Alejandro Klecker de Elizalde, Alferez de Navío, RV, asociado de AEME envía esta interesante reseña del “Tratado Naval de Washington”, al cumplirse los cien años de su firma.
CIEN AÑOS DEL TRATADO NAVAL DE WASHINGTON
Finalizada la Primera Guerra Mundial, ante la gigantesca catástrofe humanitaria y geopolítica que produjo el conflicto se planeó, por las potencias vencedoras, la celebración de una conferencia que limitara para siempre el rearme y sus consecuencias.
1.- Antecedentes
Ya se habían suscrito, con anterioridad, acuerdos que buscaron la reducción de armamentos y evitar un conflicto internacional como consecuencia del temor que ocasionaría el desarrollo armamentístico de las potencias. Tenemos que remontarnos a las dos Conferencias de La Haya de 1899 y 1907, así como a la creación, en 1912, de la Sociedad de Naciones, por impulso del presidente de los Estados Unidos, W. Wilson, país que, sorprendentemente, no se incorporó a la misma pese a ser su inspirador.
El Tratado de Saint Germain de 1919 se encargó del desmembramiento del Imperio austro-húngaro y la proclamación de diversas naciones independientes (Hungría, Austria, Checoeslovaquia…) el reconocimiento de las pretensiones territoriales italianas y, sobre todo, evitar la unificación austro-germana y la limitación de ejército alemán a 30.000 efectivos.
Por su parte el de Versalles, en el aspecto naval, impuso severas limitaciones a Alemania en cuanto al número de buques a mantener o construir.
Ls imperios tras la Primera Guerra Mundial:
Desmembrado el Imperio austro-húngaro y su capacidad de salida al mar (limitada históricamente al Adriático), una vez derrotadas las fuerzas Blancas rusas por las soviéticas, ante la retirada del apoyo de los aliados, las grandes potencias y aliados vencedores se encontraban en las siguientes situaciones:
Los Estados Unidos que habían incorporado, a principios de siglo, los territorios de Panamá (1904) Oklahoma (1905) Arizona y Nuevo México en 1912 (Alaska y Hawái no serían estados de la Unión plenamente hasta 1959), estaban sin ningún ánimo expansionista, dada su renovada política aislacionista y antiimperialista quedando con los mismos territorios que durante la IGM.
El Reino Unido, incorporó, bajo mandato de la Sociedad de Naciones (SDN): Palestina, Transjordania, Irak, Tanganica, parte del Camerún y Togo Occidental.
Francia, igualmente bajo mandato de la SDN se hizo con el control de: Siria, Líbano, la otra parte del Camerún y Togo Oriental. Además de los protectorados de Túnez y Marruecos.
El Imperio del Japón, que ya se había hecho con Formosa, Islas Riukiu e Islas Kuriles (1875), Sajalín, Porth Arthur y Tsushima (1905) Corea (1910), obtiene bajo mandato de la SDN: posesiones alemanas en China, Pacifico y Tsingtao, devuelve a la URSS el norte de isla Sajalín (1925) y no incrementó su territorio hasta la década de los treinta con la invasión del territorio chino luego denominado Manchukuo y costa occidental de China con ciudades como Pekín, Shanghái, Nankín.
Por su parte Italia, el Estado más descontento con las compensaciones que recibió y que alentarían las reivindicaciones nacionalistas incorporaría: el sur del Tirol austriaco (actualmente con movimientos pro austriacos), Zara, Trento, Fiume, Istría, puertos de Dalmacia y Friuli, conservando o ampliando en los años 20: Libia, Eritrea, Etiopia, Tiantsing (China) e islas del Dodecaneso (1925).
Los conflictos militares, fronterizos de migraciones deportaciones, ocupaciones y desocupaciones varias de territorios eran una constante en Europa, además, tres guerras, entre ellas la guerra civil rusa, la guerra ruso-polaca de 1920, la greco-turca 1920-22, el conflicto de Francia y España frente a los movimientos independentistas del Rif en Marruecos así como la emancipación y partición irlandesa, en 1921, del Reino Unido tras el enfrentamiento civil armado entre las facciones prounionistas e independentistas, en Asia la guerra civil en China.
2.- El expansionismo naval tras el final de la IGM
Al acabar la Primera Guerra Mundial no se paralizaron las construcciones navales, así los EE.UU. tenían un plan de disponer de 50 acorazados, Japón pretendía construir ocho nuevos acorazados y 8 cruceros pesados y el Reino Unido estimaba construir 8 acorazados y cuatro grandes cruceros.
Las causas de la búsqueda de lograr un Tratado para el desarme, son varias entre ellas, el alto número de buques en las listas de cada marina de guerra y la constatación de numerosos y amplios planes de renovación y nuevas botaduras que podían desembocar en otra carrera armamentística. La situación del Pacífico con el choque de intereses de Estados Unidos, Japón e Imperio Británico principalmente. También la situación económica, penosa, derivada de la IGM y que ocasionaba tensiones sociales importantes especialmente en el Reino Unido, finalizando la década con las crisis del 29. Así como intentar mantener el nuevo status quo resultante del reparto de antiguas colonias alemanas, desmembración del imperio austro húngaro, la aparición de la URSS y una larga serie de conflictos latentes.
Se impuso, en cada gobierno de los Estados signatarios, la moderación y el deseo de desarme aunque en cada una de ellas había posturas fuertemente contrapuestas. Francia temerosa, no solo de Alemania si no del poderío imperial del Reino Unido e Italia, Japón con los Estados Unidos, que volvía a posturas aislacionistas.
3.- El Tratado
Aunque lo que conocemos como Tratado de Washington tuvo varias derivadas, así el denominado pacto de las 9 Potencias (Reino Unido, China, Portugal, EE.UU.,Italia, Francia, Japón, Bélgica, Holanda) que abordaba la independencia de China pero con implantación de una postura de “puertas abiertas”. Otro entre los Estados Unidos, Reino Unidos, Francia, otro pacto a cuatro garantizando la situación del Pacifico sin apertura de nuevas bases navales por ninguna potencia signataria. También el Tratado de Shantung obligando a Japón a la devolución de Kiachow y Shantung a China y repatriación del ejército de Siberia.
Otra que, en 2022 conmemoraremos, la versión final, de carácter naval, llamado “de los Cinco” con Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Japón, Italia y Francia y del que resumiremos sus importantes consecuencias respecto al rearme naval y sus limitaciones.
Hemos de aclarar que Reino Unido iba acompañada de los representantes de Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica e India.
Del Tratado podemos decir, sin paliativos, que fue un gran éxito diplomático y que en gran medida se cumplieron sus objetivos, pero sería revisado por la Conferencia Naval de Londres de 1930, ante los cambios políticos internacionales (fascismo en Italia, nacionalsocialismo en Alemania y doctrina militaristas del Japón) que produjeron honda preocupación en Francia, Reino Unido y los Estados Unidos principalmente. Recordemos que pese al decisivo papel de los EE.UU. en la IGM Francia y Reino Unido conservaban sus inmensos territorios en todo el planeta frente a la doctrina norteamericana antiimperialista.
La estructura del Tratado se establece en: un preámbulo cuyo objetivo era el mantenimiento general de la paz y reducir la carga de la competición de armamentos.
El capítulo primero realizaba provisiones generales para la limitación de armamento naval y compuesto por 20 artículos. En ellos el artículo III especifica que las potencias abandonarán la construcción de nuevos capital ships (acorazados y portaviones), exceptuando la sustitución que se señalaba en posteriores artículos.
No se harían nuevas bases navales ni se reforzarían las existentes tampoco se incrementaría la artillería de costa para su defensa.
El capítulo segundo dedicado a la definición de términos y reglas de ejecución del Tratado. Con varias partes, la primera definía los buques capitales que podían ser mantenidos por las potencias signatarias. La segunda fijaba las reglas de desguace que fueron: hundimiento; desmontaje de maquinaria, armamento, torretas, sistemas de control de fuego, munición, explosivos y minas, torpedos, cabezas y tubos, instalaciones de telegrafía, plataformas para lanzamiento de aviones, corazas y otros. Igualmente convertirlos en objetivos para maniobras o similares pero no para uso de guerra. Para Francia e Italia conservar dos buques para entrenamiento hasta 1931. La tercera parte, del segundo capítulo, fijaba el reemplazo de buques, dividida en dos secciones la primera dedicada a las reglas de reemplazo con las normas de comunicación al resto de potencias. La segunda dedicada a detallar los buques que se podían reemplazar o desguazar (ver resumen en el listado por nación).
La Parte Cuarta establecía las definiciones de buque capital, portaviones y desplazamiento estándar que se definía en 1016 kilos.
El capítulo tercero dedicado a provisiones varias, comprendía los artículos XXI al XIV. El XXII recogía la posibilidad con comunicación al resto de signatarios, en caso de guerra, de suspender las medidas acordadas. El XXIII establecía como fecha de permanencia del Tratado el 31 de diciembre de 1936, salvo denuncia previa de alguna de las partes. Desgraciadamente la evolución de los acontecimientos políticos obligó en 1930 a celebrar, como hemos señalado la Conferencia Naval de Londres.
El Tratado con las ratificaciones de los congresos de cada nación fueron intercambiados en Washington, el 17 de agosto de 1923, y registrado el 16 de abril de 1924 en la Serie de Tratados de la Liga de Naciones.
4.- El Tratado en cifras y buques
Para entender en cifras las consecuencias resumiremos por tipos de buques los acuerdos adoptados.
Como norma general la prohibición de construir buques de más de 35.000 toneladas (veremos que esto se incumplió parcialmente). No superar ocho piezas de artillería principal que no podían ser de un calibre superior a los 406 mm, quedando sin regular el resto de artillería auxiliar. El reparto entre las potencias fue de un máximo de:
Estados unidos: 525.000 toneladas, de ellas 135.000 para portaaviones.
Reino Unido e Imperio Británico: 525.000 y 135.000 para portaviones.
Francia: 175.000 toneladas y 60.000 para portaviones.
Italia: 175.000 toneladas y 60.000 para portaviones.
Japón: 315.000 toneladas y 81.000 para portaviones.
Para el resto de buques acorazados se decidió que se desmantelaría la protección antisubmarina de los existentes dejándolos para buques de practicas, blancos navales o desguace. Aunque podían transformarse sus cascos, en algunos casos, para construir portaaviones.
Acorazados: 5 respectivamente para los EE.UU. y Reino Unido, Japón 3, Francia e Italia, 1,67 en el esquema de 5+5+3 de los tres citados.
Teniendo en cuenta la amplitud del Imperio Británico en varios escenarios respecto a los EE.UU. era muy inferior a estos que se concentraban en el Pacifico.
A Japón y Reino Unido se les permitió mantener dos acorazados adicionales sin propósitos para el combate.
Portaaviones: EE.UU. dos: Saratoga y Lexington en base a cascos de cruceros de batalla.se limitaba el desplazamiento a 27.000 toneladas, incumplido por los Estados Unidos y Japón, los primeros con los citados llegaban a las 36.000.
Reino Unido: HMS Furious, Glorius y Corageous.
Japón, mantenía el Hosho, Akagi y Kaga, que superaban ambos las 35.000, incumpliendo lo pactado.
Francia disponía del Bearn pero no construyó ninguno al igual que Italia.
Cruceros, no detallados en el Tratado pero con no más de 10.000 toneladas y máximo de 203 mm de artillería principal. Entre las violaciones del Tratado los alemanes construyeron buques de 11.000 toneladass. España por cierto diseñó los Canarias y Baleares.
Destructores: no se detallaron o limitaron en el Tratado.
Submarinos: con un enfrentamiento doctrinal entre Francia y Reino Unido, de su empleo y tonelaje, tampoco se incluyeron.
Se declaraban unas “vacaciones”, hasta 1927, para Francia y Reino Unido y 1931 para el resto, periodo en donde no se podían construir nuevos buques.
Las posturas, en el seno de cada una de las potencias, no eran unánimes. Los franceses se negaban a que Italia tuviera la misma capacidad, ésta exigía lo contrario, Reino Unido con su poderoso y extenso territorio estaba en desacuerdo con quedarse en inferioridad de condiciones con los Estados Unidos. Además Reino Unido estaba sumido en una grave crisis económica de desempleo que le impedía, pese a la voluntad de su Armada de abordar un ambicioso programa naval. Al final la cuestión principal era la situación en el Pacifico que desembocaría, en el enfrentamiento del Japón y los Estados Unidos, siendo el resto de flotas presentes en el Océano Pacífico e Índico muy inferiores a la de los dos anteriores.
En el Japón las corrientes militaristas chocaban con la política de su gobierno al que consideran muy tibio con la fortaleza de los Estados Unidos.
Tampoco en Francia y Reino Unido se tenían posturas comunes, antes al contrario reinaba una desconfianza mutua entre las fuerzas políticas.
Aunar tantas posturas diferentes incluso dentro de cada nación y entre las cinco principales potencias es por lo que sostenemos que la Conferencia Naval fue un éxito durante casi una década, hasta la Conferencia Naval de Londres de 1930.
Los Imperios conservaban un gran número de buques capitales, como reflejaba el Tratado:
Japón: diez entre 27.500 y 33.800 toneladas. Con un total de 301.320.
Italia: diez entre 12.600 y 22.700, sumando 182.800.
Francia: diez entre 18.900 y 23.500 con 221.170.
Imperio Británico: 19 entre los 41.200 del Hood, y los 27.500 y 23.000 con 580.450.
Estados Unidos: dieciocho de 20.000 a 32.000 y un total de 500.650.
Los incumplimientos del Tratado fueron protagonizados por Italia al diseñar cruceros de 11.000 toneladas por Francia que, a mediados de los 30, superó la cifra en acorazados y en 1934 por Japón que, desde la firma tenía dos facciones opuestas una ultra militarista que lograría denunciar el mismo y Alemania que se embarcó en la construcción de sus célebres acorazados de bolsillo.
Alejandro Klecker de Elizalde
Asociación Española de Militares Escritores (AEME)