La absorción del cuerpo de Carabineros (XLIII, XLIV y XLV)

El diario EUROPASUR publica periódicamente una serie de artículos sobre la Guardia Civil en San Roque, cuyo autor es nuestro asociado y Delegado para Andalucía de AEME el coronel de la Guardia Civil Jesús N. Núñez Calvo, doctor en Historia. Por el interés histórico reciente de estas narraciones, esta web publicará los capítulos que aparezcan en el mencionado diario. El siguiente corresponde a los capítulos XLII, XLIV y XLV.

 

La absorción del cuerpo de Carabineros (XLIII)

 

  • Históricamente los contrabandistas y defraudadores del fisco han intentado siempre corromper a quienes tenían la obligación legal de perseguirles
  • Las demarcaciones costeras de los puestos de primera línea de Carabineros estaban integradas con frecuencia con fracciones de diferentes municipios
  • Tres de las cinco compañías territoriales de infantería que integraban la Comandancia de Carabineros de Algeciras, tenían en su demarcación diversas fracciones del término municipal de San Roque
  • Las demarcaciones costeras de los puestos de primera línea de Carabineros estaban integradas con frecuencia con fracciones de diferentes municipios
  • Tres de las cinco compañías territoriales de infantería que integraban la Comandancia de Carabineros de Algeciras, tenían en su demarcación diversas fracciones del término municipal de San Roque
  • Las demarcaciones costeras de los puestos de primera línea de Carabineros estaban integradas con frecuencia con fracciones de diferentes municipios
  • Tres de las cinco compañías territoriales de infantería que integraban la Comandancia de Carabineros de Algeciras, tenían en su demarcación diversas fracciones del término municipal de San Roque
  • Las demarcaciones costeras de los puestos de primera línea de Carabineros estaban integradas con frecuencia con fracciones de diferentes municipios
  • Tres de las cinco compañías territoriales de infantería que integraban la Comandancia de Carabineros de Algeciras, tenían en su demarcación diversas fracciones del término municipal de San Roque
  • En el Campo de Gibraltar, además del marítimo, había tres tipos de destinos operativos terrestres. El más duro y penoso de estos últimos era el que se prestaba en primera línea, a pie de costa
  • Durante la Segunda República se continuaron dictando sucesivas normas tendentes a la mejora económica, social y de acuartelamiento para los Carabineros y la Guardia Civil

    Las normas de régimen interior del Cuerpo de Carabineros siempre fueron muy estrictas, no solo respecto a la disciplina militar como Instituto del Ejército que era, sino también respecto a la honestidad de todos sus componentes sin excepción, incluidas las matronas. No en vano el lema del Cuerpo desaparecido en 1940, al ser integrado en el de la Guardia Civil, era: “Moralidad, lealtad, valor y disciplina”.

    Los miembros de la policía fiscal y de fronteras, y Carabineros lo era, al igual que

    Retrato de Gerardo Martín Castro y su esposa. En 1932 sería comandante de Carabineros en Algeciras.

    anteriormente lo fue el Resguardo Militar de Hacienda, y posteriormente lo continúa siendo la Guardia Civil, la mayor vulnerabilidad que tienen es incurrir en el delito de cohecho. El diccionario de la Real Academia Española entre las tres acepciones de dicho vocablo da la de: “Delito consistente en sobornar a un juez o a un funcionario en el ejercicio de sus funciones, o en la aceptación del soborno por parte de aquellos”.

    Históricamente los contrabandistas y defraudadores del fisco han intentado siempre corromper a quienes tenían la obligación legal de perseguirles con la finalidad de poder practicar con impunidad sus actividades delictivas. Lamentablemente la condición humana es débil en ocasiones y éstos, olvidándose de los rectos principios que deben inspirar el cumplimiento del deber y traicionando la confianza depositada en ellos por el Estado, caen en la más miserable de las inmoralidades profesionales.

    Era por ello que una de las normas más estrictas del Cuerpo de Carabineros fijaba los traslados periódicos de sus miembros, al objeto de evitar la connivencia con contrabandistas y defraudadores por permanecer destinados mucho tiempo en un mismo lugar.

    El personal de Carabineros más vulnerable era precisamente el destinado en las aduanas ya que por las mismas era habitual la reiteración de tránsito de prácticamente las mismas personas a diario como por ejemplo sucedía en la de La Línea de la Concepción.

    La Circular núm. 16 de 25 de abril de 1929 establecía que si bien el tiempo mínimo de permanencia en las fracciones de Aduanas para los carabineros de 1ª y 2ª clase era de dos años, podían continuar hasta seis años, siempre y cuando fueran voluntarios y no hubiese alguna circunstancia que lo impidiese.

    Tan solo, en caso de que no hubiera en la Comandancia personal voluntario para ocupar las vacantes que se producían o no se podían cubrir con personal procedente de otras comandancias, se permitía, tanto a las clases como a los carabineros de 1ª y 2ª, que pudieran continuar en los puestos de Aduanas por periodos mínimos renovables de dos años. Para ello era requisito indispensable que el jefe de la Comandancia, “estimara conveniente su continuación por su buen comportamiento y excelente conducta”.

    En cambio, para las matronas, la normativa era más restrictiva que para los propios carabineros, no teniendo posibilidad de prorrogar su permanencia en la aduana una vez cumplidos cuatro años de destino, debiendo ser trasladadas, bien con carácter voluntario o forzoso. Todo ello conforme la Circular núm. 38 de 1923.

    Esta última circular sería derogada tácitamente, una vez implantada la Segunda República, al dictarse por la Dirección General de Carabineros la Circular núm. 158, de 12 de noviembre de 1931, sobre traslados de las clases e individuos de tropa y matronas. En ella se disponía que todos, incluidas ellas, al cumplir un año de servicio en las Comandancias de Algeciras (excepto el personal de Ceuta), Barcelona, primera línea de Estepona, Figueras, Ripoll, Valencia y compañía de la ría del Bidasoa en Guipúzcoa, “descontando el que permanezcan con licencia, permiso y de baja por enfermo”, podían solicitar traslado a cualquier otra Comandancia, “y hasta ocho”, lo mismo que los jefes y oficiales.

    Ello se debía al carácter preferente que se venía otorgando desde antiguo por estar destinado en las denominadas “Comandancias de fatiga”, y la de Algeciras, lo seguía siendo al completo dada la penosidad del servicio que se prestaba. Aquellos que tuvieran consolidado dicho carácter se les podía adjudicar hasta el 40% de las vacantes a cubrir, excepto las clases que cubrirían dos tercios.

    En dicha circular se establecían también incentivos al celo de los carabineros. Si estaban destinados en puestos de primera línea en alguna de las comandancias mencionadas, “conservando sus postas invulnerables durante un periodo de once meses, observando una conducta intachable, mereciendo de sus jefes naturales un sobresaliente concepto”, se les premiaría dando curso a sus peticiones de cambio de destino el día 1º del mes siguiente a dicho periodo de tiempo. Respecto a la “posta”, explicar que si bien no le es de aplicación ninguna de las nueve acepciones que recoge el diccionario de la RAE, en términos coloquiales de resguardo fiscal, se le sigue llamando al punto de vigilancia encomendado en costa, frontera o recinto aduanero, para impedir el paso de género de contrabando, aprehendiéndolo en su caso junto al reo.

    La mentada circular de 1931 concedía igual trato preferente especial para aquellos que estuvieran destinados en puestos de retaguardia, si “hubiesen llevado a cabo veinte aprehensiones, de ellas quince con reo, en igual lapso de tiempo, consistentes aquéllas en efectos cuya tasación no sea inferior a cincuenta pesetas”.

    Sin embargo, entre los diversos incentivos, reconocimientos y premios que se establecían en dicha circular no se contemplaba expresamente que las matronas que quisieran proseguir en sus destinos más de cuatro años, por sobresaliente e intachable conducta que tuvieran, pudieran hacerlo.

    Es por ello que finalmente se optó por dictar desde la Subsecretaría del Ministerio de Hacienda, la Circular núm. 106 de 7 de noviembre de 1933, disponiendo que las matronas solo cambiasen de destino a petición propia en ocasión de vacante o por medida disciplinaria. La medida de cambiarlas forzosa y obligatoriamente cada cuatro años se consideró “de todo punto ineficaz, ya que si observan buena conducta, merecen buen concepto a sus Jefes y cumplen a satisfacción sus deberes en la práctica del servicio, no se consigue otra cosa que perjudicar sus intereses y los del Estado, y en caso de deficiente actuación, medios tiene el Mando para proponer un cambio de destino o la separación del servicio sin esperar al plazo de cuatro años”.

    Durante la Segunda República se continuaron dictando sucesivas normas de variado rango tendentes a la mejora económica, social y de acuartelamiento para los componentes de los beneméritos Institutos de Carabineros y de la Guardia Civil. La más importante en materia de haberes para el personal de tropa del primero de ellos fue la ley de 9 de junio de 1934, decretada y sancionada por las Cortes, que determinó un significativo aumento de sus sueldos y devengos.

    Los que ostentaban los empleos de suboficial y sargento con veinte o más años de servicios efectivos, y al menos cuatro de ellos en los mismos, pasaban a percibir 4.500 pesetas anuales; los sargentos que no reuniesen tales requisitos, 3.830 pesetas; los cabos 3.465 pesetas; los carabineros de 1ª clase, 3.160 pesetas; los carabineros de 2ª clase, 3.100 pesetas; las matronas de 1ª clase como los cabos, es decir, 3.465 pesetas; y las matronas de 2ª clases, como los carabineros de igual categoría, es decir, 3.100 pesetas.

    La absorción del cuerpo de Carabineros (XLIV)

  • Cuando comenzó 1933 se encontraba al frente del Cuerpo de Carabineros, como inspector general, el general de brigada Miguel Garrote Cancelo. Entre 1923 y 1926 había sido coronel jefe de la 6ª Subinspección, de la que dependían las Comandancias de Cádiz y Algeciras.

    Tras el cese del teniente general José Sanjurjo Sacanell, como consecuencia del frustrado golpe de estado y ser suprimida la Dirección General de Carabineros, Garrote, que estaba destinado como general secretario de la misma, fue también cesado. Lo mismo sucedió con el general de división Eladio Soler Pacheco, natural de San Roque y subdirector general de Carabineros, así como con los generales de división Miguel Cabanellas Ferrer y Benito Pardo González, director general y subdirector general de la Guardia Civil, respectivamente.

    Sin embargo, mientras que Soler permanecería en situación de disponible en Madrid hasta marzo de 1933, que pasó a la primera reserva por haber cumplido la edad reglamentaria, Garrote fue nombrado el 23 de agosto de 1932, a propuesta del ministro de la Guerra, Manuel Azaña Díaz, jefe de la Circunscripción de Carabineros de Barcelona. Apenas estuvo tres meses porque el 3 de diciembre, esta vez a propuesta del ministro de Hacienda Jaime Carner Romeu, conforme la nueva dependencia establecida, fue designado inspector general de Carabineros.

    Dicho nombramiento fue inaudito ya que solía designarse para mandar el Cuerpo de Carabineros, al igual que el de la Guardia Civil, a generales del Ejército y no a quienes procedían de dichos institutos. En Garrote coincidía la circunstancia de que, además de ser oficial de Carabineros desde el año 1895, procedente de Infantería tras finalizar sus estudios en la Academia de Toledo, había iniciado con anterioridad su carrera militar en 1887 como carabinero de infantería de 2ª clase, ascendiendo a cabo un par de años después.

    Mientras tanto, en el Campo de Gibraltar, al inicio de 1933, el jefe de la Comandancia de Carabineros de Algeciras era el teniente coronel Ángel Verde Rodríguez, cuyo principal problema, al igual que para la todavía existente Comandancia de Estepona, era el contrabando procedente de la colonia británica del Peñón.

    Portada del escalafón de suboficiales, sargentos, cabos y matronas de Carabineros en 1933.

    Al contrario de lo que sucedía con la Guardia Civil, que las demarcaciones de sus unidades territoriales comprendían, como norma general, municipios íntegros sin fraccionamiento de su espacio físico entre dos o más unidades diferentes, el Cuerpo de Carabineros sí fraccionaba los términos municipales entre diversas unidades contiguas.

    La razón principal de ello se debía a la diferente función de cada Cuerpo. La Guardia Civil entonces actuaba principalmente en materia de lo que actualmente se denomina seguridad ciudadana, poniendo en conocimiento de las autoridades judiciales, ubicadas en las cabeceras de partido, los hechos delictivos acaecidos en los municipios que integraban aquellos. Por eso cada puesto de la Guardia Civil tenía por demarcación uno o más términos municipales al completo. En cambio, Carabineros que actuaba principalmente en materia de resguardo fiscal y persecución del fraude y contrabando, su referencia no eran los partidos judiciales sino las demarcaciones fiscales establecidas en las ordenanzas generales de la renta de aduanas.

    Todo ello motivaba que las demarcaciones costeras de los puestos de primera línea de Carabineros estuvieran integradas con frecuencia con fracciones de diferentes municipios. En el caso concreto del Campo de Gibraltar hay que tener en cuenta que en una bahía como la de Algeciras, sus aguas, siempre de jurisdicción española en su totalidad mal que le pese a algunos, bañan las costas de los municipios de AlgecirasLos BarriosSan Roque y La Línea de la Concepción, más la colonia británica de Gibraltar. Y continuando un poco más hacia levante, otra vez La Línea de la Concepción seguido de San Roque.

    Es por eso que tres de las cinco compañías territoriales de infantería que integraban la Comandancia de Carabineros de Algeciras, tenían en su demarcación diferentes fracciones del término municipal de San Roque.

    Así, la 1ª Compañía tenía su cabecera en Atunara, barriada de La Línea de la Concepción pero tres de sus puestos de infantería estaban ubicados en el municipio sanroqueño: Guadalquitón, Carboneras y Torrenueva. En la 2ª Compañía, con residencia de su jefatura en La Línea de la Concepción tenía un puesto de infantería en la orilla del Cachón de Jimena, perteneciendo al municipio de San Roque la mayor parte de su demarcación.

    Mención especial merece la 3ª Compañía, que seguía manteniendo su cabecera en la barriada sanroqueña de Puente Mayorga. Las residencias de los mandos subalternos de sus cuatro secciones estaban fijadas en la misma Puente Mayorga (de la que dependían los puestos de infantería, aduana y marinos existentes en la residencia y de infantería y marinos en Guadarranque); en Palmones (de la que dependían los puestos de infantería en el poblado barreño de la residencia y de marinos en su río, así como de infantería en el algecireño de Rinconcillo y en el sanroqueño de Toril); en Jimena de la Frontera (de la que dependían los puestos de infantería de la residencia, Castellar de la Frontera y San Martín del Tesorillo) y en la Estación de San Roque (de la que dependían los puestos de infantería de la residencia y de las estaciones ferroviarias de Los Barrios, Almoraima, Jimena de la Frontera, Castellar de la Frontera y San Pablo de Buceite).

    Igualmente continuaba manteniéndose en la ciudad de San Roque la cabecera de la sección de caballería de la Comandancia de Algeciras, con puestos en la residencia, Algeciras, La Línea de la Concepción y Tarifa.

    A principios de 1933 estaban destinados en la 1ª Compañía de Atunara, el sargento Antonio Millán Torres como comandante del puesto de infantería de Torrenueva, donde estaba también el cabo Francisco Parrado González; el sargento Julián Escribano Navarro como comandante del puesto de infantería de Carboneras, donde estaba también el cabo Enrique García Andrino; y el sargento Luis Fúnez Gallego como comandante del puesto de infantería de Guadalquitón, donde estaba también el cabo Enrique Chaver Gorro.

    En la 2ª Compañía de La Línea de la Concepción se encontraba en el puesto de infantería de Cachón de Jimena como comandante del mismo, el sargento Carlos González Rodríguez, encontrándose destinados allí los cabos Manuel Domínguez Martínez y Juan Seisdedos Grande.

    Y finalmente, en la 3ª Compañía de Puente Mayorga estaba destinado el suboficial de infantería José Martín Maldonado como jefe de la Sección de la Estación de San Roque; y como comandantes de puestos de Carabineros ubicados en dicho municipio se encontraban destinados el suboficial Domingo García Gutiérrez en el de infantería de Guadarranque, donde estaba también el cabo José Casas Mota; el sargento Paulino Zamora Serrano en el de infantería de Puente Mayorga, donde estaba también el cabo Juan López Márquez, que a pesar de ser de caballería se encontraba destinado en ese al resultar excedente de la plantilla de su arma; el sargento Alfonso Martínez Santos en el de la aduana de Puente Mayorga, donde estaba también el cabo Juan Ruiz Jáuregui; el sargento Sebastián Dorado Santos en el de caballería de San Roque, donde estaba también el cabo Alfonso Fortío Grajera; y el cabo Eladio Ramos Rodríguez en el de infantería de El Toril.

    La absorción del cuerpo de Carabineros (XLV)

     

    Por tal razón, era habitual que cada poco más de un año o dos a lo sumo, la mayor parte de sus miembros, mandos incluidos, cambiase de destino. Esta constante rotación tenía sus ventajas e inconvenientes. En positivo, el más importante era que al no haber permanencia en la prestación diaria de servicio en el mismo lugar, no había facilidad para la connivencia con contrabandistas, siempre dispuestos a tentar y corromper a sus peores enemigos que eran los carabineros. En negativo, destacaba sobre todo, que cuando se comenzaba a tener el adecuado conocimiento de las peculiaridades específicas de su servicio en el punto donde lo prestaba, así como del terreno y de las personas de su entorno profesional, alcanzando con todo ello un buen grado de eficacia, se marchaba destinado a otro lugar y quien le reemplazaba tenía que comenzar de nuevo.

    En el Campo de Gibraltar, además del marítimo, había tres tipos de destinos operativos terrestres. El más duro y penoso de estos últimos era el que se prestaba en primera línea, a pie de costa, en parajes alejados de los núcleos de población y siempre expuesto a las

    inclemencias atmosféricas de frío, calor, lluvia y viento sin tener donde resguardarse. Siempre esperando la llegada del alijo procedente vía marítima del Peñón, al objeto de aprehender el contrabando y capturas a sus autores. A ello había que añadir que sus acuartelamientos apenas tenían capacidad para albergar a sus familias, por lo que tenían que dejarlas en las localidades más próximas en modestas viviendas alquiladas con cargo a su reducido sueldo.

    A continuación, estaba el servicio de segunda línea, donde solían residir en acuartelamientos ubicados en el interior de las poblaciones o en viviendas rentadas, pero con la misión de evitar que el contrabando que había vulnerado la primera línea pudiera traspasar la que ellos vigilaban, sobre todo apostándose para ello en cruces y caminos, teniendo que soportar también las inclemencias del tiempo.

    Y el tercero, era el servicio que se prestaba en el interior de los recintos aduaneros, muy ingrato por el constante desgaste que suponía el registro diario de quienes pretendían introducir el contrabando oculto en sus ropas y equipajes. El más penoso era el denominado de “puertas” que se prestaba en los accesos de “la Verja” en La Línea de la Concepción y por donde diariamente pasaban más de diez mil personas.

    Al comenzar 1934, mandaba la Comandancia de Algeciras el teniente coronel Enrique

    Portada del escalafón de suboficiales, sargentos, cabos y matronas de Carabineros en 1934.

    Crespo Salinas, destinado en agosto anterior, procedente de la Comandancia de Sevilla. Había sido su jefe hasta el fracaso de la “Sanjurjada” del 10 de agosto de 1932, siendo cesado y quedado disponible. Igual suerte corrieron la mayor parte de sus mandos subordinados, los comandantes Gregorio del Saz Roca y Manuel del Valle Aparicio; los capitanes José Tristán Palacios y Joaquín Cortés Aguilar; los tenientes Eugenio Ruiz Pimentel, Alonso Martínez Mora, Manuel Martínez Espinosa y Adolfo Torres Aguilar Tablada; así como el alférez Ramón Villares Vázquez.

    El anterior jefe de la Comandancia de Algeciras, Ángel Verdes Rodríguez, había sido destinado en julio de 1933 a mandar la Comandancia de Barcelona. Como la mayor parte de sus predecesores, apenas había estado poco más de un año en el Campo de Gibraltar. Procedente por ascenso de la Comandancia de Lugo, fue destinado a Algeciras en febrero de 1932, sustituyendo al teniente coronel José de Lera Darnell, que fue designado para el mando de la Comandancia de Málaga. En la vecina Comandancia de Estepona también había habido relevo, pues el teniente coronel Mariano Larios Rodríguez había sustituido a Manuel Aranda Lendines.

    En lo referente a los mandos de Carabineros desplegados en el municipio de San Roque, también cambiaron la practica totalidad, salvo excepciones. Al iniciarse 1934, en la 1ª Compañía de Atunara, el sargento José Sendín Benito había relevado al de igual empleo, Antonio Millán Torres, como comandante del puesto de infantería de Torrenueva, donde el cabo Emilio Bajo Iglesias había sustituido también a su homólogo Francisco Parrado González; el sargento Francisco Díaz Robles como comandante del puesto de infantería de Carboneras, en vez de Julián Escribano Navarro, donde el cabo Antonio Hernández Zambrano, si bien era de caballería, ocupó la vacante dejada por Enrique García Andrino; y el sargento Eugenio Fernández Flores relevó a Luis Fúnez Gallego como comandante del puesto de infantería de Guadalquitón, donde el cabo Joaquín Tesón Hernández sustituyó a Enrique Chaver Gorro.

    En la 2ª Compañía de La Línea de la Concepción se encontraba en el puesto de infantería de Cachón de Jimena como comandante del mismo, el sargento Francisco Alcázar Muñiz en vez de Carlos González Rodríguez, encontrándose destinados allí los cabos Emiliano Toledano Sánchez-Crespo y Abelardo Piorno Miranda en lugar de Manuel Domínguez Martínez y Juan Seisdedos Grande.

    Y finalmente, en la 3ª Compañía de Puente Mayorga continuaba siendo jefe de la Sección de la Estación de San Roque, el suboficial de infantería José Martín Maldonado, pero solo hasta febrero dado que cumpliría la edad reglamentaria para el retiro; y como comandantes de puestos de Carabineros ubicados en dicho municipio se encontraban destinados el suboficial José Olivares Oña en vez de Domingo García Gutiérrez en el de infantería de Guadarranque, donde el cabo Emilio Pacheco Martín reemplazó a José Casas Mota; el sargento Bernardo Terrés Rubi en sustitución de Paulino Zamora Serrano en el de infantería de Puente Mayorga y el cabo Pedro Castaño Santiago en lugar del de caballería Juan López Márquez; el sargento Alfonso Martínez Santos sí que continuaba como comandante de puesto de la aduana de Puente Mayorga, donde el cabo Máximo Sauceda de la Montaña relevó a Juan Ruiz Jáuregui; también continuaba el sargento Sebastián Dorado Santos en el puesto de caballería de San Roque, si bien por sólo unos días ya que el mismo enero cumplía la edad reglamentaria para el retiro, mientras que en cambio sí que prosiguió el cabo Alfonso Fortío Grajera; y el cabo José Gutiérrez Jiménez, que al ser excedente en plantilla de caballería había pasado a prestar servicio en el puesto de infantería de El Toril, sustituyendo a Eladio Ramos Rodríguez.

    Cntinuará

Fuente:

https://www.europasur.es/san_roque/guardia-civil-absorcion-cuerpo-Carabineros-XLIII_0_1729927399.html

https://www.europasur.es/san_roque/absorcion-cuerpo-Carabineros-XLIV_0_1732027541.html

https://www.europasur.es/san_roque/absorcion-cuerpo-Carabineros-XLV_0_1733826961.html