En el marco del III Ciclo AEME/21 titulado“ Impresiones, historias, y recuerdos de la presencia española en el Sahara Oriental”, Juan Gual Fournier, Coronel de Infantería (R) de la Hermandad de la Agrupación de Tropas Nómadas nos relata el eficaz servicio que las Patrullas Motorizadas prestaron a la seguridad en el Sahara.
Las patrullas motorizadas, dignas hermanas de las montadas a camello y que, junto a ellas, eran la razón de la existencia de la Agrupación de Tropas Nómadas.
Así como las patrullas montadas, siempre envueltas con toda justicia en un halo de romanticismo aventurero, eran los elementos más afines a la vida tradicional del nómada y muy aptas, por tanto, para el contacto informativo, al propio tiempo carecían de las características de una Unidad moderna en que la oportunidad en la acción es imprescindible. Es decir, carecía de velocidad.
Era, por tanto, necesario que la Agrupación dispusiera de patrullas motorizadas para emplear al propio tiempo que las montadas y en combinación con éstas.
La composición y empleo de las patrullas motorizadas varió con el transcurso del tiempo. Si en un principio tenían una composición muy ligera (ocho hombres sobre dos vehículos) y una duración bastante corta (de cuatro a siete días), a finales de 1971, en los Grupos Nómadas del norte (en el Grupo Sur a finales de 1972) pasaron a componerse de 24 hombres sobre cinco vehículos y con una duración habitual de quince días que, en ocasiones, se prolongaron hasta más de dos meses.
La razón de estas modificaciones fue la evolución de la situación política, especialmente en el ámbito internacional. Las noticias procedentes de Marruecos dieron lugar en alguna ocasión al reforzamiento de las patrullas motorizadas e, incluso, a una composición especial en cada caso. Baste decir que en la época anterior a 1971, en los lugares de acampada no era normal el establecer puestos de centinela alguno (lo que, por otra parte, no permitía su corto número de hombres), toda vez que la sensación de confianza y seguridad era grande, por lo que el Jefe de la patrulla tenía que hacer un esfuerzo para recordarse a sí mismo sus obligaciones respecto a la seguridad en todos los órdenes.
Sin embargo, por la razón expuesta, poco a poco se vió la necesidad de adoptar medidas de seguridad, dándose diferentes normativas al respecto, entre las que se incluyeron el aumento considerable de los componentes de la patrulla motorizada, mayor número de vehículos, armamento más potente y medios de transmisión más completos.
Como dato curioso, se recuerda que la limpieza diaria del armamento se hacía por mitades para que nunca estuviese toda la patrulla sin poder hacer uso inmediato de sus armas. Sin embargo, no por ello debe pensarse que la vida de las patrullas transcurría en tensión. Nada de eso, la vida cotidiana de la patrulla, por lo general, no se desarrollaba bajo tensión alguna.
A veces, podían producirse novedades tales como una imprevista persecución de algún vehículo desconocido para su identificación o un desplazamiento súbito a una zona determinada en cumplimiento de órdenes recibidas por radio, pero estas incidencias entraban en el normal funcionamiento de la Unidad. Esta visión casi idílica contrastaba con el frio (que lo hubo), con el calor (que también lo hubo), con el polvo, con la suciedad, con las incomodidades y con el miedo (que también a veces se experimentó).
El movimiento de las patrullas lo marcaba el Jefe de la Base salvo que desde el Grupo o la Agrupación se ordenase recorrer una zona concreta. Pero el Jefe de patrulla tenía muchísima autonomía para moverse.
Una sección salía, la siguiente pasaba a ser la “patrulla alertada” que estaba repostada al completo de munición, gasolina y agua, incluso estaba instalada la radio y además todo el material de nomadeo estaba cargado en las redes laterales. Solo faltaba el armamento, la comida y el personal.
No sólo estaba preparada para salir, además cada uno tenía asignado su puesto en el vehículo y su equipo en las redes.
Esta patrulla durante los días de “Patrulla Alertada” hacía instrucción y era la que salía a esperar la estafeta, acompañar el convoy, hacer la aguada en el pozo previsto o cuando surgía cualquier visita o incidente raro.
La tercera patrulla, la que acababa de llegar, se encargaba de los servicios de Base.
En 1961 empezaba el coche/radio a ser un elemento más de las patrullas motorizadas, siendo obligado el envío sistemático de mensajes cifrados a Mahbes y Aaiun para dar la posición propia y novedades. Tanto el conductor como el operador eran europeos y el vehículo un Land Rover.
La unidad estaba totalmente motorizada disponiendo para ello de 20 Land Rover 109 modelo desierto, de gasolina, cada uno ocupado por 5 hombres.
Pero en 1.974 se cambiaron por el Land Rover 109 modelo Militar. Que era mucho mejor. Eran los dos modelos de gasolina, pero el nuevo modelo gastaba unos 15 a 18 litros a los 100 y el anterior de 20 a 25. Tenía, además, dos depósitos de 45 litros bajo los asientos delanteros. Y se llevaban dos petacas de 25 litros en la defensa delantera y cuatro en la parte de atrás. En total (90 + 50 +100) 240 litros por vehículo que les daba una autonomía de más de 1.000 kilómetros.
Los vehículos llevaban unas redes en los laterales para transportar un petate por hombre y una benia por vehículo. Se llevaban dos bidones de 50 litros para asegurar agua para 10 días.
Las ruedas de repuesto, al principio, iban encima del capó, pero para disminuir la silueta se pasaron a la caja. Toda la carga iba tapada con una lona. Se formaban tres Patrullas (tipo Sección) de 5 vehículos y una patrulla de Mando. La Patrulla la mandaba un teniente, tenía dos pelotones, con dos coches cada uno, uno lo mandaba un sargento europeo y el otro un sargento nativo.
Posteriormente se aumentó el número de vehículos y se aumentó algo la plantilla de soldados saharauis con lo que las patrullas, que eran de 5 vehículos y 25 hombres, pasaron a realizarse con 7 vehículos y 35 hombres. Un vehículo de mando y dos pelotones de tres vehículos.
El armamento también creció considerablemente. Se recibieron dos morteros ECIA de 120 mm, y cuatro CSR (cañones sin retroceso) aunque sólo existían dos vehículos Land Rover 88 para ellos.
Se mejoraron muchísimo las comunicaciones con la llegada de 4 emisoras RACAL/CONCAL de 25 watios de BLU (Banda lateral única) que se instalaron en vehículos y equipos AN/PRC 77 para enlace interno dentro de las patrullas contando con 3 radioteléfonos AN-PRC 10 para los pelotones que podían ser destacados en cualquier momento.
Las patrullas eran el arma que tenía la Agrupación de Tropas Nómadas para ejercer su poder en todo el territorio del Sahara. Toda la vida en las Bases giraba alrededor de las patrullas, donde se turnaban oficiales, suboficiales y tropa, tanto europea como nativa; cada Base tenía siempre, al menos, una patrulla en el campo, en total eran nueve las patrullas que recorrían el territorio, vigilando las fronteras, haciendo frente a cualquier intento de penetración en el Territorio, informando al mando de todas las novedades habidas, control y estado de los pozos, socorro a los nómadas ante cualquier eventualidad (principalmente sanitaria), y proporcionando una seguridad inmediata muy apreciada por su calidad y su permanencia en el tiempo.
Juan Gual Fournier Coronel de Infantería (R)
Hermandad de la Agrupación de Tropas Nómadas del Sahara
Otros digitales en que se publica:
https://www.diariocritico.com/opinion/aeme/la-patrulla-motorizada
https://ame1.org.es/iii-ciclo-aeme-2s-21-la-patrulla-motorizada/
https://www.elradar.es/la-patrulla-motorizada/