ESTUDIO DE UNA BATALLA DECISIVA: CINOSCÉFALOS.
SEGUNDA PARTE
Desarrollo de la batalla
Los dos ejércitos se encontraron en Feras, al oeste de Volos. Las condiciones del terreno no parecieron adecuadas a los contendientes para enfrentarse en combates, por lo que decidieron posponerlo.
Filipo marchó hacia Larisa, moviéndose por el norte del Cinoscéfalos hasta que instaló el campamento al norte de este monte, en Malambium, el día previo a la batalla. Flaminino hizo lo propio, moviéndose hacia Farsala, e instalando el suyo cerca del Templo de Thetis, situado al sur del monte y al este-sureste de Farsala.
La noche anterior a la batalla llovió, por lo que al amanecer el calor incipiente propició la evaporación de la humedad acumulada en el suelo, produciendo una densa niebla que impedía la visibilidad en los valles, manteniendo ocultos al adversario los movimientos propios.
Así, al no esperar la batalla para ese día, Filipo ordenó a la mitad de su fuerza que iniciase la explotación local para su sostenimiento, destacando una pequeña fuerza de reconocimiento a las crestas del Cinoscéfalos para vigilar los movimientos enemigos y así evitar un ataque por sorpresa.
Flaminino hizo lo propio y envió 1.000 legionarios y 300 jinetes a las estribaciones del monte, que se encontraron al salir de la niebla con la vanguardia macedónica.
En los combates iniciales, al estar emplazados en el terreno los macedonios y recibir el envite romano, estos se reorganizaron en un leve movimiento retrógrado, lo que percibieron los macedonios como una señal de debilidad y mantuvieron el contacto, solicitando refuerzos a Filipo, que los envió.
Flaminino hizo lo propio y envió más fuerzas al combate. A pesar de que los mercenarios y la caballería macedónica y tesalia dominaban las alturas y parecía que la ventaja táctica estaba del lado de Filipo, la apreciación de éste era que el terreno no propiciaba el empleo de su falange, mucho más rígida en el despliegue que la legión romana. Sus dudas se disiparon cuando sus asesores le informaron que los romanos estaban huyendo y le incitaron a combatir con buenos augurios, diciéndole “no pierdas esta oportunidad, los bárbaros no resistirán nuestro ataque, ¡hoy es tu día!”. Ante lo cual, ordenó recuperar la mitad de la fuerza, que se encontraba dispersa al sur de Escotusa y atacar con el resto de la falange, bajo su mando directo.
Flaminino, para salvar la situación, decidió emplear el resto de sus fuerzas, también bajo su mando directo.
Filipo se puso al mando de su ala derecha, buscando el choque con los romanos para destruirlos, mientras Nicanor subía las laderas del monte al mando del ala izquierda macedónica. El ala derecha, aprovechado la ventaja de dominar la altura, avanzó contra los romanos, desplegando sus sarissas. Mientras, Nicanor, llegando a la cresta del monte, desplegaba el ala izquierda.
Flaminino, al observar que el ala izquierda enemiga no había desplegado en orden de combate, ordenó atacar con los elefantes y avanzar el ala derecha propia, mientras aguantaba el choque macedónico en el ala izquierda romana. Los elefantes atacaron, sorprendiendo a Nicanor, cuya falange comenzó a desmoronarse a causa del pánico, retrocedió ladera abajo y soportó el ataque del ala derecha romana, que supo aprovechar su ventaja y entablar un combate cuerpo a cuerpo en condiciones de superioridad.
El comandante romano, situado en una posición centrada respecto a sus fuerzas, lo que le permitía observar y dirigir el combate, ordenó detraer de su ala derecha, veinte manípulos y los lanzó contra la retaguardia del ala derecha macedónica. Filipo, empeñado en combate y situado en la ladera opuesta a Nicanor, no se percató del movimiento romano, lo que unido a su carencia de reservas, impidió que pudiese reaccionar oportunamente.
En el combate cuerpo a cuerpo, los romanos eran superiores. Contaban con un escudo mayor y más robusto y usaban su arma principal, la espada forjada con mejores materiales. Los macedonios, tuvieron que soltar su arma principal, la sarissa, cubrirse con un escudo más ligero y pequeño que le permitía manejar tan pesada arma, y combatir con un arma más débil y con la que se ejercitaban menos que los romanos.
Al ver la batalla perdida, Filipo huyó, dejando a su ejército a su suerte, que fue masacrado por los romanos.
Fase 1 Fase 2 Fase 3
Figuras 3, 4 y 5. Fases de la batalla de Cinoscéfalos.
Consecuencias de la batalla.
Tras la victoria romana en Cinoscéfalos, Filipo tuvo que firmar el tratado de paz de Tempe. Por éste, Macedonia se vio reducida a sus antiguas fronteras, las del reino de Filipo II. Filipo tuvo que reconocer la independencia de los estados griegos, entregar los prisioneros romanos sin pagar rescate y pagar por los suyos; además, tuvo que pagar 1.000 talentos en concepto de indemnización de guerra, entregar su flota (excepto seis naves) y comprometerse a que su ejército no superase los 5.000 soldados. Supuso el fin del poder de Macedonia y el inicio del dominio de Roma en Grecia. Así, el vencedor consiguió su objetivo estratégico de dominio de Grecia, gracias a la derrota de Macedonia y la pleitesía que le rindieron el resto de estados griegos.
En el año 196 a.C., en los Juegos Ístmicos, el cónsul victorioso Tito Quintio Flaminino, proclama la libertad de todos los estados griegos, aunque en realidad pasan de la hegemonía macedónica a la romana.
Los romanos dejaron guarniciones en ciudades estratégicas como Corinto, Calcis y Demetrias.
Conclusiones
La batalla, en la que se empeñaron todas las fuerzas de ambos contendientes se puede considerar como decisiva, al conseguir el vencedor su objetivo estratégico tras la derrota del enemigo. Podemos considerarla como un combate de encuentro, en el que se van enfrentando progresivamente las fuerzas adversarias, comenzando por el choque entre vanguardias, al que sigue el incremento progresivo de fuerzas del grueso y el intento de un contendiente de desbordar al otro.
Se aprecia la importancia de la posición en el combate de su comandante. La posición de Flaminino, centrado y retrasado en el despliegue propio, le permitió observar sus fuerzas en todo momento, facilitándole la acción de mando y la adopción de decisiones más acordes a la situación táctica. El jefe romano pudo observar cómo su ala derecha aplastaba el ala izquierda macedónica, cómo su ala izquierda aguantaba el empuje macedónico y cómo la retaguardia del ala derecha macedónica quedaba desguarnecida, tomando la acertada decisión de atacarla con los triarii más cercanos que no se encontraban empeñados en combate. En cambio, Filipo se situó en un ala, a contrapendiente del resto de su ejército, por lo que no pudo reaccionar ante los movimientos romanos, anulando incluso su capacidad de adoptar decisiones que afectasen a la batalla en su conjunto.
La evaluación inicial del combate fue errónea por parte de Filipo. Empeñó sus fuerzas progresivamente y en terreno escarpado, lo que no permitió obtener la ventaja en el empleo de sus falanges, que requerían terreno llano para mantener la cohesión y el choque con su potencia de combate íntegra. La determinación de Flaminino le favoreció, al empeñar sus fuerzas de una vez, obteniendo la ventaja justa como para impedir la reunión de las alas del ejército macedónico y facilitar el empleo de las reservas romanas para derrotar al enemigo. Se aprecia también la importancia de elección del terreno para el combate.
La calidad del armamento y escudos de los romanos fue determinante para su victoria, así como su superioridad en combate cuerpo a cuerpo frente a los macedonios. El arma principal de los macedonios era la sarissa, lanza larga, y su protección un escudo pequeño que les permitiese manejar su pesada arma principal. En cambio, los romanos, disponían de una espada de mejor calidad, un escudo que le cubría y protegía más, y eran más diestros en su uso, al ser esta su arma principal en combate. Los macedonios no fueron capaces de evitar el combate cuerpo a cuerpo, en el que siempre se encontraban en desventaja.
La voluntad de vencer de Flaminino se materializó en su empuje y determinación. No dudó en empeñar todas sus fuerzas, convencido de su superioridad en el terreno que se produjo la batalla. Mantuvo la iniciativa y sacó partido de todas sus capacidades.
Se demuestra la importancia de los reconocimientos previos e información sobre posición e intenciones del enemigo, así como la correcta evaluación de los informes recibidos. Filipo adoleció de exceso de confianza y de una evaluación errónea de la información que le proporcionaban.
Por último, las negociaciones entre Roma y sus aliados griegos, el juego de ultimátums y las pausas estratégicas, hicieron efecto en el aislamiento estratégico macedonio, que contribuyó en gran medida para lograr su derrota final.
BIBLIOGRAFÍA.
- Roma invicta: Cuando las legiones fueron capaces de derribar el cielo. Javier Negrete. Editorial Planeta.
- Los orígenes de Roma. Tito Livio. Edición de Maurilio Pérez González. Editorial Akal Clásica.
- Historias, tomos XXVI – XXX. Polibio. Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Madrid, 1995).
Manuel Miguel Alcalde Robles
Coronel de Infantería
Asociación Española de Militares Escritores