LA LAUREADA DEL TERCIO DEL SUR. Jesús Campelo Gaínza

En el marco del Plan de Colaboración de Asociados  (PCA-AEME 2023-24)  Jesus Cámpelo Gainza, Comandante de Infantería de Marina redacta el siguiente trabajo. 

 

 

Corbata de la Laureada por San Pedro Abante (TERSUR)

 

 

LA LAUREADA DEL TERCIO DEL SUR

 

El próximo 11 de enero se cumplirán 150 años de la concesión de la corbata de la Cruz Laureada colectiva de la Real y Militar Orden de San Fernando al segundo batallón del primer regimiento de Infantería de Marina, tras su heroica actuación en la batalla de San Pedro Abanto del 27 de marzo de 1874, durante la tercera guerra carlista. La Real Disposición del Ministerio de la Regencia de esta condecoración fue publicada el 2 de febrero de 1875. Desde el año 1940, su unidad heredera se denomina Tercio del Sur y porta la mencionada corbata en su Bandera Nacional. Su base se encuentra en el cuartel de batallones de San Fernando (Cádiz). Se da la circunstancia que ésta es la única Laureada que hoy en día ostenta una unidad de la Armada.

Esta batalla se produjo en el valle de Somorrostro, en Vizcaya, cuando las fuerzas liberales de la primera república española acudieron a levantar el asedio al que las fuerzas carlistas del general Torcuato Mendiry tenían sometida a la ciudad de Bilbao desde hacía varios meses.

Esta tercera guerra carlista había comenzado dos años antes cuando los partidarios del autoproclamado Carlos VII se levantó en armas contra el gobierno para intentar imponer una nueva monarquía absolutista en España. En dos ocasiones anteriores lo habían intentado su abuelo Carlos María Isidro, en la primera guerra carlista (1833-1839) y su tío Carlos Luis, en la segunda (1846-1849). Esta vez se llegó a crear un verdadero Estado Carlista que tenía su base en las diputaciones forales, teniendo lugar el conflicto sobre todo en el norte de la península y Cataluña. En esta guerra, como en las dos anteriores, los Infantes de Marina de nuevo se distinguirían participando integrados en unidades del Ejército.

Organización del Primer regimiento de Infantería de Marina (Composición del autor)

Para levantar el asedio de Bilbao, el gobierno liberal envió al Ejército del Norte del general Domingo Moriones, de 22.000 hombres y 24 cañones. En él estaba integrado el segundo batallón del Primer regimiento de Infantería de Marina. En esos momentos, este regimiento de Infantería de Marina estaba a las órdenes del coronel Adolfo Colombo Viale, y estaba compuesto por dos batallones de seis compañías cada uno. El primer batallón lo mandaba el teniente coronel Segundo Díaz de Herrera y el segundo batallón, el teniente coronel Joaquín Albacete y Fuster.

La primera batalla de esta campaña se produjo el 24 de febrero, cuando tras dividirse el ejército liberal en dos Cuerpos de Ejército, se atacó frontalmente el punto más importante del despliegue enemigo: el Monte Montaño. Ante ellos, el ingeniero carlista José Garín preparó una potente defensiva compuesta por cientos de zanjas y trincheras. Pero este asalto resultó ser un tremendo fracaso, por lo que los liberales tuvieron que retroceder a sus posiciones iniciales, al otro lado del río Barbadún. Se calcula que tuvieron más de 2.000 bajas, mientras que las de los carlistas apenas fueron 600.

El valle de Somorrostro desde las posiciones liberales (La Ilustración española y americana)

Este desastre motivó que el general Moriones escribiera un telegrama a Madrid dimitiendo de su cargo: «Imposible romper la línea del enemigo. Manden refuerzos y otro general». Del mando se hizo cargo el Presidente del Gobierno, el general Francisco Serrano y Domínguez. El ejército lo reforzó hasta alcanzar el número de 35.000 hombres y 60 cañones, y apenas diez días más tarde de llegar, empezó a organizar un desembarco de 9.500 soldados en las playas de Algorta, en la ría de Bilbao. Su idea era reproducir exactamente lo que había hecho el general Espartero en la Primera Guerra Carlista. Pero un fuerte temporal se lo impidió, abortándose esa operación anfibia.

El día 25 de marzo comenzó la segunda batalla de esta campaña, la que se ha conocido como “la batalla de los tres días”, donde el ejército liberal, ahora dividido en tres Cuerpos de Ejército apoyados por ocho navíos desde la mar, atacó de nuevo por el valle de Somorrostro, pero ahora centrándose en tomar primero las posiciones enemigas de Las Cortes. Al sur del despliegue. El primer Cuerpo de Ejército lo mandaba el general López de Letona, el segundo el general Fernando Primo de Rivera y el tercero el general José María Loma. El batallón de Infantería de Marina quedó integrado en la primera brigada del segundo Cuerpo de Ejército. En el bando carlista, por orden del general Ollo, en el valle de Somorrostro quedó desplegada la primera división de Cástor de Andéchaga, compuesta por seis brigadas.

Este asalto también salió mal, no consiguiéndose tomar el objetivo, si bien las bajas fueron algo menores: 483 por parte de los liberales y tan sólo unos 100 carlistas. Pero en esta ocasión, Serrano decidió no retroceder al otro lado del río Barbadún, concentrando sus tropas en el medio del valle, en una pequeña altura que se llama Las Carreras, a aproximadamente tres kilómetros de San Pedro Abanto. La artillería también la adelantó, subiéndola a un sitio conocido como El Campón. Así aumentaba mucho más el alcance y eficacia de sus piezas.

“Despliegue de las unidades liberales antes del asalto final (Morieur, Le Monde Illustré)”

Al día siguiente, día 26, Serrano ordenó al Cuerpo de Ejército de Primo de Rivera, que como se ha dicho es donde estaban integrados los Infantes de Marina, que conquistaran el estratégico pueblecito de Pucheta. Justo en el centro de la defensiva carlista. Esa misma noche del día 26 de marzo, mientras el general Serrano estudiaba en su tienda con sus oficiales cuál iba a ser la operación del día siguiente, es cuando se cuenta que el teniente coronel Albacete y Fuster se ofreció voluntario para ir a la vanguardia de todo el Ejército: «Excelencia, me permito presentarle mi decidido compromiso para entrar mañana con mi batallón en San Pedro Abanto». A lo que el general accedió contestándole: «Buena suerte, la causa está en sus manos».

Al día siguiente, el legendario 27 de marzo de 1874, todo el Ejército formó en una cuña gigantesca para romper de una vez las defensas enemigas. Al frente de todos iba el segundo batallón de Infantería de Marina de Joaquín Albacete Fuster, quien ordenó a sus oficiales: «¡Señores capitanes, a la cabeza de sus compañías!», comenzando a ascender la carretera en ángulo hacia la decena de casas del barrio de Murrieta, a menos de un kilómetro de la loma donde se encontraba la iglesia de San Pedro de Abanto, para desde ahí ejecutar una brillante carga a la bayoneta desde el arroyo de la Bárcena.

“Ataque de las tropas liberales (La Ilustración española y americana)”

Esas posiciones estaban defendidas en varias líneas de trincheras por la quinta brigada carlista del brigadier Rafael Álvarez Cacho de Herrera, antiguo oficial de Marina hasta que se sumó a la causa carlista, constituida por dos batallones de Álava. Un millar de soldados carlistas que recibieron a los liberales con una dura resistencia.

Insertar imagen “Ruinas de la iglesia de San Pedro Abanto (revista El estandarte real)”

Antonio de Brea, en su obra Campaña del Norte (1897) se refería así a la acción de este día: «A vanguardia de las columnas que atacaron San Pedro Abanto marchó un batallón de Infantería de Marina, en cuyo elogio no hay que decir más sino que fue completamente destrozado, por preferir sus bizarros jefes, oficiales y soldados quedar tendidos en el campo antes que volver la espalda a los carlistas; a cuyo frente se encontraba el temerario brigadier carlista Rafael Álvarez Cacho de Herrera, quien subido sobre los parapetos de los esforzados alaveses de su digno mando, desafiaba constantemente y a pecho descubierto la lluvia de plomo e hierro con que le saludaba el enemigo».

“La ladera de la iglesia desde el arroyo de la Bárcena (imagen del autor)”

En esta sangrienta batalla del 27 de marzo, cayó un tercio del batallón de Infantería de Marina, muriendo incluso al frente de sus soldados los capitanes de la primera y de la segunda compañía, Ramón Pardo y Pardo y Mariano Barra y Mur. Se calculó que cayeron unos 1.500 liberales y más de 2.200 carlistas.

Al día siguiente, los Infantes de Marina supervivientes desfilaron ante su división, que les rindió homenaje presentándoles armas en señal de respeto y admiración. De hecho, el general Zabala escribió lo siguiente en la crónica del Estado Mayor: «Los batallones de Estella, Las Navas, Barbastro, Ramales y otros se cubrieron de gloria, pero el de Infantería de Marina hizo verdaderos prodigios de heroísmo».

Pero la campaña no pudo continuar por ese sector porque se desencadenaron unas grandes tormentas de lluvia y viento que convirtieron la zona en un tremendo lodazal. Entonces el general Serrano decidió, con un cuarto Cuerpo de Ejército que aumentó su ejército a 42.000 hombres y 92 cañones, romper el frente el 28 de abril por las alturas del paso de Las Muñecas, internándose por el flanco sur del despliegue carlista, que dejaba el camino libre hasta Bilbao. Ésta fue la tercera batalla de la campaña de Somorrostro, donde se distinguiría también heroicamente el primer batallón del teniente coronel Manrique de Lara del tercer regimiento de Infantería de Marina de Cartagena. El camino hacia Bilbao quedaba por fin despejado. El día 2 de mayo entraron las fuerzas del general Concha en Bilbao, para entusiasmo de sus habitantes, quienes lo estaban pasando ya realmente mal (Miguel de Unamuno, 1897).

“Alegoría de la liberación de Bilbao (La Ilustración española y americana)”

 

 

 

 

La corbata de la Cruz Laureada de San Fernando fue impuesta a la bandera del segundo batallón del primer regimiento de Infantería de Marina el día 14 de abril de 1875, en un acto solemne celebrado en la iglesia de Santa María de Castro Urdiales.