró en el norte de Mali – y en su posterior expansión en todo el Sahel – el escenario idóneo para explotar la debilidad institucional de los gobiernos nacionales, para suplir el vacío estatal y usurpar así sus competencias. En la actualidad, la región está compuesta por un conjunto de estados fallidos donde su gobernanza no es capaz de controlar lo que ocurre en sus territorios soberanos toda vez que existen una serie de actores no estatales que campan a sus anchas por todo el Sahel atravesando las fronteras porosas interestatales con plena libertad sin sujetarse a la autoridad que corresponde a los diferentes estados.
Entre dichos actores sobresalen, por su extraordinario protagonismo en operaciones conflictivas, las organizaciones estrechamente relacionadas con el salafismo yihadista pertenecientes en mayor o menor medida a Al Qaeda y al Estado Islámico. Es un hecho objetivo que el Sahel, y en particular Burkina Faso, Mali y Níger, se ha convertido en el principal foco de actividades terroristas a nivel mundial, es decir, constituye el epicentro global de las actividades del salafismo yihadista.
Como entidad afiliada a Al Qaeda, destaca el Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM), organización insurgente del salafismo yihadista, que busca reemplazar la autoridad estatal establecida con una interpretación conservadora de la ley islámica. Entre sus operaciones más recientes destacan la batalla de Tinzaouaten, celebrada en julio de 2024, donde murieron 50 militares rusos junto a soldados malienses; un ataque contra un frente de trincheras en Barsalogho, en Burkina faso, en agosto de 2024, matando a más de 600 militares y civiles; y un ataque a un campamento de entrenamiento militar cerca del aeropuerto de Bamako, en septiembre de 2024, donde murieron más de un centenar de personas. Este Grupo ha formado alianzas con las comunidades locales, con los tuaregs y con otras facciones étnicas. Se extiende por toda la subregión central del Sahel.
Como Grupos afiliados al Estado Islámico, se han establecido dos ramas activas en la región. Por una parte, su provincia del Sahel, anteriormente conocida como Estado Islámico del Gran Sahara, muy dinámica en la triple frontera entre Burkina Faso, Malí y Níger. Por otra parte, su provincia de África Occidental, una escisión de Boko Haram – que también continúa existiendo de manera independiente -. Ambas organizaciones, Boko Haram y Estado Islámico de África Occidental, tienen sus actividades, fundamentalmente en el Norte de Nigeria y en el lago Chad. Combatientes de Boko Haram, dieron muerte a más de 100 residentes del estado de Yobe, en septiembre de 2024 y han asesinado al menos a 40 agricultores y pescadores en el estado de Borno, el pasado día 12 de enero. Ambos estados se encuentran en el Noreste de Nigeria. En realidad, estas ramas están actuando como foco de atracción de combatientes extranjeros, gran parte de ellos terroristas.
De acuerdo con el Indice de Terrorismo Global 2024, el Estado Islámico (DAESH) sigue siendo el grupo terrorista más mortífero, a nivel mundial, por noveno año consecutivo, con el mayor número de ataques y de muertes por terrorismo. Tras el Estado Islámico, le siguen el JNIM, Hamás y Al-Shabaab.
Después de que la junta militar derrocó al presidente de Níger, Mohamed Bazoum, y frente al avance de la oleada de golpes de estado nacionalistas, la Comunidad de Estados de África Occidental (CEDEAO), de influencia occidental, respondió con una serie de sanciones económicas e incluso con la amenaza de una intervención militar en Níger, a quién habían ofrecido ayuda militar Mali y Burkina Faso. Ninguna de estas medidas obtuvo el resultado esperado. Los tres países formaban parte de la CEDEAO. La Unión Africana (UA) siempre ha actuado a través de la CEDEAO.
Esta situación desembocó en la creación por los tres países de la Alianza de Estados del Sahel (AES) como un bloque de defensa mutua, el 16 de septiembre de 2023. El 28 de enero de 2024, los tres países anunciaron mediante una declaración conjunta que se retiraban de la CEDEAO. En mayo de 2024, Burkina Faso, Malí y Níger dieron carta de naturaleza a la AES, de tendencia nacionalista, antifrancesa y antioccidental, que tiene como objetivo crear una unión económica y monetaria con una moneda propuesta llamada Sahel, un banco central y un fondo de estabilización común. Previamente, en marzo, la AES había anunciado la creación de una fuerza militar conjunta para combatir el “terrorismo insurgente”
La creación de la AES pone fin al Grupo G5S, que estaba compuesto por 5 países: Burkina Faso, Chad, Mali, Mauritania y Niger, cuya finalidad consistía en aunar esfuerzos de protección y seguridad en una zona altamente desestabilizada por los ataques terroristas, yihadistas y el crimen organizado, que había sido avalado por la ONU y por la Unión Africana. Asimismo, también quedó disuelta la Fuerza Conjunta del Sahel (FC-G5S).
El alejamiento de Francia, la UE y Estados Unidos, ha tenido como efecto un mayor acercamiento a Rusia, China y otros países como Turquía e Irán. EL control del Kremlin, opera en países como Mali y Burkina Faso ofreciendo apoyo militar a regímenes golpistas, en Sudán y República Centroafricana proporcionando logística y operaciones de inteligencia y en Níger prestando su apoyo en varios sectores, incluyendo el económico y el social, aprovechando el vacío dejado por la retirada de las fuerzas francesas y estadounidenses. Con estas herramientas, Rusia está compitiendo con Occidente en la región.
China ha tomado relevancia en el Sahel en los campos económico y comercial como consecuencia de que Occidente ha sido desplazado de la región. Conforma una de las potencias alternativas que no impone restricciones a la nueva AES respecto al origen de sus gobiernos ni de sus tipos de régimen. En concreto, la empresa estatal china National Petroleum Corporation (CNPC) está construyendo y gestionando el oleoducto que va de Níger al océano Atlántico, pasando por Benín, dando salida al petróleo nigerino sin salida al mar.
En el caso de Turquía, al ser un país con raíces islámicas muy fuertes, su aproximación religiosa y cultural a estos países africanos es más directa. El gobierno de Ankara está centrado más en los ámbitos civiles que en los militares y económicos. Turquía pretende llegar a la zona del Sahel a través de la creación de escuelas, centros de salud y construcción de mezquitas. Luego ya habrá tiempo para establecer lazos comerciales. Si hablamos de Irán, no se debe olvidar el uranio que se transporta desde Níger al país persa.
En cuanto a la gestión y explotación de recursos naturales, es verdad que la dependencia colonial se basaba en un modelo primario extractivista en el cual las potencias europeas importaban materia prima barata, entre las que se encuentran minerales y metales como uranio, oro, plata, “tierras raras”, petróleo y gas, pero también es cierto que el modelo que proponen los nuevos actores extranjeros en la región con sus contraprestaciones en recursos naturales por los servicios prestados resulta mucho más oneroso.
Mapa de como quedaría conformada la CEDEAO con la retirada de Burkina Faso, Mali y Níger.
El cambio que sustenta la actual y previsible tendencia geopolítica en el Sahel se articula en tres dimensiones. En primer lugar, el sentimiento antifrancés y antioccidental proporciona el caldo de cultivo identitario que suministra legitimidad social a las juntas militares. En segundo lugar, con el empleo del Grupo Wagner ruso, se establece la privatización de la violencia ocasionando la pérdida del monopolio de la fuerza del Estado. Por último, ante la imposibilidad de conseguir financiación por organismos internacionales prooccidentales, se acude a otros actores que exigen como contraprestación un abusivo acceso a recursos naturales.
En función de lo expuesto y teniendo en cuenta la cambiante situación geopolítica, con sus repercusiones políticas, económicas, sociales y militares, que se está llevando a cabo en la región, se exponen las consideraciones relacionadas a continuación.
Es preciso seguir con atención la deriva del movimiento de la recientemente creada Alianza de Estados del Sahel, que se dirige hacia una institucionalización política del Sahel que puede tener capacidad para atraer a otros socios de la región como Chad y Senegal y acabar siendo reconocida por la UA como una nueva organización con preferencia autoritaria o, por el contrario, continuar siendo parte de organizaciones de tendencia democrática.
El avance de las organizaciones del salafismo yihadista y la consiguiente violencia sigue siendo el mayor desafió de seguridad para la región. Conforma una de las principales amenazas para todo el conjunto de los países del Sahel. Por ello, y para impedir que dicho movimiento siga produciendo una gran inestabilidad y debilidad estructural en la región, resulta totalmente necesario establecer las alianzas oportunas con los países del Sahel, al amparo de la ONU, de la UE y de la UA, a los efectos de impedir que se extienda a otros territorios.
Para la Unión Europea y para España, la situación del Sahel tiene una extraordinaria importancia no solamente por constituir nuestra frontera avanzada en la que debemos garantizar la seguridad necesaria al objeto de proteger nuestros intereses estratégicos sino también porque es imperativo mantener unas estables relaciones políticas, diplomáticas y económicas con el entorno de los aliados de la región. En este sentido, el nombramiento de Joao Gravinho como nuevo representante especial de la UE para la región del Sahel, el pasado 18 de noviembre, supone un primer y acertado paso.
Con este nuevo escenario geopolítico es previsible la aparición de un enfrentamiento regional entre CEDEAO y AES, que podía derivar en una pugna geoestratégica mundial en la que estarían implicados, por un lado, las grandes potencias y potencias del bloque democrático que apoyarían a la CEDEAO, bajo la dirección de Estados Unidos y la Unión Europea y, por otro, los países del bloque autoritario liderado por Rusia y China apoyando a la Alianza de Estados del Sahel.
El Sahel como proyección geopolítica natural de Europa en el continente africano debe ser apoyado y ayudado en todo momento por la Unión Europea y por Occidente, en general, incluida la OTAN, a través de un enfoque estratégico multidimensional al objeto de establecer en dicha región la seguridad, estabilidad y prosperidad que todos los pueblos sahelianos se merecen.
GD (R) Jesús Argumosa Pila
Vicepresidente 2º de la Asociacion Española de Militares Escritores