El año 2020 de la era cristiana tiende a su fin pero el nuevo año ya ha empezado el 29 con ese Domingo de Adviento.
Llega la paz con el Mesías: los ángeles la anunciarán cantando: Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.
El Adviento y la Navidad son tiempos para aumentar la paz en nuestros corazones; y son para pedir la paz de este mundo lleno de conflictos y de insatisfacciones.
Mirad: Nuestro Señor llega con fuerza. Para visitar a su pueblo con la paz y darle la vida eterna.
El Señor, desde el mismo momento en que nace en humildad nos trae un mensaje de paz y de alegría, de la única paz de verdad y de la única alegría cierta. Después las irá regalando por todos los caminos: La paz sea con vosotros; soy yo, no temáis( Lc 24, 36).
Con el Mesías se renuevan la paz y la armonía de la Creación y se inaugura un orden nuevo. Las enseñanzas del Señor constituyen la buena nueva de la paz (Hech 10, 36). Y la herencia a sus discípulos de todos los tiempos; la paz os dejo, mi paz os doy, no os la doy como la da el mundo (Jn 14, 279).
La paz del Señor trasciende la paz del mundo, que puede ser superficial y aparente, compatible con la injusticia. Existen dos tipos de paz: la impuesta por el poder de las armas y la que nace del corazón. La primera es frágil e insegura, es una paz pacifista y no pacífica, es una mera apariencia de paz porque se funda en el miedo y en la desconfianza. La segunda, es una paz fuerte y duradera porque, se funda en la justicia y en el amor y penetra en el corazón; es un don que Dios concede a quienes aman su ley del amor.
Pero con este tiempo de esperanza el 30N empezaron los 9 días camino de celebrar a la Virgen Inmaculada.
Es importante tener una buena madre. Las madres diseñadas con unas cualidades insuperables para amar son ciegas ante las faltas de los hijos, nosotros, son todo misericordia. España tiene como patrona a la Virgen María pero hay unos antecedentes importantes en ese patronazgo.
Este año que se cumplen los 100 años de la Legión, de aquel Tercio de Extranjeros heredero de los Tercios de Flandes. Es bueno recordar el milagro de Empel siendo gobernador de los Países Bajos Alejandro Farnesio, “El Rayo de la Guerra”, Jefe militar capacitado para el mando Interarmas (Infante, Jinete, Artillero e Ingeniero y Zapador), Conjunto (Tierra y Mar) y Combinado (Fuerzas internacionales) además de diplomático y político, que hoy da nombre al 4ºTercio de la Legión existiendo también el Regimiento de Caballería Farnesio, el mas antiguo de España.
Tras recuperar Amberes, en el verano de 1585, Farnesio acudió a las “islas de Zelanda y Holanda a socorrer a sus poblaciones católicas que, castigadas por los rebeldes protestantes, pedían auxilio. Mandó los Tercios a la isla de Bómel, entre los ríos Mosa y Waal entonces el almirante rebelde Felipe van Hohenlohe-Neuenstein situó sus 10 navíos entre el dique de Empel y la ciudad de Bolduque– Hertogenboch, bloqueando a los españoles.
El Tercio Viejo de Zamora, actual Batallón Zamora de la Brigada Galicia, mandado por el maestre de campo Francisco de Bobadilla quedaba al alcance de su artillería y sería fácil rendirlo. Para evitar sus bajas, Hohenlohe-Neuenstein conociendo a los españoles, propuso a una rendición honrosa; su respuesta fue: “Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos”.
Hohenlohe-Neuenstein entonces abrió los diques del canal del Mosa, provocando la inundación de la isla de Bomel. Los españoles, acampados en la zona de los pueblos de Dril, Rosan, Herwaardefl y Hurwenen subieron a los diques antes que las aguas inundaran su campamento. Los miles de soldados del Tercio, para evitar morir ahogados, cansados, hambrientos y helados al estar calados hasta los huesos, se refugiaron en el monte, dique y pueblo de Empel. Por la tarde la flota rebelde disparó con artillería, arcabuces y mosquetes sobre los infantes españoles apiñados. Los Soldados del Tercio en inferioridad y sin escapatoria, se atrincheraron hasta el final.
El sábado 7 de diciembre de 1.585, la situación era desesperada, según cuenta la tradición:
“En esto, estando un devoto soldado español haciendo un hoyo en el dique para guardarse debajo de la tierra del mucho aire que hacía junto a su tienda y cerca de la iglesia de Empel, a las primeras azadonadas que comenzó a dar para cavar la tierra saltó una imagen de la limpísima y pura Concepción de Nuestra Señora, pintada en una tabla, tan vivos y limpios los colores y matices como si se hubiera acabado de hacer. Como si hubiera descubierto un tesoro acuden de las tiendas cercanas. Vuela allá el mismo Maestre de Campo Bobadilla.
Llévanla pues como en procesión al templo entre las banderas la adoran pecho por tierra todos: y ruegan a la Madre de los Ejércitos que pues es la que solo podía hacerlo, quiera librar a sus soldados de aquella asechanzas de elementos y enemigos: que tenían por prenda de su libertad cercana su imagen entregada piadosamente cuando menos imaginaban y más necesidad tenían, que prosiguiese y llevase a cabo su beneficio”.
“Pusieron la tabla en una pared de la iglesia, frontero de las banderas, y el Padre Fray García de Santisteban hizo luego que todos los soldados le dijesen una Salve, y lo continuaban muy de ordinario. Este tesoro tan rico que descubrieron debajo de la tierra fue un divino nuncio del bien, que por intercesión de la Virgen María, esperaban en su bendito día”.
La noche del 7 al 8 de diciembre, un viento gélido del NE heló las aguas. Bobadilla ordenó al capitán Cristóbal Lechuga que con 200 hombres y 3 piezas atacara al enemigo. Marchando sobre el hielo los españoles del Tercio sorprendieron a las tripulaciones de los barcos rebeldes al amanecer del 8 de diciembre y atacando con gran fuerza y decisión, tomaron prisioneros y capturaron o quemaron todos los barcos.
Al día siguiente mejoró el tiempo y los españoles volvieron a Bolduque, cargaron contra el fuerte holandés, a orillas del Mosa, huyendo en desbandada los holandeses aterrorizados por la furia de los arcabuceros y piqueros españoles.
Ante tal victoria española Hohenlohe-Neuenstein diría: “Tal parece que Dios es español al obrar tan grande milagro”.
Los infantes de Bobadilla agotados, fueron acogidos y curados por la población de Bolduque. Muchos morirían posteriormente por las penalidades sufridas y otros perdieron pies y manos por congelación. Los españoles cumplían y después reclamaban.
La Inmaculada Concepción fue proclamada patrona de los Tercios de Flandes e Italia. Carlos III, según deseos de las Cortes tomó como universal Patrona de toda la monarquía a la Santísima Virgen en su Inmaculada Concepción. El Papa Clemente XIII, por bula Quantum Ornamenti de 8 de noviembre de 1760, confirmó el Patronazgo de María en todos los dominios de España. La bula Ineffabilis Deus del 8 de diciembre de 1.854 proclamó como dogma de fe católica la Concepción Inmaculada de la Virgen Santísima. El 12 de noviembre de 1.892, a solicitud del Inspector del Arma de Infantería del Ejército de Tierra de España y por real orden se: “Declara Patrona del Arma de Infantería a Nuestra Señora la Purísima e Inmaculada Concepción”.
Quienes tienen la paz del Señor y la promueven a su alrededor, como los soldados –Si vis pacem para bellum- en misiones de paz se llamarán hijos de Dios.(Mt 5, 9)
El amargado, el rencoroso, el pesimista, que carecen de paz en su corazón, destruyen lo que encuentran a su paso. En 1964 se celebraron en España los 25 años de paz después de la 4ª Guerra Civil en menos de 100 años. Esa paz es la que heredamos en España, disfrutamos camino de 82 años y que nos inquieta. Pero es más importante aun la paz interior individual que la sostendrá.
Santa María, Inmaculada Virgen y Reina de la paz, nos ayudará a tener paz en nuestros corazones, a recuperarla si la hubiéramos perdido, y a comunicarla a quienes nos rodean.(FFC)
Vicente Díaz de Villegas y Herrería
Soldado de España
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