El 6 de noviembre de 1479 nació en Toledo la princesa Juana, hija de los Reyes Católicos. Le pusieron ese nombre por su abuelo paterno, Juan II de Aragón y materno, Juan II de Castilla, su hermano Juan de Aragón, su abuela paterna Juana Enríquez y su tía, Juana de Portugal.
Fue la tercera hija de los Reyes Católicos, que la casaron a los 17 años con el archiduque austriaco Felipe de Habsburgo, conocido como «el Hermoso». La muerte de sus hermanos mayores y de un sobrino la convirtieron en heredera de las Coronas de Castilla y Aragón desde 1500.
El mismo año en que fue jurada como heredera por las Cortes de Castilla (1502) empezó a manifestarse en Juana lo que entonces se interpretó como una enfermedad mental, determinada según algunos por las infidelidades de su marido, hacia quien sentía un amor apasionado.
Al morir Isabel la Católica, Juana I y Felipe I «el Hermoso» fueron proclamados Reyes de Castilla (1504); pero, dada la locura de la Reina, se acordó que gobernarían conjuntamente en Castilla su marido y su padre el Rey de Aragón, Fernando el Católico.
Las malas relaciones entre el yerno (apoyado por la nobleza castellana) y el suegro hicieron que Fernando el Católico renunciara al poder en Castilla para evitar un enfrentamiento armado (1506). Pero aquel mismo año murió Felipe el Hermoso, y don Fernando el Católico recuperó la regencia en Castilla en nombre del príncipe Carlos (el futuro Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano-Germánico), hijo de Felipe el Hermoso y Juana, a la que ya llamaban «la Loca».
Con la prematura muerte de su marido la «demencia» de la Reina se agravó. En ese momento ella decidió trasladar el cuerpo de Felipe desde Burgos, donde había muerto y en el que ya había recibido sepultura, hasta Granada, tal como él mismo había dispuesto viéndose morir. Viajando siempre de noche, la Reina Juana no se separaría ni un momento del féretro, tampoco dejaba que ninguna doncella se acercara al cuerpo inerte de su marido. Este traslado se prolongaría durante ocho fríos meses por tierras castellanas hasta que el 14 de enero de 1507 en la ciudad de Torquemada (Palencia), Juana daba a luz a su sexto hijo y póstumo de su marido, una niña bautizada con el nombre de Catalina (llamada así en honor a su hermana pequeña, Catalina de Aragón).
Carlos, se benefició de la incapacidad mental de su madre para proclamarse Rey, de forma que se apropió de los títulos reales que le correspondían a la Reina Juana. Así, oficialmente, ambos, Juana y Carlos, correinaron en Castilla y Aragón. De hecho, Juana nunca fue declarada incapaz por las Cortes de Castilla ni se le retiró el título de Reina. Mientras vivió, en los documentos oficiales debía figurar en primer lugar el nombre de la Reina Juana. Pero, en la práctica, Juana no tuvo ningún poder real porque Carlos mantuvo a su madre encerrada.
Desde que su padre la recluyera, en 1509, la Reina Juana permaneció cuarenta y seis años en una casona-palacio-cárcel de Tordesillas, vestida siempre de negro y con la única compañía de su última hija, Catalina, hasta que esta salió en 1525 para casarse con Juan III de Portugal.
Fuente:
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