No es el momento de reducir el presupuesto de defensa
Estimados señores, El motivo de esta carta es exponer en estas breves líneas algunas de las cuestiones que me preocupan profundamente y que se refieren a la evolución, situación y futuro del presupuesto de defensa. Soy plenamente consciente de las necesidades existentes en otras áreas, como sanidad, educación, etc., pero mayoritariamente se encuentran transferidas a las Comunidades Autónomas que son quienes las financian también en su mayor parte. Sin embargo la defensa se encuentra en manos del Gobierno de España, al ser –o deber ser-, una política de Estado, como lo son –o deberían ser-, otras políticas.
Comenzando por su evolución, los distintos gobiernos no han dado prioridad a la defensa ni en sus programas electorales, ni en sus debates y, por ende, tampoco en su presupuesto. Bien es cierto, que del presupuesto que aparece en las cifras que se han venido aprobando por ustedes en las votaciones, a la realidad hay entre un 20 y un 30% de diferencia, lo cual conocen que será así todos los años a priori. En realidad esta es una forma de financiar la defensa muy poco ortodoxa y escasamente transparente, pero que la generalidad de los ciudadanos -votantes-, no llegan a conocer nunca. Obviamente, esto les exime ante algunos votantes que no desean que se eleve el presupuesto, de ciertas responsabilidades, pero dificulta muy sustancialmente la buena gestión económica de un exiguo presupuesto, lo cual se puede comprobar, por ejemplo, en la forma de financiación de las operaciones en el exterior en las que participan las Fuerzas Armadas (FAS), tal y como ha venido poniendo de manifiesto el Tribunal de Cuentas.
Pero sin entrar en estas cuestiones si quisiera plantear otras. La primera de ellas tiene que ver con la seguridad de España. Geográficamente estamos en una “zona caliente”, implicados en numerosas operaciones en otros países, tenemos aliados y también amenazas. Así, si alguna de las amenazas –que aparecen en la Estrategia de Seguridad Nacional-, se llegase a concretar y no estuviésemos preparados debido a la falta de recursos, ¿de quién sería la responsabilidad? ¿De la clase política que no aprueba dichos recursos debido a la falta de rentabilidad en términos de votos, o de las FAS debido a la falta de operatividad? En cualquiera de los casos sería el conjunto de la sociedad quien sufriría las consecuencias. Sociedad que no tiene prácticamente nociones de estos temas debido a, como ya he expuesto, la falta de debate público y no sesgado sobre la cuestión.
Otro de los asuntos que me gustaría plantearles se refiere a la actual crisis sanitaria. La situación ha demostrado falta de cintura política de todos los partidos. Falta de cohesión, disidencias internas, gestión politizada y polarizada, etc. Justo esto es lo que no quiere la sociedad. Sin embargo, los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado –junto con otros colectivos, v.g. sanitarios-, han demostrado su buen hacer. Para ello, y en lo relativo a las FAS ha sido necesario que, durante años, se hayan estado preparando para este tipo de situaciones, tanto en el plano personal a través de la formación, como en el organizativo, como en el material, vía inversiones. Estas inversiones no son únicamente en barcos, aviones o carros, también en sistemas de comunicaciones, satélites, transportes, etc. todo lo que se necesita para estar preparados y responder de manera profesional a situaciones de riesgo. Sin embargo, hay un factor clave, la voluntad, que ha suplido la falta de algunos recursos esta vez, pero que ante otras amenazas no sirve si no se tienen dichos recursos.
Como bien saben, las reducciones presupuestarias en defensa son una constante a lo largo del tiempo. Incluso aprobando 12.000 millones de euros para inversiones durante una década o más nos situamos como el penúltimo país de la OTAN en gasto en defensa respecto del PIB. Nuestro peso económico, por tanto, no tiene nada que ver con nuestro peso político ni militar en el mundo. Eso hace que seamos un país de segunda fila. Si, a mi también me duele reconocerlo, pero es así. Con relación a la situación actual, he de reconocer que espero ansioso que sean capaces de ponerse de acuerdo en los presupuestos para el año 2021. No obstante, las tensiones y negociaciones no presupuestarias y que tienen que ver con otros temas que se toman como moneda de cambio me lleva a ser poco optimista. Por esto creo que es más necesario que nunca una mayor altura de miras y sentido de Estado, que no de partido, algo que creo que es el sentir general de la sociedad española. Las decisiones que se toman hoy poseen efectos en el futuro del país. A veces me pregunto si son ustedes conscientes de ello.
Un ejemplo paradigmático es la famosísima “deuda de defensa”. Como el capítulo de inversiones está prácticamente gastado en esa deuda que hay que pagar anualmente, resulta que no queda posibilidad de nuevas inversiones y hay que pedir “ayuda” al Ministerio de Industria, Comercio y Turismo para que ponga dinero que no tiene el Ministerio de Defensa. Así no se eleva la dotación de este último. Bien, pues esto es lo que algunos llamamos “hacernos trampas al solitario”. El resultado final es que la deuda se acumula y cada gobierno se la pasa al siguiente, no sin antes haberla estirado en el tiempo para que los pagos de cada año sean lo menores posible. Y esto se aprueba en Consejo de Ministros, pero cuando un militar dice en público que los recursos para defensa son extremadamente escasos se le demoniza. Parece que hay distintas varas de medir.
Mi último punto se refiere al futuro. Me parece muy adecuado que se escriban estrategias de todo tipo: de seguridad nacional, militar, ciber…, pero hay que dotarlas de recursos humanos, financieros, infraestructuras y organizativos. De ellas hay que derivar planes de acción u operativos, que son los que realmente consumen los recursos cuando requieren preparación para las diversas contingencias que contemplan. Pues bien, como decía Adam Smith “la seguridad es de mayor importancia que la opulencia”, que traducido al contexto actual viene a decir que un país que cuente con una seguridad adecuada poseerá una condición necesaria para que pueda crecer económicamente. Pero la seguridad no es gratis.
El esfuerzo de hoy tendrá resultados en el medio y largo plazos, pero la miopía política o el cortoplacismo, reducidos a una legislatura, no permiten que algunos políticos, lo vean. Concluyo. No me gustaría que se tomara esta misiva como alegato agrio contra la clase política en lo que tiene que ver con la defensa. Si algún político lo lee, únicamente espero que se siente, se tome un café y reflexione acerca de cuáles son las prioridades actuales y cuáles deberían ser y con ello intentar ponerlas en marcha.
Sin más, reciban un cordial y preocupado saludo
Antonio Fonfría Mesa .
Profesor de Economía Aplicada en la UCM. Numerario de la Academia de las Ciencias y las Artes Militares
Sinopsis de la biografía del Dr. D. Antonio Fonfría Mesa.