Mi amigo Juan, el general, me envía un christmas con un grupo de boinas verdes alrededor de una hoguera. Allí también es Navidad. Como otro amigo, almirante, que también se llama Juan y me envía un vídeo como felicitación navideña mientras piensa en su hijo, oficial de la Armada, navegando en algún punto del golfo de Guinea. O Miguel, coronel del Ejército del Aire, cuyo hijo cumple misión en Afganistán. Así, hasta casi 3.000 militares o guardias civiles desplegados en diecisiete misiones en algún rincón del mundo, alguno de estos inconfesable.
Emmanuel Macron celebra su 42 cumpleaños con los soldados desplegados en Abiyán (Costa de Marfil)
Anticipándose a la Nochebuena, Macron visita a las tropas francesas en Costa de Marfil; Boris Johnson hace lo propio en Estonia y Donald Trump se acerca a una base en Maryland a 38 kilómetros de Washington –la verdad es que tampoco se lo ha currado mucho–. El denominador común es el reconocimiento y el orgullo hacia los mejores de sus respectivas naciones. Porque hay que estar muy orgulloso de la bandera que llevas en el hombro para pasar la Navidad a miles de kilómetros, por tu país, porque te lo ordenan, por tu honor, y a sabiendas de que puede que no vuelvas.
Hace poco, la hermana Jeanette, una misionera colombiana que conocí en Malí y que se ha convertido en mi superheroína favorita, me dijo: «El secreto de los soldados españoles es que se dejan tocar. Tienen un valor y una humanidad infinita. Por eso se ganan a las poblaciones allí donde se despliegan».
Durante estos días, entre comilonas, centros comerciales, juergas, sueños y recuerdos, bien haríamos en recordar a los miles y miles de cooperantes, misioneros, diplomáticos y militares que pasan la Navidad por ahí, en el ultimo rincón del mundo. Por nosotros y por las gentes que atienden.
PD: Escribo tras ver los informativos de la CNN, la TF-1 y la BBC. Todos abren con sus presidentes visitando a sus mejores compatriotas. Abro, escucho y veo los medios españoles y todos abrimos con el congreso de Esquerra Republicana de Cataluña. Es lo que hay. Es como somos. Esa es nuestra penosa diferencia.
FUENTE. ABC, 22/12/2019