EN EL 5OOº ANIVERSARIO DEL DESCUBRIMIENTO DE LAS  ISLAS FILIPINAS.

El numero 390/2, correspondiente a mayo de 2021, de la revista TIERRA,MAR Y AIRE, de la Real  Hermandad de Veteranos de las Fuerzas Armas y de la Guardia Civil, publica un muy oportuno articulo, en el que comenta dos hazañas llevadas a cabo por los españoles: el descubrimiento de las islas de San Lázaro y la obra civilizadora del archipiélago, que ha perdurado a lo largo de los años, pese a los esfuerzos de otras potencias para su desaparición. 

 

 

EN EL 5OOº ANIVERSARIO DEL DESCUBRIMIENTO DE LAS   ISLAS FILIPINAS.

 

 «La primera vuelta al mundo debe considerarse uno de los mayores acontecimientos de la historia de la humanidad». 

                Carlos Martínez Shaw.

 

En el quingentésimo aniversario del descubrimiento de las islas Filipinas debemos de distinguir entre la expedición que dio lugar a su descubrimiento y su posterior acción civilizadora, más que colonizadora, porque España trató siempre como tierra propia todos los lugares que conquistaba. En nuestro caso, conoceremos muy brevemente la hazaña del descubrimiento de las islas de San Lázaro, hoy islas Filipinas, después de un largo y penoso viaje, y la no menor hazaña de la posterior obra civilizadora del archipiélago, conocimiento que es el fundamento de este pequeño resumen de nuestra gran Historia.

El 6 de septiembre de 1522, la nao Victoria finalizó la circunnavegación

El marino portugués Fernando de Magallanes, con la autorización de su propio rey portugués, que no lo apreciaba demasiado, se puso al servicio del rey de España, entonces un joven Carlos I (1500-1558), para exponerle su idea de iniciar una expedición para tratar de encontrar las islas Molucas, islas de las especias, pero navegando siempre hacia el oeste, por las aguas que España tenía concedidas por el Tratado de Tordesillas de 1494.

Al parecer, Magallanes ya tenía noticias previas de un amigo suyo de la existencia de estas codiciadas islas. Con los conocimientos de la época, el circulo máximo de la Tierra tenía aproximadamente 30.000 kilómetros, unos 10.000 km menos de los que tiene en realidad. Esto hizo tener a Magallanes la idea de que las Molucas, ansiado tesoro, estarían prácticamente muy próximas a la costa occidental del continente americano y, por tanto, debían de pertenecer a España. Para localizar y situar exactamente estas islas solo sería necesario encontrar un paso, de cuya existencia tenía un conocimiento muy poco preciso, hacia el Mar el Sur, que el propio Magallanes bautizó como Pacifico cuando lo descubrió. Mas o menos la idea que tuvo Cristóbal Colón y que muy pronto contó con el respaldo de Carlos I.

Expedición.

Las especias eran entonces muy cotizadas porque potenciaban el sabor de los alimentos y facilitaban su conservación. Los adelantos científicos como la brújula y el astrolabio y barcos mucho más seguros, como las naos, fueron un estímulo para los navegantes que deseaban alcanzar lugares más lejanos.

 

Ruta de regreso del Galeón de Manila, indispensable para la economía española.

La expedición se inició el 20 de septiembre de 1519 con la salida a la mar desde Sanlúcar de Barrameda de las naos Victoria, Trinidad, Santiago, Concepción y San Antonio y finalizó con el solo regreso al mismo puerto de la Victoria, el 6 de septiembre de 1522, después de un viaje lleno de penalidades que solo pudo llegar a buen fin por la determinación y la fortaleza física y espiritual de los hombres que la protagonizaron.

Las naos fueron los navíos más utilizados en el siglo XVI. Eran naves de un tamaño sorprendentemente pequeño en comparación con los buques actuales, con un arqueo de 170 toneladas y alrededor de 26 metros de eslora, 7,5 de manga y unos 3,2 metros de calado a popa.

La bodega de las naos se cargaba de mercancías y provisiones (galleta seca, toneles de vino y de agua, vasijas de aceite, legumbres, tocino, pescado salado, incluso animales vivos que también, en sus orígenes, llegaron a ser   embarcados en nuestro actual buque escuela Juan Sebastián Elcano) en cantidades adecuadas según la duración de la travesía. La flotilla de Magallanes-Elcano embarcó víveres para dos años.

La escuadra descendió por la costa oriental del continente americano, explora el Río de la Plata y al comprobar que no es el paso buscado, continúa hacia el sur y se detiene para invernar en la bahía de San Julián.

La nao Santiago naufraga en la Patagonia y en octubre encuentran por fin la entrada del estrecho tan esperado. Durante su exploración la nao San Antonio, con la mayor parte de los víveres, desertó y regresó a Sevilla   justificándose con explicaciones que no se correspondieron con la realidad de lo acontecido.

En una navegación de más de tres meses la flotilla atraviesa el mayor océano del mundo. En marzo de 1521 la primera isla que encontraron los barcos españoles fue la isla de Guam que resultó providencial porque ya no tenían apenas agua ni comida.

Poco después, llegaron al sur del archipiélago de San Lázaro (Filipinas), donde fueron muy bien recibidos. En la isla de Mactán, Magallanes, con alguno de sus hombres, se involucró de una forma absolutamente innecesaria e incomprensible en un conflicto entre sultanatos de la región como resultado del cual Magallanes encontró la muerte el día 27 de abril. Accede al mando de la expedición J.S.Elcano.

Durante meses los expedicionarios vagan sin rumbo entre las islas y abandonan la nao Concepción por su mal estado. En noviembre las dos naves que quedan, la Victoria y la Trinidad, llegan finalmente a las Molucas, meta de la expedición y donde cargan unas 26 toneladas de especias cada una.

En 1522, las naves, con las bodegas bien repletas de especias, emprenden el retorno. Acuerdan que la Trinidad regrese a América por el Pacifico, pero fracasa en su intento capturada por los portugueses. Bajo el mando de Elcano, la Victoria pone rumbo al Índico y navega por aguas alejadas de las habitualmente utilizadas por las naves portuguesas. Tras doblar el cabo de Buena Esperanza, Elcano se aprovisiona discretamente de agua y víveres en las islas de Cabo verde.

El 6 de septiembre de 1522, la nao Victoria finalizó su circunnavegación, casi tres años después de su inicio, con solo 18 hombres de los 250 hombres que emprendieron la expedición, más 3 indios.

El valor que tenían las especias entonces era increíble. Después de descontar el coste de los cuatro barcos perdidos en la expedición y demás, la venta de las 26 toneladas de especias de la Victoria dio un beneficio neto de 500 ducados de oro. La heroica odisea había finalizado pero la obra civilizadora llevada a cabo por España en  las islas Filipinas no había hecho más que comenzar.

 

Obra civilizadora

El Tratado de Zaragoza fue un tratado de paz firmado el 22 de abril de 1529 por los reyes, que eran cuñados, Carlos I de España y Juan III de Portugal. Por este tratado se delimitó exactamente la situación del contra meridiano del Pacífico de modo que las Molucas fueron atribuidas a Portugal y las Filipinas a España.

Tras el tratado de Zaragoza, las expediciones organizadas desde Nueva España (México) tienen ahora dos objetivos: el establecimiento de una base permanente en el archipiélago filipino y la apertura de una ruta de regreso que conecte ambos lados del Pacífico, sin la cual el comercio entre ambas costas de este océano sería imposible.

Ruta de regreso del Galeón de Manila, indispensable para la economía española.

En 1564, siendo ya rey Felipe II, se envió una flota con las órdenes de establecerse y cristianizar las islas Filipinas. El mando de esta flota recayó en Miguel López Legazpi que fue conquistando isla a isla hasta que todo el pueblo filipino se convirtió en súbdito de la monarquía hispánica. En 1571 Legazpi fundó Manila que en 1595 llegaría a ser la capital de las islas Filipinas. Con Legazpi viajaba el fraile agustino Andrés de Urdaneta, antiguo marino y navegante, que lo dejó todo por la fe[1].

Entretanto, las distintas islas se fueron llenando de misioneros. El cristianismo se expandió rápidamente por todo el territorio. Apenas un siglo después de la llegada de los españoles había dos millones de cristianos en Filipinas.

La obra civilizadora española que duró más de tres siglos influyó en las tradiciones culturales y religiosas del pueblo filipino de modo que aun hoy el 80% de la población es cristiana, predominando el catolicismo. Los misioneros españoles fundaron escuelas, universidades y hospitales en todas las islas del archipiélago.

Antes de la llegada de los españoles, no existían núcleos urbanos en las islas. Hoy ciudades como Manila, Cebú y Vigan conservan importantes muestras de la primera ocupación española. En la actualidad, Vigan es famosa por ser la ciudad española mejor conservada de Asia. De ahí que fuese declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1999.

 

Ciudad histórica de Vigán, Patrimonio histórico de la Humanidad

En 1898 Manila, aunque pasó a depender de los EEUU, siguió manteniendo un fuerte carácter hispánico hasta 1920 año en el que los EEUU, decidieron, sin mucha justificación, el progresivo y rápido desmantelamiento de todas las instituciones culturales españolas, en particular la educación escolar y la oficialidad del idioma español.

En reciente visita, SS el Papa Francisco a Manila celebró con una misa los 500 años de cristianismo del pueblo filipino al que agradeció su testimonio de fe durante tantos años.[2] Francisco vino a reconocer que propagar la fe cristiana fue uno de los pilares de la labor civilizadora de España. De una España que se reconoce a sí misma en las tierras que aún no hace mucho tiempo estuvieron bajo su influencia y dominio.

Buque -escuela J.S.E. entrando en Cebú en su reciente visita Filipinas con motivo 5º Centenario

Aurelio Fernández Diz,  CN (G) (R)

Asociación Española de Militares Escritores (AEME)

 

[1] Andrés de Urdaneta fue un fraile agustino, familiar de López de Legazpi y experto navegante fue directamente contactado por Felipe II para exhortarle a encontrar una ruta de regreso desde Manila a Acapulco. Y así lo hizo. Sin esta derrota no hubiera sido posible la colonización de las islas Filipinas ni el floreciente comercio entre Manila y Sevilla y después Cádiz. Una nueva ruta comercial apoyada en las corrientes marinas y  vientos alisios hacia el Este que se encontró en latitud 45 Norte y que sería utilizada durante los siguientes 250 años y se conoció con el nombre de tornaviaje.

[2] Durante la celebración, Francisco afirmó que “han pasado quinientos años desde que el anuncio cristiano llegó por primera vez a Filipinas. Habéis recibido la alegría del Evangelio: que Dios nos ha amado tanto que dio a su Hijo por nosotros. Y esta alegría se ve en vuestro pueblo, en vuestros ojos, rostros, canciones y oraciones”.