Cien años de historia del cuartel del Infante don Juan (Madrid)

Jesús Cantera Montenegro, Secretario Académico del Departamento de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid,  y Numerario de la Academia de las Ciencias y de las Artes Militares,  publica en la web de ACAMI, el siguiente  apunte histórico sobre el Cuartel del Infante Don Juan, hoy sede del Instituto de Historia y Cultura Militar,  de la Real Hermandad de Veteranos de las FAS y G.C, y de la Residencia que conserva el nombre del Cuartel.

 

Día 29 de mayo de 1920, sábado. El barrio de Argüelles ve alterado su día a día por la llegada a las once de la mañana al solar situado en la trasera de la Cárcel Modelo, de SS.MM. los Reyes Don Alfonso XIII y Doña Victoria Eugenia, así como de la Reina Madre, Doña Cristina, y otros miembros de la Familia Real, entre los que estaban la Infanta Doña Isabel y los Infantes Don Carlos y Don Fernando. También acudieron el Presidente del Consejo de Ministros, el Ministro de la Guerra, el Capitán General, el Obispo de Madrid-Alcalá, los presidentes del Tribunal Supremo, de la Audiencia de Madrid y de la Diputación Provincial, así como representaciones civiles y militares y numerosos invitados.

El motivo de tan destacada asistencia a ese lugar ubicado en el extremo del barrio de Argüelles, allí donde tiene su linde con el Sitio de la Moncloa, estaba motivado para celebrar el acto de colocación de la primera piedra y bendición de las obras de un nuevo cuartel para la guarnición de Madrid. Puede parecernos hoy, cien años después, excesivo el ceremonial para el inicio de las obras de un nuevo acuartelamiento, pero tenía su razón de ser. Era el primero que empezaba a levantarse de entre los entonces treinta, pero que llegaron a ser noventa y seis, nuevos cuarteles que podrían construirse de nueva planta gracias a un presupuesto extraordinario de más de 200 millones de pesetas, concedido para obras militares por la Ley de 29 de junio de 1918.

Había además otro motivo de mayor intimidad para la Familia Real, pues el nuevo cuartel llevaría el nombre de Cuartel del Infante Don Juan, lo que se había aprobado a solicitud del Cuerpo de Ingenieros como muestra de gratitud por el hecho de que al día siguiente de la ceremonia, el día 30 de mayo, festividad de San Fernando, patrón de Ingenieros, el Infante Don Juan filiaría como soldado del Primer Regimiento de Ferrocarriles, en el acto que a las diez de la mañana comenzaría en el Cuartel de la Montaña para conmemorar al patrón del Cuerpo.

La noticia de la ceremonia de inauguración de las obras fue recogida en el diario ABC del día 30 de mayo. Decía que los Reyes habían presidido la ceremonia desde un estrado bajo dosel y que el Rey vestía uniforme del Cuerpo de Ingenieros y la Reina un preciso vestido de color rosa con sombrero del mismo color. El acto contó con los discursos del General de Ingenieros, General Gimeno y del Ministro de la Guerra; por su parte, el Coronel de la Comandancia de Ingenieros, Coronel Rocha, dio lectura al acta de la ceremonia. La bendición de las obras y de la primera piedra corrió a cargo del Obispo de Sión, Don Jaime Cardona y Tur, Provicario General Castrense, revestido de pontifical, echando las primeras paletadas los Reyes, el Presidente del Consejo de Ministros (Eduardo Dato) y el Ministro de la Guerra (vizconde de Eza).

Aquel solar había estado destinado para la que se llamaría «Plaza de la Justicia», ya que allí deberían llevarse a cabo las ejecuciones públicas. Cuando un tiempo después se determinó que las ejecuciones se harían privadamente en el interior de las cárceles, la plaza dejó de tener sentido y acabó como lugar donde en un almacén se guardaban decoraciones del Teatro Real.

Por otra parte, desde 1896 se planteaba la necesidad de nuevos cuarteles para la guarnición de Madrid por la mala calidad de los existentes, porque estos eran insuficientes y porque se proyectaba el cierre y derribo de dos grandes edificios, el Cuartel de San Francisco y el Cuartel de San Gil (Leganitos). La situación se agravó tras el Decreto de 1903 que ordenaba el derribo de este último. Como remedio, el mismo Decreto determinaba que el solar de la proyectada Plaza de la Justicia se entregara al Ministerio de la Guerra para levantar allí un cuartel capaz para un Batallón de Infantería, un Regimiento de Caballería y un Regimiento de Artillería.

Sin embargo, los consabidos y tradicionales problemas económicos para destinar parte del presupuesto del Estado al mantenimiento y renovación de cuarteles fue retrasando este proyecto, aunque no así la demolición del cuartel de San Gil, que se hizo efectiva entre 1906 y 1910.

Fue gracias al presupuesto extraordinario de la Ley de 29 de junio de 1918 como pudo acometerse la construcción del tan necesitado cuartel, pero lo antes proyectado se moderó y se planteó solamente para un Regimiento de Infantería, siendo encargado el proyecto al entonces teniente coronel del Cuerpo de Ingenieros, Don León Sanchiz Pavón. Redactado el proyecto, fue entregado para su tramitación el 12 de julio de 1919 y aprobado por Real Orden de 30 de agosto del mismo año, con un presupuesto de 3.952.100 pesetas y un tiempo estimado de duración de las obras de treinta meses.

Sin embargo, no hubo licitadores en las dos subastas llevadas a cabo, por lo que las obras pasaron a ser acometidas por gestión directa con un nuevo presupuesto de 3.561.550 pesetas. No quedaron ahí los problemas administrativos, pues poco después del comienzo de las obras, e incluso durante el resto del proceso, la construcción se vio afectada por subidas en los jornales de los obreros y subidas de precios que alteraron el presupuesto, que en 1921 hubo de ser elevado a 6.726.480 pesetas. Sin que Enrique Colombo, que es quien ha hecho el estudio más detallado del cuartel, haya podido determinar la fecha concreta en que se

inauguró, consta por la prensa que el Rey Don Alfonso XIII visitó el cuartel de forma no oficial el 17 de septiembre de 1925, estando ya acuartelado en él el Regimiento de Infantería Saboya. De la visita daba noticia «La Correspondencia Militar» de la siguiente forma: «aun cuando el edificio no ha sido inaugurado oficialmente, se aloja el regimiento de Saboya. La visita de Su Majestad tenía por objeto conocer personalmente el nuevo cuartel y pasar revista al regimiento citado».

El cuartel, al ser el último de los construidos en la ciudad de Madrid, con unas condiciones de habitabilidad superior a la de los otros acuartelamientos madrileños, ha sido la sede de señalados actos en la vida militar madrileña y española. Poco después del inicio de su vida militar, el 10 de octubre de 1925, fue el lugar elegido para albergar las tropas expedicionarias del Batallón del Infante cuando entraron triunfales en Madrid después de la heroica resistencia de Kudia Tahar y como etapa en su desplazamiento a Zaragoza donde tenía guarnición. En el cuartel fueron visitados por el Rey Don Alfonso XIII que revistó la unidad y departió con mandos y tropa, de lo que quedan testimonios escritos y gráficos en la prensa del momento.
Años más tarde, el edificio vivió en primera línea los avatares de la Guerra entre 1936 y 1939 dada su localización prácticamente en el frente, de lo que aún pueden observarse las cicatrices de los impactos de balas en el muro del perímetro exterior, aunque muchas han sido repasadas. Tras aquellos acontecimientos, en julio de 1941, el cuartel acogió el acto de revista de los primeros voluntarios de la División Azul y ya, en fechas más recientes, el 28 de mayo de 1977, fue testigo del acto de filiación del Príncipe de Asturias, el actual Rey Don Felipe VI, como soldado del Regimiento de Infantería Inmemorial del Rey nº1, en acto presidido por S.M. Don Juan Carlos I.

Afortunadamente hoy podemos celebrar el centenario de la colocación de la primera piedra de este cuartel cuyo análisis estructural merece un comentario monográfico, y decimos afortunadamente porque estuvo amenazado de demolición cuando, tras finalizar su función como acuartelamiento en 1982, en 1988 se planteó su derribo para levantar en su solar el Centro Cultural de la Defensa que albergaría una biblioteca, un archivo general, un museo histórico militar y un centro de estudios. Para ello se celebró un concurso de proyectos entre los que se eligió en 1990 el del arquitecto portugués Álvaro Siza Vieira. El ambicioso proyecto no se llevó a cabo y el antiguo edificio fue remozado para albergar negociados del Ministerio de Defensa, ubicándose en él desde 2009 el Instituto de Historia y Cultura Militar, con sus dependencias del Archivo General Militar de Madrid y la Biblioteca Central Militar.

Conserva así Madrid un edificio de singular valor en la arquitectura militar española y que, por otra parte, en sus cien años de vida ha podido acoger entre sus muros importantes acontecimientos, muchos de ellos ligados directamente con la Casa Real, en algo que va más allá del propio nombre del cuartel. Esta relación con la Historia se prolonga hoy al custodiar muy notables documentos de nuestra rica Historia Militar

 

Fuente:

https://mailchi.mp/e3c6afd19860/acami-boletin-3