Felicidades a los hombres y mujeres de mar.

Post de  nuestro asociado el Capitán de Navío, r D. Luis Mollá Ayuso, publicado en Facebook, el dia de Nuestra Señora la Virgen del Monte Carmelo.

 

Felicidades a los hombres y mujeres de mar

La advocación de la gente de mar a diferentes representaciones sacras a lo largo de la historia se pierde en el origen de los tiempos. Con ocasión de la modernización de la factoría de Repsol en la isla de Escombreras, frente a Cartagena, se encontraron en el fondo del mar multitud de ánforas selladas

Imagen de la Virgen del Carmen en la Iglesia de Isla Cristina

que no eran sino ofrendas a Hércules, que contaba con una estatua en la isla a cuyas fuerzas encomendaban los capitanes romanos sus frágiles esquifes cuando salían a navegar.

La primera advocación concreta de los marinos a una imagen santa se materializa en la figura de San Erasmo, mártir más conocido como San Elmo, muerto hacia el año 300 y primer patrón de los marineros. A él se debe el nombre que recibe el conocido fenómeno de los fuegos de San Telmo, que para los marineros antiguos representaban un buen augurio, porque significaba que la tormenta había pasado.
De acuerdo con la tradición, la figura de la Virgen del Carmen surge en Tierra Santa en el siglo XIII, cuando se apareció a unos cruzados a los que se presentó como la Estrella del Mar. Fue entonces cuando pescadores y marinos en general comenzaron a acogerse a Ella mediante lazos de fe, iniciándose en el lugar de su aparición una pequeña comunidad religiosa que tomó el nombre de la Orden de la Virgen María del Monte Carmelo, aunque no lo tuvieron fácil ya que los sarracenos acostumbraban a realizar incursiones por la zona con el objetivo de reconquistar Tierra Santa, presión que se acentuó hasta el punto de que en 1235 se vieron obligados a abandonar su iglesia.
La tradición asegura que antes de marcharse del lugar que había sido su casa, los cristianos cantaron la Salve Regina, momento en que se les apareció la Virgen y les prometió que sería su “Estrella del Mar” y que los que abandonaran el monte Carmelo bajo su amparo no sufrirían un rasguño por las cimitarras mahometanas. Los carmelitas llegaron salvos a sus destinos en Europa y difundieron en el viejo continente la devoción a la Virgen del Carmelo.
Entre aquellos carmelitas estaba San Simón Stock, a quien se apareció la misma Virgen el 16 de julio de 1251, haciéndole entrega del escapulario que no suele faltar en el pecho de ningún marino. Y en este mismo acto, y aquí tiene su origen una de las supersticiones ancestrales de los hombres de mar, que no ven con buenos ojos la presencia de curas a bordo, parece ser que la Virgen prometió a San Simón que no dejaría morir sin confesión a ningún marino tocado con el escapulario. Consecuentemente, no habiendo cura a bordo ningún hombre podría morir, ya que la confesión era imposible, de ahí que todavía hoy algunos marinos tuerzan el gesto al ver una sotana a bordo.
En cualquier caso, este amor de los marineros a la Señora del Mar está especialmente arraigado en España y en varias naciones de Iberoamérica. Los pescadores la consideran su fiel protectora y cada 16 de julio la imagen de la Virgen del Carmen es portada a hombros por marineros y cofrades, un fervor que se acentuó en nuestro país a partir del siglo XVIII, cuando el almirante mallorquín Antonio Barceló impulsó el amor por la Virgen del Carmen en la Armada, otorgándole el patronazgo que hasta entonces había ostentado de manera casi exclusiva San Telmo.
La Virgen del Carmen es oficialmente patrona de la Armada por real orden desde el 19 de abril de 1901 y fue a partir de ese momento cuando en los barcos españoles comenzaron a verse imágenes de la Virgen.
Hoy somos mayoría los marinos que sentimos un escalofrío cada vez que suenan los acordes de la Salve Marinera, un canto cuyos versos forman parte de “El molinero de Subiza” zarzuela que se representó en Ferrol en 1872 impresionando tanto a unos guardiamarinas que en adelante decidieron cantarla a la finalización de la misa a bordo, costumbre que no tardó en extenderse, inicialmente a todos los buques de la Armada y después a todos los hombres y mujeres de mar. Desde entonces, la patrona de los marinos de España ha presidido centenares de celebraciones y actos marineros que suelen finalizar con un grito tan íntimo como impetuoso, exhalado por las gargantas de los marinos, aunque nacido en el mismo corazón: ¡“Viva la Virgen del Carmen”!
“Salve Marinera” cantada por los marinos a Benedicto XVI en Santiago de Compostela