En homenaje a la persona que con su tesón y constancia, llevó a feliz término dos proyectos que en varias ocasiones anteriores, a lo largo de los tiempos, se intentó culminar y nunca se pudo poner en práctica.
La Fuerzas Armadas deben mostrarse agradecidas al Coronel de Infantería, DEM, r, D. Enrique Domínguez Martínez-Campos, extraordinario militar, legionario y reconocido escritor , porque nuestra Patria, tenga una Asociación Española de Militares Escritores (AEME) y una Academia de las Artes y las Ciencias Militares (ACAMI), que pronto antepondrá el titulo de Real a su nomenclatura.
Para conocimiento de las vicisitudes de la gestación de ambas entidades, con permiso de su autor, se difunde un “Diario de Actuaciones”, redactado con el laconismo propio de nuestro estilo, y que se sube a la página web como figura en el original.
ORIGENES DE DOS INSTITUCIONES MILITARES ESPAÑOLAS DEDICADAS A LA CULTURA DE DEFENSA
En el año 2005 yo ya había escrito tres o cuatro libros sobre diferentes materias y había publicado más de medio centenar de artículos en diferentes medios de comunicación y revistas. Era – y sigo siéndolo – un inexperto escritor, pero con el deseo de informar a mis posibles lectores acerca de acontecimientos pasados y presentes.
Tenía tiempo para dedicarme a esa dura y solitaria tarea. Había pasado a la situación de retirado y aún me quedaban muchas cosas por saber a base de investigar y compartir con quienes quisieran leerme. Había llegado al empleo de Coronel de Infantería , diplomado de Estado Mayor por los Ejércitos de España y de Argentina y tenía alguna experiencia acumulada sobre mis casi cuarenta años de servicio que no deseaba guardar exclusivamente para mí.
Esos fueron los dos motivos principales por los que decidí exponerme a la lógica crítica que se me pudiera hacer, tanto desde el punto de vista literario como el de mis ideas expresadas en libros y artículos.
Hacia mediados del año 2006, un buen amigo, Capitán de Infantería de la Escala Media, también militar escritor, en una charla distendida que mantenía con él, me dijo que no comprendía que en las propias Fuerzas Armadas muy pocos estuvieran interesados en nuestros trabajos, en nuestros libros y artículos. Y, por supuesto, ese desinterés se acentuaba en todos los ámbitos de la sociedad civil. Naturalmente, no se refería a los trabajos que él o yo hubiéramos escrito, sino al de todos aquellos militares que se esforzaban por poner negro sobre blanco cualquier obra de cualquier género literario que se publicara. Y ello, a pesar de los cientos de revistas militares editadas desde muchas décadas anteriores, de los militares que habían sido y eran Académicos de varias Reales Academias españolas e, incluso, de la existencia de organismos militares que desde hacía también muchos años se dedicaban a difundir la Cultura Militar.
Esta conclusión de este buen amigo me hizo reflexionar sobre el esfuerzo que yo mismo estaba haciendo y, mucho más, sobre el de aquellos organismos y tantos centenares de militares escritores que lo hacían de forma habitual o periódica, dedicándose al noble arte de escribir. ¿Cuántos miles y miles de ellos lo habían hecho en décadas y siglos anteriores y de cuántos de ellos guardábamos memoria?
Por eso, se me ocurrió hacer una prueba muy sencilla que repetí con varios compañeros que no eran precisamente analfabetos. Cuando les preguntaba que me dieran el nombre de un solo militar escritor de los que tuvieran recuerdo y sus obras hubieran sido publicadas en las décadas de los años sesenta, setenta y ochenta del siglo pasado, les resultaba difícil, cuando no imposible, recordar un solo nombre del que tuvieran memoria. En aquellos años debo señalar que se calculaba que, al menos, cerca de 3.000 militares de las Fuerzas Armadas y de la Guardia Civil se habían dedicado a escribir, muchos de ellos de forma continuada y algunos muy conocidos en el ámbito militar.
Aquella prueba fue para mí clarificadora y definitiva. Creí necesario reivindicar la memoria de los militares escritores. En el otoño de aquel año 2006 conocí a quien era el secretario de la Comisión Española de Historia Militar (CEHISMI), Capitán de Navío (CN) don José María Blanco Núñez. Me indicaron que conocía a numerosos militares que se dedicaban a escribir. La CEHISMI es un organismo dependiente del CESEDEN. Cuando le expliqué mi propósito de crear una Asociación que agrupara a militares escritores que abarcaran todos los géneros literarios, la idea le pareció excelente y me ofreció su apoyo.
El CN Blanco me indicó que tenía noticia de que un Coronel que colaboraba con la Real Hermandad de Veteranos de las FAS y de la Guardia Civil llamado Gárate ya había intentado algo parecido mucho tiempo atrás. Localicé al Coronel Gárate y quedamos en vernos. Se trataba del Coronel don José María Gárate Córdoba, retirado, gran militar y excelente escritor. Nos vimos en noviembre de aquel año. Me explicó que, en efecto, en la década de los años sesenta del siglo pasado, él y el gran militar poeta, Coronel don Luis López Anglada, habían intentado crear una organización parecida a la que yo aspiraba. En aquellos años, con más de 50.000 Cuadros de Mando en las FAS y Guardia Civil, calculaban que habría más de 3.000 militares dedicados a escribir. Era un hecho que la espada y la pluma seguían llevándose muy bien.
Ambos eran dos militares de prestigio, con una obra literaria cada uno de ellos bien conocida y valorada en las FAS y fuera de ellas. Podían, por tanto, lograr su objetivo. Los dos estaban destinados en Madrid. Pero por necesidades del servicio, el Coronel Gárate salió destinado fuera de la capital. Ese fue el motivo fundamental por el que su idea se fuera apagando poco a poco. En resumen, aquel proyecto no llegó a hacerse realidad.
Después de aquella entrevista, el Coronel Gárate me citó el 10 de enero de 2007 para proporcionarme algunos documentos y darme algunos consejos para crear la Asociación. Aunque aquellos documentos ya estaban desfasados por el paso del tiempo, sus consejos fueron excelentes para llevar adelante el proyecto que había concebido.
Por otro lado, yo conocía al General de Brigada de Infantería, don Miguel Alonso Baquer, buen escritor y mejor orador. Había sido mi profesor de Historia Militar en la entonces Escuela de Estado Mayor (1978/1982), hoy Escuela de Guerra del Ejército. Siendo Teniente Coronel y profesor allí, demostró tener unas dotes excelentes para ello. En este año 2007 estaba destinado en el Ministerio de Defensa y solicité verle. Quería conocer su opinión sobre mi proyecto. Nos vimos el 23 de enero de ese año y su opinión fue muy positiva. Me animó a seguir adelante.
Desde aquella fecha, con la ayuda del CN Blanco y del Capitán de la Escala Media al que me referí anteriormente, comencé a elaborar listas de militares escritores, a preparar un calendario de actuaciones y, sobre todo, a redactar los Estatutos de aquella nueva Asociación que podía denominarse Asociación Española de Militares Escritores, con su acrónimo inicial de ASEME.
En el mes de abril escribí 50 cartas a otros tantos militares escritores citándoles para una reunión en la que se aprobaran aquellos posibles Estatutos, la constitución de la Asociación y la elección de su primera Junta Directiva. Por supuesto, todo quedaba reducido a una supuesta posibilidad, en función de la mayor o menor aceptación que me brindaran los convocados.
El 7 de mayo me reuní de nuevo con el General Alonso Baquer para anunciarle lo avanzado que se encontraba ya el proyecto y, sobre todo, proponerle que se hiciera cargo de la presidencia de la Asociación en caso de poder constituirla. Él ya había revisado los Estatutos y no puso objeción a los mismos. Y aceptó de inmediato mi propuesta para presidir la Asociación.
El 11 de junio de 2007, en el Centro Cultural de los Ejércitos (Casino Militar) de Madrid, acudimos a la cita establecida exactamente la mitad de los convocados: 25 militares con una característica común, la de habernos dedicado unos más que otros a escribir en diferentes géneros literarios. Presidió la reunión un gran amigo y compañero de Promoción, el más antiguo de los allí reunidos, General don Luis Alejandre Sintes. En la mesa presidencial se situó a su izquierda el CN Blanco y a su derecha me senté yo.
En aquella reunión, los asistentes apenas pusieron objeciones a los Estatutos que había redactado y fueron aprobados por unanimidad. A continuación firmamos el Acta Fundacional de la Asociación 23 de los militares reunidos. Después, se eligieron los cargos de la Junta Directiva de la Asociación. De forma provisional, quedó establecida así:
Presidente: General de Infantería DEM, don Miguel Alonso Baquer
Vicepresidente: Coronel del EA, don Adolfo Roldán Villén
Secretario: Coronel de Infantería DEM, don Enrique Domínguez Martínez de Campos
Vocal 1º: Capitán de la GC, don Miguel López Corral
Vocal 2º: General de Infantería DEM, don Francisco Laguna Sanquirico
Vocal 3º: CN, don José María Blanco Núñez
Tesorero: Provisionalmente, el Vocal 3º
Después de estos primeros pasos dados por ASEME, dimos cuenta por escrito de la constitución de la Asociación al JEMAD y a los Jefes de los Estados Mayores de Tierra, Mar y Aire.
Días después de aquella Asamblea, presenté la documentación requerida en el Registro Nacional de Asociaciones del Ministerio del Interior para que fuera reconocida oficialmente. Quiero poner aquí de manifiesto una pequeña anécdota que da idea del desconocimiento total en la sociedad española, en general, sobre los temas referidos a la cultura militar. Cuando entregué la documentación al jefe de Sección de Asociaciones de aquel Registro Nacional, asombrado, me preguntó cuando vió la firma de 23 militares en el Acta Fundacional: “¿Pero es que hay tantos militares que escriban?”. En aquellas fechas se aproximaban a 1.000 los militares que escribían habitualmente.
A partir de aquí mi casa se convirtió en la Secretaría de la Asociación. Las llamadas telefónicas se multiplicaron. Las reuniones de la Junta Directiva las hacíamos donde podíamos. Era necesario encontrar unos locales donde establecer la sede social de la Asociación. Para ello, solicité ver al Jefe del Estado Mayor del Ejército. Habíamos coincidido destinados en la División de Logística de aquel Estado Mayor durante varios años. Me citó el 12 de septiembre. La entrevista fue muy cordial y me ofreció su apoyo. Sólo tardó unas pocas semanas en contestarme para ofrecerme la posibilidad de instalarnos en unos locales de un Acuartelamiento de Madrid.
El 16 de noviembre de 2007 hicimos la presentación oficial de la Asociación en el Centro Cultural de los Ejércitos. La expectación que se había producido con la creación de la ASEME y su finalidad hicieron posible el éxito de la convocatoria. Y así, de la nada, habíamos creado y comenzábamos a afianzar, día a día, nuestro proyecto.
El 24 de enero de 2008 nos hicimos cargo de los locales de lo que iba a ser nuestra sede social, relevando de esa carga mi domicilio particular. Se encontraban en el Acuartelamiento “Conde de Humanes”, en la calle Modesto Lafuente de Madrid.
El 11 de junio de aquel año ASEME celebró su primera Asamblea General. Tímida pero progresivamente, la Asociación iba siendo conocida en el ámbito militar. Recuerdo también que pocos días después, en una de las múltiples tertulias radiofónicas de una emisora de ámbito nacional, uno de los que participaban en ella comentó que había oído hablar de la existencia de una “extraña Asociación de militares escritores”, sin entender ni aclarar para qué podía servir. No obstante, aquello ya constituía un hito para nosotros: al menos, la divulgación de nuestra existencia.
El 16 de julio la Asociación recibió la notificación oficial del Registro Nacional de Asociaciones por la que éramos reconocidos oficial y legalmente como una Asociación de Militares Escritores sin ánimo de lucro. Pero teníamos que cambiar nuestro acrónimo ASEME por el de AEME, habida cuenta de que el primero ya había sido asignado por aquel Registro con anterioridad a otra entidad. De modo que ASEME pasó a ser conocida como AEME.
Después de aquellos primeros pasos dados no sin dificultades, la Asociación iba asentándose. Ya en 2007 completándose la Junta Directiva, sustituyendo al Vocal 1º el General de la Guardia Civil, don Antonio Morales Villanueva y designándose Tesorero de la misma al Coronel de Intendencia, don Leopoldo Muñoz Sánchez.
En el que yo llamo “Diario de Operaciones” de la Asociación, esto es, en los correspondientes Anuarios elaborados año tras año, va quedando constancia de los hechos más relevantes que se han ido sucediendo en AEME.
Así, tras cesar en la presidencia de la Asociación el General Alonso Baquer, se hizo cargo de la misma el Teniente General don Ángel Lobo García por un breve periodo de tiempo. Le sustituyó en el cargo el General de División don Felipe Quero Rodiles. Por una serie de circunstancias que no vienen al caso, el 28 de abril de 2015 la Asamblea General de la Asociación aceptó por unanimidad que me hiciera cargo de aquella presidencia. La Junta Directiva quedó compuesta entonces por las siguientes personas:
Vicepresidente: Coronel del EA, don Javier Guisández Gómez
Secretario: Coronel Médico, don José Ramón Navarro Carballo
Tesorero: Coronel de Intendencia, don Leopoldo Muñoz Sánchez
Vocal de Conferencias: Coronel de Caballería, don Eladio Baldovín Ruiz
Vocal de Medios: Coronel de Infantería, don Fernando Puell de la Villa
Vocal de Publicaciones: General de División, Interventor, don Juan Teijeiro de la Rosa
Vocal de Relaciones Institucionales: Coronel del EA, don José García Caneivo
Mi trabajo como presidente al frente de la AEME resultó sencillo por la colaboración que me prestaron todos los miembros de las Juntas Directivas que se sucedieron, así como por todos y cada uno de los 200 asociados con que, aproximadamente, contó la Asociación durante los cuatro años siguientes.
Pero todos deseábamos que el número de asociados fuera creciendo, habida cuenta de que en esos años habría unos 900 militares que se dedicaban periódica o esporádicamente a escribir. Pero no era ni es fácil convencer a quienes escriben para que su nombre y su obra queden siempre en los anales y archivos de nuestra Asociación para conocimiento de toda la sociedad española, fin primordial de la existencia de AEME.
Por otro lado, desde el punto de vista de la innegable importancia de la Institución Militar y de los cientos y cientos de militares que a lo largo de toda nuestra Historia se dedicaron al noble arte de escribir, así como a otras actividades artísticas, al de elevar el nivel cultural, – no sólo militar -, al de promover con sus conocimientos técnicos nuevos medios y materiales de los que también se benefició toda la sociedad española y numerosas empresas dedicadas a la fabricación de esos materiales, no llegaba a comprender por qué nuestra Institución no contaba desde hacía muchas décadas e incluso siglos, con un organismo que pusiera de relieve toda esa inmensa acumulación de capacidades intelectuales, técnicas y artísticas.
Remontándonos a muchos siglos de nuestra milenaria Historia, la Milicia era, junto a la Corona y a la Iglesia, una de las tres Instituciones más antigua y conocida por todos, primero del Estado y posteriormente de nuestra nación.
Estas ideas fueron las básicas para que, durante el periodo de mi presidencia en
AEME, fuesen cuajando en cuanto a crear algo que, de forma insólita para mí, no se había logrado: la merecida y lógica creación de una Academia propia de la Milicia que, en su día, llegara a ser Real Academia. Había otras Instituciones muchísimo más modernas que habían conseguido crear la suya. Y, desde luego, había habido numerosos militares que habían sido y lo siguen siendo en la actualidad, miembros de las Reales Academias de España. Por tanto, la pregunta era obvia: ¿por qué los militares no contaban con su propia Academia?
Comencé a estudiar y leer sobre posibles antecedentes de lo que podía llegar a ser una Academia referida a todo lo militar. Sabía de la creación en el siglo XVIII de la que fue famosa Real Academia Militar de Matemáticas de Barcelona. Sin embargo, su finalidad fundamental fue la de la formación de Oficiales del Real Cuerpo de Ingenieros y también de Artillería. Por tanto, aquella Real Academia fue esencialmente un centro de enseñanza militar de alto nivel, con una alta exigencia de la excelencia en la preparación de sus alumnos.
Más tarde, en 1834, durante la regencia de la reina Maria Cristina de Borbón, cuarta esposa de Fernando VII y madre de la futura reina doña Isabel II, don Santiago María Pascual presentó a SM un “Proyecto sobre el establecimiento de una Academia Científica Militar”. Deseaba don Santiago que aquella Academia fuera semejante a la ya existente en Suecia, la Academia de Ciencias Militares de Suecia. Pero aquel proyecto fue elegantemente rechazado. Y así, por “Real Orden del 8 de mayo, se dignó Su Majestad darle las gracias, mandando que pasase (destinado don Santiago) al ministerio de la Guerra, recomendándole para ascensos y destinos con arreglo a sus conocimientos”. Por tanto, el deseo de aquel militar ilustrado – con el apoyo de algunos otros – no se hizo realidad.
Pero la inquietud por crear una Academia propia de la Milicia continuaba. Por eso, el insigne tratadista militar, capitán de Infantería don Francisco Villamartín Ruiz de la Peña, defendió en 1861 crear una Sala Militar en el seno de la Academia de Ciencias Francesa, con el propósito de que fuera allí donde se estudiara la “ciencia militar”, dada la cada vez mayor complejidad de la utilización de los nuevos materiales en las operaciones militares.
Villamartín, que había ingresado como cadete en el Colegio Militar de Toledo, escribió su principal obra literaria en 1862 titulada “Nociones de Arte Militar” cuando sólo tenía 29 años. Esta obra causó sensación en los ámbitos militares de casi toda Europa. Se dedicó de forma decidida al cultivo de las letras aplicadas al perfeccionamiento del Ejército y del estudio del arte militar. Pero su propuesta de crear aquella Sala Militar no tuvo el éxito que merecía. Fue un excelente tratadista militar que había seguido la estela de don José Cadalso y del duque de Rivas, don Ángel de Saavedra. Murió muy joven, en julio de 1872, siendo Teniente Coronel.
Diez años después de la muerte de Villamartín, siendo ministro de la Guerra el general don Arsenio Martínez de Campos y Antón, se creó la Academia General Militar en Toledo (primera época). Pero la Academia tendría por misión esencial la de cohesionar los conocimientos de los futuros Oficiales del Ejército de las diversas Armas y Servicios. Se eliminaban así los antiguos Colegios que, en la práctica, eran compartimentos estancos con sus correspondientes privilegios.
En 1886 el Capitán de Ingenieros, don Eduardo Mier y Miura, de la 55 promoción de Guadalajara, envió una carta a la Revista Científica Militar, editada en Barcelona, proponiendo la creación de una Academia de las Ciencias Militares, de similares características a la existente en Suecia. Era continuador de la idea defendida por Villamartín. Durante algo más de un año se inició en la Revista un debate para determinar la conveniencia o no de la creación de la Academia. Aquella propuesta se fue desvaneciendo con el paso del tiempo. El propio Mier acabó ingresando en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales en 1911.
Por tanto, en España, había habido antecedentes para tratar de crear una Academia específica de las Fuerzas Armadas que se ocupara no sólo de la ciencia militar, sino también del cúmulo de conocimientos que los militares españoles habían ido aportando en otra serie de campos tan dispares como la poesía y la arquitectura, la escultura y la técnica, etc.
Estos antecedentes fueron también los que tuve en consideración en aquellos primeros meses como presidente de la Asociación Española de Militares Escritores, presidencia que, repito, se inició en el año 2015.
En la última reunión que celebró la Junta Directiva de AEME en el año 2016, en el mes de diciembre, sus componentes eran:
Presidente: Coronel de Infantería DEM, don Enrique Domínguez Martínez de Campos
Vicepresidente: Coronel del EA DEM, don Javier Guisández Gómez
Secretario: Coronel Médico, don José Ramón Navarro Carballo
Tesorero: Teniente Coronel Interventor (en excedencia), don Justo Huerta Barajas
Vocales:
- de Asociados: CN DEM, don Carlos Cordón Scharfhausen
- de Conferencias: Coronel de Ingenieros, don José Ignacio Mexía Algar
- de Medios: Coronel (EA) DEM, don Ángel León Díaz Balmorí
- de Publicaciones: Coronel de Ingenieros, don Rafael Álvarez Rodríguez
- de Relaciones Institucionales: Coronel de Caballería DEM, don Eladio Baldovín Ruiz
En el Orden del Día figuraba en aquella reunión, de forma prácticamente monográfica, estudiar posibilidades para que se animaran a incorporarse a AEME todos los militares escritores que fuera posible. Todos los componentes de la Junta expusieron sus ideas. Cuando terminaron tomé la palabra para plantear la posibilidad de crear una Academia de las Letras, las Artes y las Ciencias de las Fuerzas Armadas y Guardia Civil con un doble propósito: animar a los militares escritores a unirse a AEME, paso previo para muchos para, después, poder ingresar en la Academia que debía llegar a ser Real Academia; en segundo lugar, promover e impulsar la creación de esa Academia, nueva iniciativa que, como era obvio, chocaría con muchos obstáculos. En el Acta número 88 de las Juntas Directivas de AEME, la del 13 de diciembre de 2016, figura la propuesta que hice al respecto y que fue aprobada por unanimidad.
Inmediatamente me puse a trabajar en esta nueva iniciativa. El 22 de diciembre terminé de redactar un proyecto de Estatutos que fuesen la base de crear la Academia. En enero de 2017 entregué el proyecto a los miembros de la Junta Directiva de AEME para su estudio.
En la celebrada en el mes de febrero hice unos pequeños retoques propuestos por los miembros de la Junta Directiva. El proyecto de creación de la Academia debía presentarlo en la Asamblea General de AEME que se iba a celebrar en el mes de abril de 2017.
En aquella Asamblea, el proyecto de creación fue aprobado por unanimidad a pesar de algunas reticencias – lógicas por otra parte – sobre las grandes dificultades con las que me iba a tener que enfrentar. La Asamblea decidió que fuera creada una comisión especial de AEME para estudiar el borrador de Estatutos de la Academia, así como la viabilidad del proyecto.
El 22 de mayo reuní en la sede social de AEME a un grupo de 16 asociados, diferentes de los componentes de la Junta Directiva para poner en práctica el mandado de la Asamblea General. Aquel grupo acordó que, de entre ellos, se nombrara una Ponencia que estudiara el proyecto de creación de la Academia. Fue elegido como presidente de la misma el Teniente General don Antonio Ramos-Yzquierdo Zamorano y la componían el General Consejero Togado, don José Luis Rodríguez-Villasante Prieto, el General don Ricardo Torrón Durán, el General don Felipe Quero Rodiles y el General don José Sánchez Méndez. Debían ser ellos los que, en su caso, corrigieran el proyecto de Estatutos y estudiaran la viabilidad de creación de la Academia.
El 12 de junio reuní a la Ponencia citada anteriormente para entregarles el proyecto de Estatutos y un calendario de trabajo a realizar. Quedamos en que su respuesta me la darían pasado el verano.
Simultáneamente revisé listas de nuestros asociados en AEME. Fue el Tesorero de la Asociación, don Justo Huerta, quien me dijo que quien figuraba en las mismas como Oficial del Ejército del Aire, don Leandro Martínez-Cardós Ruiz, había pertenecido al Cuerpo Jurídico de dicho Ejército y que, en la actualidad, era Letrado del Consejo de Estado. Me puse inmediatamente en contacto con él, le expliqué mi idea y los pasos dados hasta aquel momento para llevarla a cabo. Me indicó también las dificultades con que podía encontrarme y quedamos en vernos a primeros del mes de septiembre.
A primeros de aquel mes le envié el proyecto de los Estatutos que había redactado para que me diera su opinión y, en su caso, las modificaciones que creyera oportunas introducir en los mismos.
El 20 de septiembre reuní a la Ponencia y pedí a Martínez-Cardós que asistiera a la misma como invitado. Así lo hizo. El Teniente General, don Antonio Ramos-Izquierdo me entregó los Estatutos revisados. Una de las pocas modificaciones introducidas en ellos fue el nombre de la Academia. Debía llamarse “Academia de las Ciencias y las Artes Militares” para, en su día, anteponerle el título de “Real”. En cuanto a la viabilidad del proyecto, todos los miembros de la Ponencia veían demasiados obstáculos para que pudiera salir adelante. No creían que los altos Mandos de las Fuerzas Armadas admitieran su creación, que podía chocar con otras Instituciones de los Ejércitos dedicadas a la Cultura de Defensa. A pesar de explicarles que no era ese, ni mucho menos, el propósito de la Academia, el Teniente General Ramos-Yzquierdo terminó diciendo que daba por concluida la misión encomendada a la Ponencia y que, por ello, quedaba disuelta.
Por tanto, cinco meses después de recibir el mandato de la Asamblea General de AEME, me quedaba solo para sacar adelante el proyecto, con la única posibilidad de que me apoyara el jurídico Martínez-Cardós. Le entregué copia de los Estatutos revisados por la Ponencia para introducir en ellos las correcciones oportunas.
A continuación envié el proyecto de creación de la Academia y sus posibles Estatutos a los tres Cuarteles Generales de Tierra, Mar y Aire para conocimiento y posibles objeciones a dicho proyecto. Y simultáneamente ofrecí el cargo de Tesorero de la futura e incierta Academia a quien iba a dejar muy pronto ese mismo cargo en AEME, al Teniente Coronel Interventor en excedencia, don Justo Huerta Barajas, ya en aquellas fechas Interventor del Estado. Aceptó el cargo y me ofreció todo su apoyo.
El 13 de octubre de 2017, Leandro Martínez-Cardós me entregó los Estatutos que, en su opinión, debían ser los que se presentaran en el organismo correspondiente para crear la Academia. Modificaban y, sobre todo, acortaban los revisados por la Ponencia de AEME. Por tanto, sería necesario redactar en el futuro un Reglamento que los desarrollara. Según él, la creación de la Academia era viable, a pesar de todas las reticencias que habíamos encontrado hasta entonces.
Sin embargo, se presentó entonces para mí el tema más complicado y difícil: proponer a un alto mando militar de prestigio que se hiciese cargo de la presidencia de la futura Academia. Recordé que el Jefe del Estado Mayor del Ejército, General de Ejército don Jaime Domínguez Buj, acababa de cesar como tal hacía pocas semanas. Le había conocido cuando en la Escuela de Guerra entregué, como
presidente de AEME, nuestros primeros diplomas de Asociados de Honor en 2016. No sólo ofreció a AEME toda clase de facilidades para celebrar aquel acto en aquel centro del Ejército bajo su dependencia, sino que su comportamiento personal conmigo en aquella entrega de Diplomas fue excepcional.
No tuve que pensarlo más. Me puse en contacto con él y el 16 de octubre nos vimos en el Centro Cultural de los Ejércitos (Casino Militar) de Madrid. Le expliqué todo el proceso desde el mes de diciembre del año anterior para crear la Academia y le entregué toda la documentación elaborada desde entonces. Me dijo que aquel proyecto era de una considerable envergadura y necesitaba tener un tiempo para pensárselo. Quedamos en que me contestaría lo antes posible.
Aquella espera no duró demasiado aunque se convirtió en una eternidad para mí. El General Domínguez Buj me citó para vernos el 17 de noviembre y me pidió que también acudiera a la cita Martínez-Cardós. Nos encontramos los tres aquel día en el Casino Militar. Nos dijo que había planteado personalmente el proyecto de creación de la Academia al JEMAD y a los tres Jefes de Estado Mayor de los Ejércitos, así como a la Ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal. Había logrado de los cinco su previa aprobación. Por tanto, aceptaba la propuesta que le había hecho para ser presidente de la Academia de las Ciencias y las Artes Militares. Como es natural, aquella aceptación constituyó para mí una enorme satisfacción y alegría. Todos los esfuerzos y el trabajo realizado habían merecido la pena. Era ya muy posible que la idea iniciado en AEME se hiciera realidad.
Martínez-Cardós se encargó de preparar la documentación necesaria y el 15 de diciembre de 2017 nos reunimos las personas que se citan a continuación para firmar el Acta Fundacional de creación de la Asociación “Academia de las Ciencias y las Artes Militares”, para ser presentada en el Registro Nacional de Asociaciones:
- General de Ejército, don Jaime Domínguez Buj
- Coronel de Infantería DEM (R), don Enrique Domínguez Martínez de Campos
- Teniente Coronel Interventor (en excedencia), don Justo Huerta Barajas
- Capitán Jurídico (R), Letrado del Consejo de Estado, don Leandro Martínez-Cardós Ruiz.
Con el Acta Fundacional, los Estatutos y demás documentación, y con la práctica seguridad de que el proyecto saldría adelante, había surgido prácticamente de la nada – al igual que la Asociación Española de Militares Escritores (AEME) – , la Academia de las Ciencias y las Artes Militares. Ambas Instituciones habían tenido sus correspondientes antecedentes, como hemos visto. Sin embargo, era ahora, a comienzos del siglo XXI, cuando las dos se convertían en una realidad con un objetivo fundamental: beneficiar y prestigiar a las Fuerzas Armadas Españolas y a la Guardia Civil.
El 6 de febrero de 2018 nos reunimos los fundadores de la Academia con objeto de planificar las actividades a desarrollar en aquel año. Era preciso poner en marcha la maquinaria de la nueva Institución independiente. Y era urgente encontrar a quien pudiera hacerse cargo de la Secretaría de la Academia, así como encontrar a un Vicepresidente de la misma. Pero diversificando los cargos iniciales entre los Ejércitos. La elección de estas personas, aún con nuestro asesoramiento, debía recaer en el presidente de la Academia, para que fuese él quien designara a los miembros de su Junta Directiva.
Por mi parte, procuré mantener la tesis de que en las correspondientes convocatorias para ingreso de Académicos, los asociados de AEME tuvieran una determinada preferencia. Este asunto fue un tema bastante controvertido a lo largo de aquel año. Finalmente, no podía mantenerse el número de los que yo deseaba que formaran parte de la Academia desde el punto de vista legal ni académico. Fue la decisión adoptada por la Junta Directiva.
El 10 de abril de 2018 recibíamos en nuestra sede social provisional – la misma de AEME – la aprobación de la inscripción en aquél de la “Academia de las Ciencias y las Artes Militares” oficialmente reconocida desde el Registro Nacional de Asociaciones.
Durante los siguientes meses de este año, la Academia inició la selección de sus primeros académicos, la organización de su estructura y las normas por las cuales debían regirse sus actividades.
El acto más importante del primer semestre de 2019 fue la presentación pública de la Academia. Se realizó en el Salón de Conferencias del Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (CESEDEN). Acudieron a dicha presentación altos mandos militares, representantes de las Reales Academias y directivos de numerosas empresas. Simultáneamente se presentó la Fundación de las Ciencias y las Artes Militares, destinada a apoyar a la Academia en sus actividades y proyectos. Este acto de presentación se realizó el día 5 de junio.
En definitiva, este nuevo proyecto de crear una Academia que tratara de lo militar para llegar algún día a convertirse en Real Academia, también se había convertido en una ilusionante realidad. Era consciente de que, como en la creación de AEME, encontraríamos dificultades para que el proyecto tuviera el éxito que se merecía. Pero había tenido la enorme fortuna de haber encontrado para crear ambas Instituciones un puñado de militares, tan ilusionados como yo, en lograr que ambas se convirtieran en una tangible realidad.
Es a ellos a los que agradezco de corazón su apoyo, la enorme responsabilidad que asumieron y, por tanto, su valentía.
Muchas gracias y adelante.
José Enrique Domínguez Martínez de Campos
Coronel de Infantería DEM (R)
Promotor y Fundador de la Asociación Española de Militares Escritores
Promotor y Fundador de la Academia de las Ciencias y las Artes Militares
Madrid, julio de 2019