OPORTUNIDAD DE LA TREGUA EN GAZA
En este momento, existen tres grandes dilemas geopolíticos, cuyo desenlace puede afectar gravemente a la arquitectura de seguridad internacional. El primero es el llamado Intermarium, territorio que se extiende desde el mar Báltico al Mar Negro donde el líder polaco Józef Pitsudski, hace ahora un siglo, trató de establecer una federación entre Bielorrusia, Lituania, Polonia y Ucrania. Hoy está afectada esta región por la invasión rusa de Ucrania. Aquí, el dilema será resuelto cuando esta zona se decante hacia la UE o hacia Rusia.
El segundo lo conforma Oriente Medio, una región caracterizada por constituir un laberinto de inestabilidad permanente en la que existen varios conflictos desde el conflicto palestino-israelí hasta la guerra civil en Yemen pasando por la guerra de Siria, el conflicto islámico entre sunitas y chiíes o el difícil equilibrio interreligioso en Libano, donde destaca la milicia proiraní de Hezbollah. En este caso, el dilema desaparecerá cuando la zona apueste por los países democráticos o por los autoritarios.
Por último, el tercer gran dilema geopolítico lo conforma el conflicto territorial existente en el Mar de China Meridional en el que China está llevando a cabo una política agresiva apropiándose de archipiélagos, arrecifes y atolones ampliando y construyendo en ellos bases militares sin respetar el derecho marítimo internacional, produciendo diferendos con distintos países ribereños como Brunei, Filipinas, Malasia, Taiwán y Vietnam. Este dilema se resolverá cuando se sepa quién será la posición ganadora, la de China, por un lado, o la de Estados Unidos y Japón, por otro.
De los tres grandes dilemas mencionados, el Intermarium y Oriente Medio están sufriendo una guerra de alta intensidad y asimétrica mientras que el de Mar de China Meridional está sujeto a continuas tensiones, especialmente agravadas por las pretensiones chinas de anexionar Taiwán, país democrático, empleando el uso de la fuerza, si llega el caso.
De los tres, el de Oriente Medio donde en este momento estamos asistiendo a la guerra entre Hamás e Israel, un actor terrorista contra un estado democrático, es el que produce mayores efectos en la comunidad internacional por varias razones, con independencia de la conmoción diaria que se origina en la población mundial que está viendo a través de las pantallas de TV el horror del desastre humano que está ocurriendo en Gaza.
Las distintas razones que repercuten fuertemente en la comunidad global se derivan de varios factores que afectan a los sentimientos, a las emociones y a las pasiones como pueden ser el religioso, al residir aquí el origen de tres religiones monoteístas – una de ellas con un grave y tenso cisma no superado -, el nacionalista motivado por las diferentes percepciones en el interior de los países de esta región y el étnico nacido de los distintos pueblos y grupos que conforman los estados de la zona.
Otro fenómeno, no menos importante en esta región, es el movimiento del salafismo yihadista, que se manifiesta la mayor parte de las ocasiones en forma de terrorismo produciendo enormes muertes de personas inocentes de acuerdo con un modus operandi que no respeta ni el derecho internacional humanitario ni, mucho menos, los derechos humanos en tiempos de paz. No solo hay que tener en cuenta las milicias de Hamás y la Yidad Islámica de Palestina sino también la potente milicia de Hezbollah en Libano y las diferentes milicias, la mayoría de ellas proiraníes, existentes en Siria e Irak.
Pero en el laberinto bélico de Oriente Medio aparecen muchos y diferentes intereses geopolíticos que repercuten en el equilibrio estratégico de seguridad internacional que se sustenta en las relaciones de poder existentes, fundamentalmente, entre las grandes potencias, por una parte, y entre las potencias emergentes, por otra, que están manteniendo una competencia geoestratégica global.
Un posible desenlace de la guerra se sustentará, fundamentalmente, en tres aspectos, la derrota militar de Hamás, el abandono por parte de Israel de la ocupación de Gaza y la creación de un Estado de Palestina democrático, resultado de unas elecciones libres e independientes. Esta solución es buena para Occidente ya que se establece un nuevo Estado democrático en la zona. Al mismo tiempo se hace frente al terrorismo y se adecúa a lo solicitado por la comunidad internacional de la creación de dos Estados.
Las oportunidades hay que aprovecharlas cuando se presentan. En estos días de la tregua se están realizando una multitud de contactos, aparte de los que llevan a cabo la ONU, Estados Unidos, Egipto y Qatar, a la hora de negociar el intercambio de rehenes israelíes por prisioneros palestinos y la entrega de ayuda humanitaria. Es una buena ocasión para finalizar con el gran dilema de Oriente Medio que se decía más arriba. Podría ser un primer paso del nuevo orden mundial que se avecina.
GD (R) Jesús R. Argumosa Pila
Asociación Española de Militares Escritores